La estadía del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en Nueva York -para su participación en la Asamblea General de Naciones Unidas- ha estado regada de conflictos: un camión con pantallas gigantes que muestran incendios en la selva amazónica paseó por toda la noche en Manhatttan en repudio a la presencia del brasileño, mientras que se viralizó un gesto obsceno de su ministro de Salud, informó la prensa local.
«Media docena de acéfalos protestan sin saber lo que dicen, deberían vivir en un país socialista no en un país capitalista como este», dijo Bolsonaro al comentar una manifestación cerca de su hotel, en una publicación de Facebook.
Además, el mandatario brasileño es el único miembro del G-20 no vacunado en Nueva York, lo que le trajo problemas logísticos: por segundo día consecutivo debió comer en la vereda ya que la ley local exige el pasaporte de la vacuna para ambientes internos en bares y restaurantes.
El restaurante brasileño Fogo de Chao en Nueva York le armó de improviso un ‘corralito’ con rejas en medio su vereda para servirle al presidente un pedazo de picaña brasileña bien cocida, tal como contó el gerente.
El domingo había comido una pizza de parado con sus ministros como forma de esquivar la legislación del pasaporte de la vacuna neoyorquino.
«Si usted no se quiere vacunar, no necesita venir a la ciudad», dijo el alcalde de Nueva York, Bill De Blasio, demócrata y crítico del presidente de Brasil por estar alineado al expresidente Donald Trump.
El negacionismo frente a la vacuna de Bolsonaro se hizo evidente en la reunión bilateral con el premier británico, Boris Johnson, quien luego de la reunión le dijo que la vacuna AstraZeneca era buena y que él mismo se había vacunado.
«Yo todavía no, tuve Covid y aún tengo anticuerpos», dijo Bolsonaro, quien anunció que sólo se vacunará después de que lo haga el último brasileño porque cree más en los anticuerpos generados por haber sido víctima que en la inmunización.
Más tarde, la noche del lunes en Times Square, Bolsonaro sufrió otro cuestionamiento, esta vez de la mano del activismo ecológico, reportaron los medios brasileños.
Un camión con pantallas gigantes circulaba por la zona mostrando a Bolsonaro con la cabeza en llamas y alertaba sobre la política ambiental hacia la región de la selva amazónica que pertenece a Brasil.
Bolsonaro busca que la minería y la agricultura a gran escala puedan ingresar a las reservas indígenas de la selva, clave para mantener la humedad de parte del planeta.
En ese marco, un grupo de brasileños protestó en la puerta del hotel contra Bolsonaro y, desde un colectivo en el que se trasladaba la comitiva, el ministro de Salud Marcelo Queiroga lanzó varios gestos obscenos con el dedo mayor en alto que fueron filmados y viralizados en Brasil.
El ministro respondió irritado a los gritos de «genocida» lanzados contra el presidente por su rol en la pandemia, que ha matado a más de 590.000 brasileños desde que el 26 de febrero de 2020, día del primer caso de Covid-19 en San Pablo.