Trabajadores de la fábrica Prunelle –ubicada en la vecina localidad de Soldini– recibieron este jueves el mejor regalo para estas fiestas: la noticia de que la Justicia dictó la quiebra de la firma. La cooperativa y la continuidad laboral es ahora un horizonte que se vislumbra con claridad luego de meses de incertidumbre tras el cierre de la planta. “Prunelle es viable”, resaltó, esperanzado, Ramón Arias, representante de los trabajadores y futuro presidente de la cooperativa.
Prunelle funciona de hecho como cooperativa desde septiembre de este año, a pesar de que no se había conseguido la quiebra. Los trabajadores comenzaron su reclamo con un piquete y semanas más tarde ingresaron a la fábrica a vender el stock de productos de belleza que todavía hay en existencia. Entre la guardia y la jornada laboral, esperaron la urgente resolución de la Justicia, para que se dicte la quiebra, se pueda conformar la cooperativa y se retome la producción para volver a generar ingresos. La quiebra llegó este jueves a la tarde.
“Hay mucho que agradecer, sobre todo el aguante de los compañeros”, manifestó Ramón Arias. El delegado y futuro presidente de la cooperativa hizo hincapié en la alegría compartida por todos los trabajadores que aguantaron estos tres meses. Y admitió: “Incluso se me cayeron unas lágrimas”. Ramón está por cumplir 63 años y hace 20 que trabaja en Prunelle. Nunca había imaginado tener que pasar por una instancia como esta. “Es lamentable. Pero por suerte tuvimos fuerza de voluntad. Nosotros decidimos no esperar, trabajar siempre. Confié en nuestra capacidad de organizarnos”.
El conflicto comenzó en octubre de 2011, cuando los antiguos dueños de Prunelle vendieron más de la mitad del paquete accionario de la firma. “La mayoría quedó en manos del señor Vilhelms Dangaus, que vive en Buenos Aires, quien se encargó de vaciar la fábrica. Estafó a todo el mundo, no nos pagó los sueldos y desapareció”, relatan los empleados, que en mayo dejaron de percibir salario. Dangaus autorizó a los trabajadores a vender el stock acumulado y juntar unos pesos con eso, pero nada más.
Mientras tanto, la promesa de nuevos inversores había llegado unos treinta días atrás a través de los antiguos dueños y socios minoritarios, a quienes los empleados identifican como Jaime Cortinas, Daniela Fuentes y Julio Sánchez.
Los trabajadores esperaron ese aporte pero la situación no cambió; por el contrario, y por el simple paso del tiempo, fue empeorando. Veinte días más tarde, decidieron organizarse como cooperativa y seguir trabajando como se pudiera. Sin embargo, el lunes 15 la situación llegó a su peor extremo: cuando llegaron al laboratorio, las puertas estaban cerradas con candado. Los empleados cuentan con llave de los galpones, pero una linga y un candado en la reja de entrada significaron que el paso estaba cerrado para ellos. Una guardia permanente y la lucha por la continuidad de los puestos de trabajo empezaron ese día. La linga amaneció un día de octubre sin candado y los trabajadores hicieron lo de cada día: ir a trabajar, esta vez sin que la reja se lo impidiera. La fábrica se mantuvo abierta sin servicios, apenas con una bajada de luz para casa de familia.
Unas 17 personas se repartieron tres turnos de ocho horas –de 8 a 14, de 14 a 20 y de 20 a 8– y asistieron todos los días a trabajar en lo que esté a su alcance. “No tomamos la fábrica. Venimos todos los días a trabajar, cuidar y mantener nuestra fuente de trabajo”, señaló Arias.
El 2015 arrancará con el sorteo de un síndico que administrará los bienes de la fábrica según el monto que corresponda por la indemnización de los trabajadores. Luego habrá que continuar trabajando y volver al mercado. “Tenemos clientes, la gente nos llama.
Prunelle es viable”, consideró Arias. La cooperativa ya está creada de hecho. Hay un acta de conformación firmada, la comisión directiva fue votada e incluso ya se realizó el curso de economía social que exige el gobierno provincial. Para los trabajadores de Prunelle, la situación es esperanzadora: tienen el apoyo de la comuna y todos los trabajadores que aguantan día a día, además de aquellos que ya pasaron por la misma instancia y se acercan a expresar su apoyo.