Bilardismo o Menottismo, la discusión eterna sobre el choque de estilos. Sumar de a tres, lo demás no importa. Las reglas del juego las establece el que manda, y Carlos Borrello, el entrenador de la selección argentina, decidió armar un planteo que le podría haber salido mal, pero que terminó siendo histórico. Argentina se le plantó a Japón, el actual subcampeón de la Copa del Mundo y sumó un punto de oro. Un empate 0-0 ante un rival notablemente superior, al menos en los papeles. El primer punto del combinado nacional en un certamen mundialista. Argentina pasó la primera prueba y Francia ya le sienta bien.
Desde temprano, faltando pocas horas para comenzar el encuentro que estaba pactado para las 13, los alrededores del Parque de los Príncipes, el escenario en cuestión, se colmaron de aficionados que fueron a ver un partidazo. El sol asomaba de a ratos y le daba respiro a una París en la que todos los días llueve un ratito. Franceses, españoles, japoneses, colmaron las tribunas. Y claro, argentinos. Familiares, amigos y hasta una familia de rosarinos que vive en Francia desde hace 10 años. Nadie se quiso perder las gambetas de Estefanía Banini, los aguantes en el área de Soledad Jaimes y la gran actuación de las once que salieron a la cancha, y las que quedaron relegadas en el banco de suplentes, porque todas formaron parte de este partido histórico. Y entre esos once nombres aparecieron dos que son conocidos para Rosario. Vanina Correa y Virginia Gómez, las dos jugadoras de Central, estuvieron desde el arranque. Y cumplieron.
Correa inauguró su tercer certamen internacional y cada vez que tuvo que intervenir sacó chapa mundialista. Segura y atenta, se afianzó debajo de los tres palos y contuvo los remates, que no fueron muchos, de las niponas. Y el poco trabajo que tuvo se debió a la gran actuación de las cuatro del fondo. Ahí atrás, en el costado derecho, apareció la capitana canalla para disputar su primer Mundial. “Chi” pasó por malos tragos que no pasaron a mayores, hasta que hizo pié y defendió su banda al máximo. Un partido que sin dudas recordará para siempre.
El partido arrancó con algunos ataques del elenco japonés, y algunas subidas del elenco nacional, que hizo un gran esfuerzo en la línea del medio con cinco jugadoras en el mediocampo. Lo dijo el entrenador en la conferencia de prensa luego del empate, Argentina no le podía jugar de igual a igual a un equipo que es superior. Y las jugadoras siguieron al pie de la letra lo que el DT mandó. Concentración, la clave para sumar un punto de oro y entrar a la historia.
Después fue todo fiesta y alegría. Cantitos, saltos, euforia, abrazos. El reloj marcaba las 21 en París pero el sol decía otra cosa. El anochecer recién asoma en esta época del año alrededor de las 22. A pesar de que ya había pasado un rato largo desde el final del partido, a la salida del estadio y bien cerquita del micro que traslada a la delegación argentina al hotel donde está concentrada, las esperaban sus familias, amigos y los hinchas que dijeron presente. Y antes de subir al micro se acercaron para sacarse fotos con los simpatizantes y cantar juntos por Argentina. Por un fútbol femenino que no para de crecer y que ayer en Francia entró en la historia grande.
El análisis de nuestra enviada especial, Bianca Ossola, del debut de Argentina