El presidente ruso, Vladimir Putin, anunció ayer el envío de un convoy humanitario sin escolta militar al este de Ucrania, al denunciar “catastróficas” consecuencias de la ofensiva de Kiev sobre la región ucraniana rusoparlante e independentista. Los países occidentales se oponen a la iniciativa pues temen que sirva como pretexto para una intervención militar de Moscú.
Rusia va a enviar “un convoy humanitario a Ucrania en colaboración con el Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr)”, le dijo Putin al presidente saliente de la Comisión Europea (CE), el portugués José Manuel Barroso.
En esa misma conversación, Putin denunció las “catastróficas consecuencias de la operación militar de Kiev”, anunció un comunicado del Kremlin. “No habrá una escolta militar”, señaló después el portavoz de Putin, Dimitri Peskov, quien precisó que fue “acordada con Kiev”.
Barroso por su parte advirtió al jefe de Estado ruso del riesgo de emprender cualquier intervención en Ucrania, “cualquiera sea el motivo, aunque sea humanitario”, al tiempo que expresó su preocupación sobre al acantonamiento de tropas rusas en la frontera.
Según la alianza militar occidental de la Otán, el número de soldados en la frontera ascendió a unos 20.000 la semana pasada. Un portavoz militar ucraniano hablaba de 45.000 militares.
El jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, afirmó que Moscú acordó con Kiev “todos los detalles”, si bien el presidente y el ministro de Relaciones Exteriores ucranianos dijeron desconocer esos “detalles”.
Lavrov, quien expresó también su deseo de que los países occidentales no “saboteen” la misión, calificó de “cinismo” la actitud de los dirigentes estadounidenses, alemanes y británicos, que calificaron este fin de semana de “no justificada e ilegal” cualquier incursión rusa bajo pretexto humanitario.
Moscú considera “indispensable” un alto el fuego para hacer llegar una ayuda humanitaria a la población víctima de los combates, que obligaron a 300.000 civiles a huir hacia Rusia y otras regiones de Ucrania.
Las dos capitales regionales bastiones de los separatistas, Donetsk y Lugansk, no paran de degradarse, tras varios días de intensos combates y disparos de artillería que mataron civiles.
Las fuerzas ucranianas, que perdieron 568 soldados en cuatro meses de ofensiva militar, “bloquearon la conexión entre las regiones de Donetsk y Lugansk” con la toma de la ciudad de Panteleimonivka, aseguró un portavoz militar ucraniano.
En Donetsk, un obús lanzado contra una prisión mató a un detenido y permitió la huida de más de 100 presos.