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“Q’alay”: una obra teatral sobre una posada nudista que abre sus puertas en la zona sur de la ciudad

Con dramaturgia y dirección de Nicolás Jaworski, quien además es uno de los protagonistas, se trata de una comedia delirante con un toque absurdo, donde no sólo actores y actrices están desnudos sino que también el público puede presenciar la función despojado de su ropa

Las primeras experiencias de teatro nudista (más allá del origen griego) comenzaron en Europa y Estados Unidos entre los años 60 y 70 y desde aquellos tiempos hasta el presente han dado la vuelta al mundo en diversos escenarios y con distintas variantes y formatos.

Rosario tiene desde hace un tiempo su primera experiencia de teatro nudista en una sala de la zona sur de la ciudad, donde cada jueves, un grupo de actores y actrices comandados por el actor, dramaturgo, director y gestor cultural Nicolás Jaworski, lleva adelante Q’alay, a partir de un texto escrito por el propio Jaworski, quien además actúa.

En un bar que antecede a la sala de un conocido centro cultural barrial en la zona de Sarmiento al 4800, previo a la función que si bien está anunciada a las 21.30 siempre se demora un poco, los potenciales espectadores y espectadoras pueden comer y tomar algo, e incluso ingresar a la sala bastante antes de la función, que está en la parte posterior, donde son invitados a despojarse de la ropa aunque no es obligatorio.

“Es un lugar de mucha libertad; el que quiere comparte la experiencia desnudo y el que no, ve una función de teatro como cualquier otra con la diferencia que aquí se cuenta una historia que transcurre en una posada nudista”, contó Jaworski a El Ciudadano a modo de presentación del material.

La propuesta es una comedia hilarante, por momentos absurda, e incluso satírica, “tomando a la sátira como una opinión por medio de una burla que puede servirse de la ironía o del sarcasmo”,  según plantea el director, que transcurre en una posada nudista en medio de la nada. Dos hermanos bastante opuestos en sus deseos y pareceres, dueños de la posada de nombre Q’alay, término de origen quechua cuyo significado es “desnudar, quitar la vestimenta”, hacen malabares para sostener un negocio que es visto con malos ojos por el entorno pueblerino, pero todo parece encaminarse con la llegada de la primera pareja de visitantes sin siquiera imaginar lo que se traen entre manos. Así, los primeros (y desconcertados) turistas aportan a los enredos una cuota de misterio, más allá de que, indefectiblemente, la tensión está puesta en el nudismo, literal y metafóricamente, e independientemente de que ese despojo absoluto, exento de todo rasgo erótico, en pocos minutos pierde efecto y desactiva el morbo en el espectador que, con o sin ropa, puede disfrutar del espectáculo como lo haría con cualquier otro en cualquier teatro o espacio alternativo de la ciudad.

Conocedor de la Comedia del Arte con experiencias como El Atolondrado o un poco más atrás en el tiempo con su recordada versión itinerante de Arlequín, servidor de dos patrones al frente del proyecto Tablas Rodantes, las propuestas de Jaworski, un creador inquieto y siempre dispuesto a ir por más, tienen un condimento político y esta obra, particularmente, no es para nada una excepción.

“Venía complicado, estaba viendo qué hacer, la crisis económica, la pandemia, las dificultades para sostener un espacio donde más allá de las funciones de teatro y música ofrecemos en el barrio una serie de talleres y posibilidades de formación. También venía de hacer, como actor, MKB, la trama escocesa (una versión de Macbeth) y me había interesado en Hamlet, que siempre es un desafío, pero era casi imposible montar esa obra como nos hubiese gustado, por la falta de apoyo y de subsidios, y entonces pensé: «Voy a hacer Hamlet pero sin nada, ni siquiera vestuario, sin luces de teatro, sin escenografía, con todos los actores y las actrices desnudos. Ése fue el disparador, la idea basal; después todo fue cambiando, me fui interesando por la cuestión del nudismo que es algo saludable y muy recomendable y así apareció la idea de esta comedia”, planteó.

Y apuntó sobre el nudismo y su experiencia personal hoy volcada al teatro: “Lo del despojo y el nudismo fue algo que apareció y me apasionó desde el primer momento; por aquél comienzo viví algunas experiencias en playas y en diversos lugares aptos para el nudismo y fue algo revelador y muy liberador. Y, obviamente, podemos hablar mucho del pensamiento del argentino promedio sobre el nudismo; sin explayarme, cada uno sabe que es lo primero que se piensa, desde el prejuicio y el desconocimiento, cuando le dicen «personas desnudas en comunidad» y ni hablar en un teatro. Y si vamos a hablar de pudor, podríamos preguntarnos qué es el pudor: ¿una forma natural de respuesta a la exhibición ante el otro, o una construcción cultural relativa al universo de valores de cada comunidad? El hecho es que desde el inicio de la humanidad el hombre anda desnudo, y la ropa es una norma establecida. Nosotros fuimos por ahí”.

El proyecto, que como otros de la agenda local del presente transita la desnudez, dado que el cuerpo ha vuelto a ser el gran paradigma del teatro, como pasa con el espectáculo de danza y movimiento Les Desnudes y con las obra de Proyecto Vestuarios, aunque cada uno con sus particularidades, llegó a su estreno luego de un largo proceso de trabajo y de una muestra inicial en abril de 2022. “En un principio queríamos ver qué pasaba con la gente y la respuesta fue muy buena e inmediata; ya de ese momento invitábamos a las y los espectadores a sumarse al nudismo en caso de que quieran hacerlo, más allá de que no es excluyente. El cierre del año pasado fue con una función en diciembre, y recién ahora arrancamos con lo que podría ser una temporada invitando abiertamente al público a que venga a vernos. La intención es que actores y espectadores podamos disfrutar de un espectáculo desnudos en un lugar seguro, cálido, en la más absoluta comodidad; hay un promedio de media sala desnuda y media sala vestida, todos mezclados, y es una experiencia hermosa y para todo el mundo, más allá de que no pueden asistir menores de edad. En el público hay de todo: gente que se anima al desnudo en público por primera vez y grupos de nudistas para los cuales éste es su modo de vida y están felices de que apareció esta propuesta. Incluso muchos, después del final del espectáculo, se quedan un rato más charlando, tomando algo y hablando de la experiencia que hoy está muy lejos de aquella idea de Hamlet y es un espectáculo comercial, sin temerle a esa palabra, algo que compartí desde el comienzo con Germán Geminale, que entre otros es parte del elenco y está en el proyecto desde el comienzo y lo apoyó muchísimo”.

En el mismo sentido, el creador habló de las trabas burocráticas que atraviesan estos dos hermanos en la ficción que, en definitiva, no son muy distintas que aquellas que deben enfrentar los responsables de un espacio cultural autogestivo. “Obviamente esa bajada de línea está; los problemas con la habilitación de esta posada son muy parecidos a los que vivimos cuando queremos habilitar una sala de teatro independiente en Rosario con todo lo que nos piden. Y el miedo siempre es la posibilidad de una clausura, algo que también compartimos los gestores de salas con los personajes de esta obra: ellos están en un pueblo pequeño, pacato; nosotros en una gran ciudad que sigue siendo un pueblo grande. Por eso aquí también aparece esto de «qué van a pensar mis colegas o mis amigos, e incluso la familia» respecto de lo que estamos haciendo”.

Finalmente, el actor y director no le corrió el cuerpo a la idea de un cierto morbo que activa el interés de las y los espectadores en un lugar donde, más allá del delantal, hasta las mozas dejan de lado la ropa: “Obviamente que sabemos que eso está, indefectiblemente, pero se desactiva en minutos porque aparecemos desnudos desde el minuto cero de la obra; somos cuatro personajes fijos, los hermanos de la posada y la pareja que llega, y en cada función hay dos personajes invitados que van a ir cambiando. Invitamos a las y los colegas a participar y a vivir esta experiencia de contar una historia donde todos estamos desnudos. Creo que más que morbo lo que se genera es una gran curiosidad y también creo que hay gente que no le interesa esta propuesta y que no va a venir y está bien que así sea. Pero también están los que quizás vienen por el morbo de los desnudos y después se terminan enganchando con la comedia y la pasan genial, y ni se acuerdan que estamos todos desnudos. Incluso hubo gente que vino a ver la obra por segunda vez, porque ya sabía de qué se trataba, y se animó a sacarse la ropa y a vivir esta experiencia en la más absoluta libertad y diversidad, porque además los cuerpos son los cuerpos reales, acá lo hegemónico de la desnudez ni siquiera es un tema que nos interpela”.

Para agendar    

Q’alay se presenta todos los jueves, desde la 21.30, en La Tornería Espacio Cultural (Pasaje Ámsterdam 1113, Sarmiento al 4800). La información para la reserva de entradas se realiza a través de Instagram  https://www.instagram.com/qalay.posada/ o bien a través del contacto +54-341-3066037

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