Ana Clara Pérez Cotten – Telam
Como si fuera un auténtico tercer tiempo a jugarse después de cada uno de los partidos de la Selección Nacional en el Mundial de Qatar, los hinchas crearon memes, reversionaron el «andá pallá, bobo» de Messi, tomaron fotos de impronta icónica, entonaron canciones que se volvieron hits en todo el país y recopilaron información histórica para iluminar una trayectoria y alimentar así un repositorio colectivo que hizo florecer la cultura popular previo al partido ante Francia, cuya victoria le permitió a Lio Messi y compañía alzarce con la tercera Copa del Mundo para el país.
Un dato a remarcar es que la Academia Argentina de Letras incorporó en 2018 la expresión «estar re manija» para referirse a quien está «muy excitado o entusiasmado por algo» pero el concepto parece haber cobrado el esplendor en su significado recién en diciembre de 2022.
En cada rincón de la Argentina y también en los estadios de Qatar donde la hinchada albiceleste brilló con entusiasmo y alegría una sintonía de sentimiento: estamos manija. Y aquello, parece ir más allá de haber llegado a la final o de la celebración de un equipo virtuoso. Ni hablar de haber ganado el Mundial.
Con una grieta adelgazada, una impronta corporal de destape tras lo peor de la pandemia y también con un registro que celebró la argentinidad lejos del chauvinismo más básico, el Mundial reveló un semillero de talentos artísticos que convocó incluso a aquellos a quienes el fútbol habitualmente no les interesa.
«Pase lo que pase el domingo, nunca olvidemos lo felices que fuimos estos días», había dicho el escritor Enzo Maqueira, en una reflexión que reparó en lo complejo de hacer lugar a la felicidad. La idea puede rastrearse en El malestar en la cultura, cuando Sigmund Freud trabaja sobre una idea de Goethe: «No hay nada más difícil de soportar que una serie de días hermosos».
El «espíritu manija» acompañó a la Selección con creatividad para «soportar» esta serie de días hermosos en los que Lionel Messi, quien amplifica su virtuosismo con más seguidores en Instagram que toda la selección francesa junta, cumple la última etapa del clásico arco narrativo del «viaje del héroe» en la literatura y el cine. El descubrimiento, la superación y -entre goles, gambetas, el gesto del Topo Gigio y el «andá pallá bobo»- va ahora por la gloria a los 35 años.
El «espíritu manija» se multiplica en las redes, pero las trasciende y empapa lo cotidiano. A pesar de que los jugadores y los hinchas entonan el himno con mística en cada encuentro, el verdadero himno -la canción «Muchachos, esta noche me emborracho» de La Mosca reformulada como «Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar» gracias a la versión que escribió post Copa América un docente llamado Fernando Romero- se versiona y canta con lógica viral.
La canción «Muchachos», en versión de La Mosca, es la más escuchada por Spotify en Argentina
En las graduaciones escolares, tarareada por las calles de la ciudad, durante recitales como los de Fito Páez y de Wos, o cantada por el coro de niños y niñas del teatro Colón, y hasta de puño y letra por Thiago Messi, «Muchachos» se convirtió en la banda de sonido de un diciembre que depuso la decoración navideña en pos de las banderas y las camisetas.
En las últimas instancias de la Copa apareció «Abuela la la la», el hit viral protagonizado por una mujer de 76 años que no tiene nietos pero que salió a celebrar con barbijo junto a sus vecinos de Liniers después de cada partido, sumó a los adultos mayores al festejo, después del riesgo y el encierro de la pandemia.
Violeta y Gonzalo son los protagonistas del beso arrebatado en la cima de un semáforo que registró la fotógrafa Florencia Domínguez en la esquina de 7 y 50 de La Plata durante los festejos tras el partido con Croacia. «Había tanta gente que quedé atascada y no pude avanzar más. Miré para arriba y los tenía ahí nomás. Les saqué 4 fotos, las 3 previas al beso y la que finalmente publiqué», contó a Télam la fotógrafa, quien en pocos días vio cómo su captura se hacía viral y llegaba, además, a los diarios del mundo.
Para Domínguez, se combina algo epocal con la impronta de la Scaloneta: «Viven esto como si fueran un curso en un viaje de egresados. Se nota que son un grupo unido y eso habilita a que el código entre todos los que lo miramos de afuera sea el que se da por estos días».
La cultura popular se nutre también de los bordes y hace lugar al pensamiento mágico. «La brujineta» -un colectivo de adivinas y astrólogas que decidió «congelar» al arquero de Polonia para lograr que Argentina pudiera anotar y que llegó a las páginas del diario francés Libération- también acompaña a la Selección. Más ortodoxos, con cábalas, antimufas y apuestas, confesados o secretos, los hinchas apuntalan al equipo.
«Si bien siempre un Mundial se vive de manera apasionada, este para nosotros es particular porque el equipo está muy bien, se nota que el grupo es muy lindo y además es el último mundial de Messi (que además está jugando su mejor Mundial, por lo que todo se agiganta). Por otro lado, el uso de las redes sociales, cada vez incluye a más gente, de todas las edades y verdaderamente se vuelve un aleph cuando hay un acontecimiento», aseguró el escritor Edgardo Scott, autor de las novelas Luto y El exceso y de los ensayos Caminantes y Contacto.
Scott, radicado en París desde hace años, sigue a la Selección con apego y alienta desde las redes sociales. Le interesa, sobre todo, asumir una «posición lectora» ante el cúmulo informativo: «Hay una hiperproducción de contenidos todo el tiempo, ya no es la era de la información sino de la hiperinformación, y por eso creo que es clave la cuestión de la lectura. Es importante que podamos generar una hiperlectura para toda esa hiperinformación, porque si no los estímulos predominan, nos anestesian, y nos vuelven meros reproductores».
«No recuerdo desde el 86 sentir que una Selección fuera tan sólida. Nos ha reconciliado y puesto de acuerdo a todos los futboleros, y en un país con diferencias políticas tan importantes que todos los que amamos el fútbol estemos en el mismo bando ya es una enormidad», adviertió, en clave futbolística, sobre la Scaloneta.
No lo inquieta estar en París para la final contra Francia; allá no lo viven igual: «Festejan y se reúnen pero sin la emotividad y la expresividad que le ponemos nosotros. Por ejemplo, siguen usando mucho el SMS y no tienen este boom en las redes sociales porque ponen muchos más filtros para el contacto personal. A nivel de la efusividad, la experiencia es incomparable».
«Hemos puesto en escena un hermoso Truman Show estas semanas. Quienes viven afuera y vinieron de visita creen que siempre estamos así, eufóricos, de acuerdo en todo, tirando para el mismo lado. Mirá si toman decisiones de vida basados en estos días felices», twitteó Karina Galperin, doctora en Letras por la Universidad de Harvard.
«Por un lado la Selección llegó a la final después de mucho desencanto primero e ilusión, después. Y por el otro, ocurre lo que viene pasando con las redes sociales: funcionan como un repositorio de la creatividad popular. Los chistes, los memes y todas las herramientas en las que ya estamos muy duchos y con destreza generan una suerte de explosión de expresión, se ansiedad, enojo e ilusión. Hoy tenemos capacidad técnica para ese tipo de expresión popular», analizó, en diálogo con Télam, sobre el «Truman Show» de estas semanas. Advierte, además, que el «espíritu manija» tiene dos tiempos: «Por un lado está el humor sincrónico durante los partidos y después, las redes se convierten en una enorme sala de espera en la que esperamos al próximo partido y procesamos lo que pasó».
Para el escritor y sociólogo Hernán Vanoli, el equipo ofrece una versión mítica y nueva de lo argentino: «No es el virtuosismo desperdiciado por la desorganización o canalizado por el genio heroico y rebelde, sino el de la mística colectiva organizada alrededor del diferente con una maquinaria que lo potencia. Es un mito más solidario y posmoderno que el anterior pero su fundamento sigue siendo rebelde y tercermundista. Dice: el origen no solo es imborrable, es lo que da sentido a la vida a través de las diferencias».
El escritor, poeta y ensayista Walter Lezcano propone leer la Scaloneta en clave literaria. «Es un equipo intergeneracional que conjuga a los que se están yendo -la generación de Di María y Messi- y a una generación que está llegando -la de Julián Álvarez y Dibu- Todos nos estamos identificando con esa dinámica porque, como los mejores libros, deja espacio para que el lector pueda depositar su propia experiencia», sostuvo.
Lezcano sostiene que, además, estamos viendo en vivo «la humanización de un prócer de hielo»: Messi. «Los que vivimos las instancias icónicas de Maradona, nos enamoramos de este Messi terrenal y bocón, que parece otro que el del Mundial anterior. Entonces, ahí se produce una erótica con la hinchada», aseguró.
Lezcano encuentra otro aspecto literario en la narrativa de la Selección y lo emparentó con el escritor chileno Roberto Bolaño. «Messi pelea contra la muerte de la misma forma en que lo hizo Bolaño cuando escribió 2666. Bolaño sabía que se iba a morir en cualquier momento y por eso, contrarreloj, se volvió un gran escritor y nos dejó 2666. Messi sabe que este es su último Mundial y lucha contra su propia muerte deportiva, que es la del mejor jugador de fútbol de este milenio», analizó. «Nos deja una reflexión de cómo la muerte se mete en nuestra vida y de cómo podemos burlarla, ya que no podemos vencerla. Messi sabe que alzando la copa se le puede mojar la oreja a la muerte», dijo Lezcano para tratar de entender la sintonía con un equipo que logró «un guiso muy espeso de experiencias en el que todos sentimos que podemos mojar el pan, ser parte».
Aun cuando es difícil «soportar que una serie de días hermosos», el ingenio popular se las ingenia para lograrlo consciente aún puede haber más.