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Qué conductas adoptó la ciudadanía frente a la inflación y qué cambió en la calidad de vida

Un trabajo de investigación expuso las estrategias adoptadas para combatir aumento de precios, y la satisfacción que tiene la gente sobre la oferta laboral y comercial en su localidad. El 55% se mudaría de donde está

El nivel de inflación que soporta la sociedad argentina, sobre todo durante el último año, obligó a adoptar conductas y comportamientos específicos para sostener la economía cotidiana. En ese intento, se profundizó la búsqueda de ofertas en supermercados, recorte sobre gastos más allá de los de primera necesidad, financiación de compras y retraso en el pago de impuestos.

Se trata de un relevamiento que realiza habitualmente la Fundación Colsecor con un trabajo de campo encabezado por el politólogo Mario Riorda, en el que indagan sobre un conjunto de indicadores y percepciones referidos al bienestar en la vida cotidiana, así como la satisfacción con el lugar donde se habita.

Además de las nuevas costumbres adoptadas frente a la inflación, la potencialidad migratoria fue otro de los tópicos que abordó la investigación realizada por tercer año consecutivo. En ese marco se indagó en localidades de más de 100.000 habitantes sobre las posibilidades de mudarse a una localidad más pequeña y en aquellos lugares pequeños, medianos e intermedios, la consulta fue a la inversa.

Al ser consultados sobre la posibilidad de mudarse a una ciudad más pequeña, el 55% de los participantes manifestó que seguro o muy probablemente se mudaría, en concordancia los resultados de las ediciones del 2020 y 2021, cuando ese porcentaje fue del 52% y 54% respectivamente. En contraste, sólo el 38 % de quienes viven en localidades medianas y pequeñas se iría a una más grande, frente al 49% del 2021 y el 37% del 2020.

La encuesta también se extendió a preguntas sobre satisfacción en calidad de vida, oferta laboral y comercial, con el común denominador de que la satisfacción disminuyó respecto a años anteriores, pero además, el malestar es más profundo en las grandes ciudades que en los pequeños conglomerados.

Por otra parte, hubo una consulta relacionada específicamente a la posibilidad de abandonar el país. A grandes rasgos, las respuestas sostienen los números de los últimos dos años: la mitad de los encuestados quiere irse o se iría, mientras que la mitad restante probablemente o con seguridad no lo haría.

Inflación

Esta encuesta anual que intenta medir la calidad de vida en ciudades y pueblos, este año introdujo el tópico que consideraron “de alta preocupación” y tiene que ver con las estrategias que adoptaron ciudadanas y ciudadanos ante la elevada inflación.

En ese sentido, se encontraron con que la estrategia principal a la que apelaron los encuestados para combatir la suba de precios fue la búsqueda de ofertas en negocios o supermercados.

Esta conducta fue adoptada casi en la misma proporción en superficies con menos de 10 mil habitantes como en las de más de 100 mil. En su mayoría por mujeres de la franja etaria de 40 a 59 años.

Rankeó entre las primeras respuestas la compra comunitaria, es decir con otras familias y vecinos, de manera que todos se adaptan a lo que consume la mayoría. Algunos reconocieron que cambiaron su lugar de residencia, el colegio de sus hijos o cortaron con actividades recreativas.

La reducción de salidas y compras de bienes no considerados como de primera necesidad fueron otra variable de ajuste para los consumidores en su lucha contra la inflación. Tanto en grandes ciudades como en pequeñas, pero con la particularidad de que en su mayoría fue la opción para los mayores de 60 años.

Financiamiento en compras y retraso o incumplimiento en pago de impuestos fueron otras de las principales respuestas por parte de los encuestados a la hora de reconocer alternativas para hacer frente a la inflación.

También estuvieron aquellos que reconocieron que ante el fenómeno inflacionario decidieron resguardar sus ingresos comprando bienes, mientras que otra de las opciones en ese sentido, fue la compra de dólares por parte de quienes cuentan con la capacidad de ahorro suficiente.

Calidad de vida

Uno de los aspectos centrales de esta encuesta que se realiza hace dos años, tiene que ver con analizar la calidad de vida de las personas y evaluarla también en función del lugar en el que residen y su edad.

Gráficos elaborados por Fundación Colsecor

 

Más adelante queda expuesto un contraste cuando se les consulta si abandonarían su lugar de residencia para irse a otro de distintas características. Consultados sobre la posibilidad de mudarse a una ciudad más pequeña, el 55% de los participantes manifestó que seguro o muy probablemente se mudaría, en concordancia los resultados de las ediciones del 2020 y 2021. En contraste, sólo el 38 % de quienes viven en localidades medianas y pequeñas se iría a una más grande, frente al 49% del 2021 y el 37% del 2020.

En el apartado referido a la satisfacción con la oferta laboral hubo un importante retroceso respecto a los últimos dos años. La conformidad al respecto cedió terreno ante la disconformidad, particularmente en las ciudades de más de 100 mil habitantes.

Algo similar, aunque en menor medida sucedió cuando se les preguntó sobre el nivel de ingresos. Si bien se mantiene cierta satisfacción, son menos los que se muestran muy satisfechos en relación a lo que perciben. Cabe destacar una importante reducción de quienes contestaron que no trabajan o no perciben ingresos.

Otra de las cuestiones que refleja lo que sucede en la economía argentina, tiene que ver con la oferta comercial. En ese sentido, se destaca una notable insatisfacción que fue creciendo en los últimos dos años, con la particularidad de que hay una mejor percepción en las grandes ciudades.

Respecto a la posibilidad de acceso al crédito, se redujo significativamente la satisfacción. Mientras en 2020 casi la mitad de los encuestados manifestaban cierta conformidad, durante esta última encuesta, se redujo casi al tercio de consultados.

Por último, aparece una temática recurrente en la sociedad argentina. Ante la posibilidad de irse del país, poco más de la mitad contestó que sí o que probablemente lo haría. El resultado no varía tanto respecto al año anterior, pero sí respecto a 2020, donde más de la mitad no tenía en mente emigrar.

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