Bioeconomía
“Para cambiar el mundo hay que hacer ruido”. Roger Hallam es el autor de esta frase y uno de los fundadores de Extinction Rebellion, un grupo que desde hace días está paralizando varios puntos del centro de Londres en una protesta prevista hasta este lunes 29.
Se trata de un movimiento social creado en Reino Unido que tiene por objetivo influir sobre las políticas medioambientales globales mediante la resistencia no violenta. Desde el inicio de las protestas en la capital británica, el pasado lunes 15, participaron miles de activistas y hubo más de 400 detenidos por cortes de calles.
En los días que quedan de protesta, la organización tiene en agenda interrumpir el servicio del metro londinense, decisión que le restó apoyo y generó cuestionamientos. El alcalde de Londres, Sadiq Khan, dijo que, aunque compartía “la pasión” de los activistas, estaba “extremadamente preocupado” por los planes de alterar el transporte público.
Las primeras acciones de la organización tuvieron lugar en el Reino Unido en 2018, como reacción al lento avance en el tratamiento de políticas ambientales.
Entre otras cosas, los miembros del grupo cortaron puentes, volcaron baldes de sangre (falsa) en las afueras de Downing Street (la calle céntrica donde están las oficinas de la primera ministra Theresa May y del Ministerio de Hacienda, entre otras oficinas clave) y aparecieron semidesnudos en el Parlamento.
Ellos mismos se definen como “un movimiento internacional que utiliza la desobediencia civil no violenta para lograr un cambio radical con el fin de minimizar el riesgo de extinción humana y colapso ecológico”.
“Creamos colectivamente las estructuras que necesitamos para desafiar el poder. Cualquiera que siga nuestros principios y valores puede actuar en nombre de Extinction Rebellion”, afirman en su sitio web.
—¿Y cuánto tiempo tienen previsto llevar a cabo sus protestas?
—Desde el 15 de abril de 2019 hasta que ganemos.
Aunque donde ha demostrado más fuerza el movimiento ha sido en Londres, también se organizaron protestas en nombre de Extinction Rebellion en ciudades europeas como Bruselas, Berlín, Estambul, Edimburgo, Barcelona y Lisboa.
Los organizadores aseguran que las manifestaciones se extendieron a más de 80 ciudades de 33 países distintos. Y que la organización también hizo pie en Estados Unidos, en ciudades como Seattle y Nueva York.
En cuanto a Sudamérica, su difusión es todavía muy modesta, aunque tienen grupos locales en Bogotá, Colombia (bajo el nombre de Rexistencia contra la Extinción), Santiago de Chile y San Pablo, Brasil.
En su página web resumen sus exigencias en tres puntos:
- Los gobiernos deben decir la verdad y declarar una emergencia climática y ecológica, trabajando con otras instituciones para comunicar la urgencia del cambio.
- Detener la pérdida de biodiversidad y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero para 2025 en Reino Unido.
- Crear una Asamblea Ciudadana que guie al gobierno y decida los cambios necesarios sobre el clima y la justicia ecológica.
Sin embargo, estos planes parecen poco factibles, según los análisis del Centre for Alternative Technology (CAT), una organización dedicada a investigar soluciones positivas para el cambio ambiental.
Llegar a cero emisiones netas de carbono en 2025 sería un objetivo extremadamente difícil para el Reino Unido, dado que actualmente el gobierno está trabajando en un plan que fija esa meta para 2050. Adelantarlo un cuarto de siglo significa –advierten– avanzar en políticas radicales en todo el país. Por caso, los investigadores de Zero Carbon Britain, un proyecto del CAT que promueve una sociedad sin emisiones, sugirieron que para llegar a cero emisiones Reino Unido necesitaría unos 130.000 generadores eólicos más de los que tiene, lo cual implica de ahora en más instalar 60 por día, todos los días, durante los próximos seis años.
Además, habría que reemplazar todas las calderas de gas por electricidad, y tendría que aumentar masivamente la energía renovable, en una escala nunca vista, para satisfacer la demanda adicional.
Finalmente también apuntan que la población debería cambiar su dieta y consumir menos carne y productos lácteos.
Pero Gail Bradbrook, cofundadora de la organización, apela al compromiso de los políticos.
“No es el momento para ser realistas, es el momento para que la humanidad cambie completamente de rumbo”, sostuvo.
Y añadió: “No se trata de poner paneles solares en algunos techos. Lo postergamos tanto que ahora tenemos que hacer algo casi milagroso para abordar esta situación”.
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