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Qué hacemos con Vicentin: el objetivo debe ser recuperar la administración de la riqueza nacional

La decisión del presidente Alberto Fernández suscitó un debate que los argentinos nos debemos desde hace muchos años. Aunque la cuestión se llenó de operaciones mediáticas, el hecho más importante es la posibilidad de que los argentinos tomemos conciencia de la importancia del sector agroexportador

Esteban Guida y Rodolfo Pablo Treber   Fundación Pueblos del Sur (*)

Especial para El Ciudadano

La decisión del presidente de la Nación, Alberto Fernández, de intervenir la empresa Vicentin SAIC, suscitó un debate que los argentinos nos debemos desde hace muchos años. Aunque la cuestión se ha plagado de operaciones mediáticas y discusiones procedimentales, el hecho más importante resulta ser la posibilidad de que los argentinos tomemos conciencia de la importancia que tiene el sector agroexportador para los intereses de la Patria. En esta cuestión, el papel que juegue el Estado resulta crucial, tanto con su participación activa como con su ausencia.

Como suele ocurrir con otros temas económicos, la confusión entre medios y fines aparece como un virus que se propaga rápidamente a través de los medios de comunicación. Esta distracción genera confrontaciones que desvirtúan el objetivo central de la intervención, que sin dudas es, recordando la frase del presidente Juan Perón, “poner la manguera a que chorree para adentro”.

Intervenida Vicentin, y haciendo foco en los fines prácticos, estamos ante una gran oportunidad para empezar a ordenar el comercio exterior de granos y manufacturas de origen agropecuario en términos del interés nacional, hecho que resulta de suma importancia para encarar con éxito un proyecto de desarrollo con justicia social.

El caso revela que desde hace muchos años el Estado ha hecho ojos ciegos y oídos sordos sobre una actividad que, además de la producción agrícola, involucra miles de productores y trabajadores, pero también la seguridad nacional, generación y fuga de divisas, la logística nacional e internacional, el narcotráfico, la evasión fiscal a gran escala, las maniobras especulativas contra el mercado cambiario y, como si todo esto fuera poco, el alimento para millones de personas. Por eso, si abordamos la cuestión en su verdadera magnitud e importancia, podremos ver “el elefante” que nos está pasando por delante de la cara sin darnos cuenta.

Hoy, más que discutir los procedimientos formales, tenemos que estar seguros y convencidos de lo que hay que hacer. Entonces, seguramente, encontraremos menos divisiones entre los argentinos en la necesidad de defender los intereses nacionales; y eso, en la práctica, se logra desde adentro de la actividad, conociéndola y conduciéndola con manos patriotas, idóneas, que hagan de Vicentin un caso testigo, un ejemplo de empresa y un punto de referencia para controlar a las que tienen poder suficiente para forzar el mercado (y la política) hacia su favor.

¿Y para qué una empresa testigo, una firma referente en el mercado local, orientada al interés nacional? Por varios motivos:

  • Porque el 75% de las exportaciones agrícolas del país son realizadas por siete empresas multinacionales que acaparan las divisas que la Argentina necesita para promover un modelo de desarrollo nacional, industrial, y alcanzar el pleno empleo. Con una empresa dentro de ese sector estratégico se puede controlar y evitar la fuga legal e ilegal de divisas, y así reducir el poder especulativo que tienen las empresas agroexportadoras sobre el mercado cambiario.
  • Porque por la implementación de un modelo político ajeno a intereses nacionales, de economía primarizada y libre mercado, el Estado no realiza ningún control efectivo sobre lo que entra y sale de los puertos de estas empresas. Es la triste realidad desde las desregulaciones y privatizaciones de la década del 90 para acá, un Estado desguazado y cómplice de los grandes capitales extranjeros. Aunque parezca mentira, conocemos lo que estas empresas exportan por una declaración jurada que ellas mismas emiten… Un cambio drástico en este mecanismo es urgente, pero no es suficiente con inspectores que difícilmente puedan resistirse al poder económico; por eso, desde adentro, serán más efectivos los mecanismos de control, y más probable eliminar cualquier tipo de práctica fraudulenta.
  • Porque se podría articular efectivamente con otros organismos públicos para mejorar la producción industrial de manufacturas agroalimentarias, generando valor agregado y tecnologías para mejorar la productividad y reducir el daño a la naturaleza. La participación y asociación de Vicentin con YPF Agro y el Inta puede generar economías de escala en la introducción de tecnologías y productos desarrollados por empresas públicas y estatales.
  • Porque a partir de introducirse en el mercado surge la necesidad de que la Argentina vuelva a pensar en la logística local e internacional, aspecto fundamental para la eficiencia y crecimiento de la cadena de valor agroalimentaria. En cuanto a lo local, mediante la articulación multimodal del movimiento de cargas, potenciando el sistema ferroviario para lograr más eficiencia, descongestión rodoviaria y beneficio ambiental. En cuanto a lo internacional, para impulsar la reconstrucción de una flota mercante nacional que nos permita obtener (liberar) divisas y potenciar nuestra industria naval, estratégica para cualquier proyecto de desarrollo nacional. El abandono deliberado del Estado argentino en este campo, nos deja a merced del interés de las empresas extranjeras y genera un quebranto anual de 7.000 millones de dólares en concepto de pago de fletes por nuestras importaciones y exportaciones.
  • Porque obteniendo el detalle, desde adentro de la actividad, de la estructura de costos, precios y margen de ganancia, se podría dilucidar y exhibir la trama ilegal de lavado de dinero y evasión impositiva que caracteriza al sector, como también prevenir las maniobras especulativas respecto de los precios de los alimentos, con fines económicos y/o políticos. Demostrar, y dar a conocer públicamente, que el porcentaje de ventas “en negro” que pasa por estas empresas es muy importante; y así, dejar al descubierto la inacción y complicidad de los sucesivos gobiernos (en sus tres niveles) por no decidir investigar el tema. Con una empresa participando en el sector, dirigida por argentinos que representen los intereses nacionales se podrá abordar las causas del problema y no habrá excusas para avanzar sobre la resolución definitiva.
  • Porque aunque Vicentin acapare, en la actualidad, el 9% del mercado local de granos, cereales y aceites, bien puede generar incentivos económicos con precios de referencia que le permitan rápidamente ganar más participación en el mercado, al mismo tiempo que se beneficia a los productores agropecuarios más pequeños orientando sus compras para desconcentrar la producción. Con Vicentin aplicada al interés nacional, los pequeños productores podrían tener una chance de eludir los condicionamientos, y bajos precios, de los intermediarios impuestos por las multinacionales como parte de su estrategia financiera de evasión y aumento desmedido del margen de ganancia.

Vale aclarar y tener presente, que un proyecto de este tipo, se enfrenta a la amenaza de que las otras empresas busquen “voltear” esta iniciativa, en miras a eliminar un mal precedente de intervención en un mercado del que se adueñaron a nivel mundial. El capital multinacional será el primer interesado en que no quede un antecedente digno y exitoso de la participación pública y estatal. Por eso, es necesario incorporar esta acción política dentro de un plan integral para que la regulación del comercio exterior sea eficaz.

Por la importancia y magnitud de este proyecto, si se lo aborda en este sentido, se necesita inevitablemente la participación de todos los sectores productivos y trabajadores. Las discusiones sobre las formas deben ser secundarias al objetivo central de recuperar la administración de la riqueza nacional.

(*) fundacion@pueblosdelsur.org

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