Una conexión y un respiro de Peppa Pig. Eso encuentra Laureano cuando pone la serie Guerra de los Clones de Star Wars en la tele y su hija de 4 años Irene no protesta. Se divierten. Ella reconoce todos los personajes en la pantalla. También sabe que su papá es un caballero jedi. Otros días es un mercenario intergaláctico. Laureano tiene cinco trajes de personajes del universo creado por George Lucas. El último, un jedi que aún no apareció en las películas, lo estrenará el jueves en la 8ª convención internacional de historietas Crack Bang Boom.
“Hay gente que se la rebusca para ir a la cancha o al TC2000. Yo hago esto”, cuenta a El Ciudadano Laureano y dice que tardó dos meses en armar cada traje. Los cosió con una máquina que le dio su mamá. En los detalles lo ayudó un grupo que no sólo comparte el amor por la saga sino conocimientos en electrónica y otros materiales: Star Wars Base Rosario.
Laureano es profesor de Filosofía. Tiene 39 años y da clase en cuatro colegios. Desde hace un año también enseña los conceptos básicos de cómo ser un jedi a los más chicos cada vez que el grupo de fanáticos de la ciudad se presenta.
La nueva esperanza
Base Rosario nació en 2008 en la cabeza de cuatro o cinco coleccionistas rosarinos que intercambiaban figuras de acción, libros y películas, sobre todo de Star War. La mesa sumó sillas. Pasaron a reunirse en un patio de comidas de un supermercado cada 15 días. Discutieron el renacer de la saga con el episodio I, II y III durante la década pasada. Se juntaron para ver las nuevas ediciones en Blu Ray.
Debatieron de cómo iba a cambiar las cosas cuando Disney tomara la franquicia. Además de información y opiniones pusieron sobre la mesa lo que sabían. Algunos con oficio y otros con un título universitario. La electrónica, la alta costura y los contactos con otros coleccionistas se mezclaron con la biblioteca universal de internet. Tutoriales para hacer pistolas falsas y donde conseguir el mejor casco de un Stortrooper circularon dentro del grupo. Hoy la mayoría de los integrantes de Base Rosario tiene al menos un traje de un personaje en el armario. Los hicieron en sus casas y los usan. No son disfraces. Tienen que parecer y ser. Ropa y actitud. La disciplina se llama cosplay y es lo más llamativo de los festivales como la Crack Bang Boom que habitualmente cierra la convención con un certamen donde se elige el mejor.
Ser más
En 2014 Base Rosario decidió salir al público y conectar a los fans de la ciudad y la región. Además de la CBB, participaron de campañas de salud por el Día del Niño en hospitales. Visitaron las salas pediátricas y terminaron recorriendo todos los pisos. “Star Wars es verdaderamente apta para todo público”, dice Guillermo Azcurra, el coordinador del grupo. Él está dentro del traje de Darth Vader, el más requerido para una foto y el enemigo final de la escuela jedi, donde enseñan a los más chicos a usar un sable laser y aprender los conceptos básicos en la saga –ver recuadro–, entre otros, que un jedi nunca ataca. Solo se defiende.
Azcurra entró hace 3 años al grupo con la idea de ser Darth Maul, el villano de La Amenaza Fantasma y recuerda que la primera vez que se puso el traje de cuero, las armaduras de fibra de vidrio y el casco de Darth Vader el calor era insoportable. Le empañó el visor. La siguiente vez le sumó unos ventiladores de computadora y hasta una placa de sonido para emular la pesada respiración de lo que queda de Anakin Skywalker. Conocía la solución porque trabaja en un local de reparación de teléfonos celulares.
La popularidad de Base Rosario creció. Empezaron a hacer encuentros propios para mostrar colecciones, sacarse fotos con fans, jugar con los más chicos. Pidieron las instalaciones del Complejo Astronómico varias veces y el parque Urquiza vio desfilar a tropas del Imperio y criaturas de Tatooine. En mayo 1.300 personas celebraron en la explanada del Planetario los 40 años de la primera exhibición de la película que inició todo: el episodio IV.
Hoy Base Rosario tiene 30 miembros y costea los viajes a festivales a la Comic Con de San Luis o el Festival Alienígena de Capilla del Monte con dinero de presentaciones en bares o salones de fiestas. El resto de las apariciones son para conectar fanáticos y, las más de las veces, sumarse a una actividad benéfica.
Hay equipo
El grupo tiene una princesa Leia, un Obi Wan Kenobi y hasta un R2D2, vulgarmente conocido como Arturito por una coincidencia fonética entre el inglés y el castellano. El robot fue construido por un ingeniero eléctrico de Rosario y funciona con radio control. El jueves presentarán a un Luke Skywalker y un nuevo androide, entre otras sorpresas dentro del stand que tendrán en la Crack Bang Boom. Prometen recrear la escena del bunker de Endor donde los rebeldes logran destruir el escudo protector de la segunda Estrella de la Muerte en “El Regreso del Jedi”.
El viernes armarán una fogata ficticia para invitar a los más chicos a una reproducción del episodio 6. Se sumarán a una iniciativa internacional Star Wars Reads Day donde se promueve la lectura. Si es posible sobre algo que pasó “Hace mucho tiempo en una galaxia lejana…”.
Detrás de la fuerza
Laureano tiene una página de Facebook donde comparte reflexiones sobre la ciencia ficción y trata de relacionarlo con autores de la filosofía. “En Star Wars hay mucho del maniqueísmo, una corriente de pensamiento de la Edad Media que habla de una batalla entre cuerpo y espíritu. En la saga hay un héroe (Luke Skywalker) que por esfuerzo, trabajo, introspección y respeto a los más experimentados supera sus problemas y hasta puede traer de la oscuridad a su padre. Incluso permite transcender la vida. Ese es el verdadero poder de la fuerza”, explica Martínez sobre la escuela jedi, una forma de incluir a las nuevas generaciones.
“Los fanáticos de Star Wars tienen de 20 años para arriba”, dice. Para el profesor, cuando Disney tomó poder de la franquicia en 2012 completó la historia original con historietas y también intenta hacer relatos que puedan divertir a generaciones separadas por años. Algo similar a lo que propuso el estudio Pixar.
El sábado Martínez dará una charla dentro de la CBB sobre George Romero, padre de la filmografía zombie y su relación con el marxismo.