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“Que los delitos sexuales sean de lesa humanidad”

Stella Hernández, víctima de violaciones durante la última dictadura, declaró en el marco de la causa Feced III.

La periodista Stella Hernández declaró este miércoles en la causa Feced III y pidió que todos los casos de violencia sexual en los centros clandestinos de detención sean juzgados como delitos de lesa humanidad, tal como sucede en su caso, donde el acusado es el represor Mario “El Cura” Marcote.

Hernández, secretaria de Organización del Sindicato de Prensa de Rosario (SPR), es la tercera vez que declara. En 2010, nombró a Marcote en su declaración en la causa Díaz Bessone, pero el cargo quedó caratulado como un tormento más y no como un delito de lesa humanidad.

En 2011, las abogadas querellantes Gabriela Durruty y Jesica Pellegrini comenzaron una querella particular contra Marcote, que finalmente prosperó. Esta es la primera vez que se juzga un caso de violencia sexual como delito de lesa humanidad en los Tribunales Federales de Rosario.

“No hay grandes diferencias en las condenas, pero como manifestó el movimiento feminista, es una cuestión de llamar a las cosas por su nombre. Es darle una mirada de género”, dijo la abogada Durruty en diálogo con El Ciudadano.

La abogada querellante recordó que Hernández manifestó en su declaración que el hecho de ser mujer era “negativo” en el centro clandestino de detención del ex Servicio de Informaciones (SI), ya que estaba sometida a una violencia mayor que la que se ejercía en los hombres, y el jefe de las torturas consideraba que las mujeres tenían una tolerancia superior al dolor.

Hernández, quien además es secretaria de Comunicación de la CTA de los Trabajadores de Rosario, fue acompañada a los Tribunales por miembros del SPR y otros sindicatos, además de organizaciones de Derechos Humanos y movimientos feministas.

Con el pañuelo verde de la campaña por la legalización del aborto atado a su muñeca izquierda, Hernández llegó a los Tribunales y antes de ingresar a declarar agradeció “el aguante”. Además, dijo que todos estaban “haciendo fuerza para que haya justicia y para que los delitos sexuales sean considerados de lesa humanidad, porque eso son”.

“Es muy duro hacer el esfuerzo de recordar cuando uno intenta sobreponerse para poder seguir con la vida. Pero tomo el valor de hablar por las mujeres que ya no están y por las que aún no pueden hacerlo”, dijo Hernández en su declaración ante el tribunal, que le preguntó si iba a prometer o jurar por alguna de sus convicciones. Y ella respondió: “Juro por la lucha de las mujeres, las de ayer, las de hoy y las de siempre”.

Con precisión narró sus seis meses de detención desde el 11 de enero al 23 de junio de 1977, aportó muchísima información sobre los represores –apodos, nombres y apellidos, situaciones en las que intervinieron–, y las víctimas que conoció o de las que escuchó hablar y, una vez más, acusó a Marcote por violación mientras miraba la pantalla del televisor de la sala que reproducía su imagen, ya que se encuentra preso en Ezeiza.

Hernández militó en la Juventud Peronista desde los 16 años hasta los 19, momento en el que fue detenida. Trabajaba alfabetizando y dando apoyo escolar a los niños de distintas villas de la zona sur de la ciudad, entre ellas, Villa Magnasco. Al salir del cautiverio ingresó en la Facultad de Ciencia Política de la UNR, se recibió de licenciada en Comunicación Social, se desempeñó como periodista en los diarios Democracia y La Capital y jugó un rol de importancia en la Coalición por una Radiodifusión Democrática y en el Consejo Federal de Comunicación Audiovisual.

Cuando se reabrieron los juicios de lesa humanidad en 2006, reaparecieron testimonios de mujeres que habían sufrido violaciones en los centros clandestinos de detención.

Algunas de esas denuncias, como la de Hernández, ya habían surgido en declaraciones ante la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep) y en el Juicio a las Juntas Militares, en 1985, pero no habían sido consideradas como delitos autónomos.

Recién en 2010, se dictó el primer fallo que consideró a las violaciones como delitos de lesa humanidad, en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, que condenó a 11 años de prisión a Horacio Américo Barcos, un ex agente civil de Inteligencia, que falleció en 2012 mientras cumplía su condena en la cárcel de Las Flores de la capital provincial.

Barcos llegó a la causa acusado por el secuestro y torturas contra el profesor Alberto Tur (integrante de Ctera) y su esposa Amalia Ricotti, entre el 15 y el 31 de mayo de 1978.

“Era su especialidad”

Marcote era conocido como “El Cura” en los centros clandestinos de detención porque de su cuello colgaba un gran crucifijo. Hernández lo identificó en sus declaraciones como “un violador serial” y que la violencia sexual “era su especialidad”.

“No quiere decir que los otros no violaban, pero Stella deja en claro que Marcote lo hacía con frecuencia”, dijo a El Ciudadano la secretaria adjunta del SPR, Alicia Simeoni.

Causa demorada

La causa Feced III fue postergada tres veces y finalmente comenzó el 5 de abril pasado. Por esta causa se juzga a 13 policías. También iba a ser juzgado el cura Eugenio Zitelli, pero falleció en marzo pasado.

Zitelli fue capellán del Ejército e iba a ser el primer religioso juzgado en la provincia de Santa Fe por delitos de lesa humanidad durante la dictadura.

Además de Marcote, están imputados Carlos Ulpiano Altamirano, Eduardo Dugour, Julio Héctor Fermoselle, Héctor Oscar Gianola, Daniel González, Ramón Telmo Alcides Ibarra, José Rubén Lo Fiego, Lulio César Nast, Ovidio Marcelo Olazagoitía, José Carlos Antonio Scortechini, Ernesto Vallejo y Ramón Vergara.

La causa tiene 152 víctimas, entre ellas Hernández. Unos 50 testigos ya declararon en los Tribunales Federales desde el inicio del juicio. El tribunal está integrado por Lilia Carnero, Jorge Gallino y Osvaldo Facciano.

El día que Serrat llamó a Estella

Stella Hernández declaró en la causa Feced el mismo día que su ídolo musical Joan Manuel Serrat actuaba en Rosario. Ese día de 2010, envió una carta al representante del cantante catalán, recordando que sus canciones ayudaron a los detenidos a sobrevivir. Tras recibir y leer la carta, Serrat llamó a Hernández.

Según relató en ese momento el periodista de LT8 y Rosario 12 José Maggi, cuando Hernández escuchó el saludo “Hola, habla Juan Manuel Serrat”, sólo atinó a llorar.

“Mi nombre es Stella Hernández, soy de Rosario. El motivo por el que te escribo es para que le transmitas a Joan Manuel Serrat que el día en que cantó en mi ciudad, declaré en la causa por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura en la causa Feced. Y contarle que en mi declaración testimonial como ex presa política lo recordé. Fui secuestrada el 11 de enero de 1977, a los 19 años, en la cárcel clandestina donde estuve, cuando se podía –porque los guardias estaban en sus deleznables ocupaciones– cantaba sus canciones. Canté muchas, muchas veces “Para la libertad”. Era para un compañero muy torturado a quien lo afeitaba otro, porque tenía sus manos insensibles por los tormentos. Él se emocionaba con Miguel Hernández. Quiero decirle a Serrat que él también formó parte de nuestra inmensa capacidad y amor para sobrevivir, lo que nos permitió llegar hoy íntegras al reclamo de justicia”, decía textual la carta de Stella Hernández.

Hernández comentó a sus compañeros del Sindicato de Prensa de Rosario (SPR): “Serrat me dijo que estaba muy conmovido, que sabía que las canciones ayudan en muchas circunstancias difíciles, pero que era muy fuerte leerlo de una sobreviviente. Que me llamaba porque quería escuchar mi voz. Y yo ya no podía de la emoción de escuchar su voz. Un desborde de bondad de un grande que nos ayuda a todos a seguir en esta difícil pero reparadora instancia de Justicia”.

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