Por Ana C. Berdicever
Jorge Scrimaglio fue un arquitecto distinguido, pero para el público en general poco conocido ya que su arquitectura no fue comercial. Con grandes obras que lo han caracterizado, con marca propia y totalmente reconocibles. Defensor de la Reserva Natural de Granadero Baigorria, lugar donde construyó su primera casa cuando era estudiante. Solitario, inquebrantable, coherente. Scrimaglio falleció en noviembre de este 2024. Gerardo Caballero, arquitecto rosarino que vivió muchos años en Estados Unidos y que formó parte del Grupo R, rescató para El Ciudadano sus obras e intentó describir su esencia.
Casa Siri. Foto: Walter Salcedo
Capilla del Espíritu Santo. Foto Walter Salcedo
¿Quién fue Scrimaglio?
“Es un enigma, una persona que cómo decía el poeta Ezequiel Martínez Estrada: ‘Prefiero vivir en la intemperie´. Jorge también prefirió vivir en la intemperie en el sentido de ir por la vida sin ningún cobijo social, una persona que fue en solitario, de espíritu elevado”. Caballero trazó así el bosquejo de un perfil inabarcable, sentado en su estudio, frente a una amplia mesa con libros que también hablan de Scrimaglio.
Gerardo Caballero. Foto: Franco Trovato Fuoco
Jorge Enrique Scrimaglio nació en Rosario en 1937 y se graduó en la Escuela de Arquitectura de la ciudad en 1961. Murió el 12 de noviembre último. No era una persona pública. Sus obras trascendieron porque tal como dijo Caballero fue local y universal. Obtuvo el premio de la XI Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU) en 2019 y el Concejo Municipal lo reconoció como «arquitecto distinguido» el 14 de agosto de 2014.
Foto: Jorge Scrimaglio. Diario La Capital
La búsqueda de un lenguaje propio la inició con su primera obra, aún antes de graduarse, y fue la materialización temprana de una propuesta que busca vincular al hombre y la naturaleza. Se trata de la casa Yapeyú ubicada en la Reserva Natural de Granadero Baigorria construida en 1957 y que sufrió un incendio intencional en el año 1999.
En sus trabajos se deja ver la admiración por Frank Lloyd Wright, de quién aprendió una arquitectura inspirada en la naturaleza. Se emparenta también con la obra de Eduardo Sacriste, quien se fue a vivir a Estados Unidos y consideraba a Scrimaglio uno de sus discípulos. Por eso se dice que la obra de Scrimaglio es muy americana, alejándose de conceptos europeos.
Casa Siri. Foto: Walter Salcedo
Casa Siri. Foto: Walter Salcedo
El arquitecto italiano Enrico Tedeschi lo convocó para integrar sus talleres de enseñanza en la Universidad de Mendoza, donde era decano de la carrera de arquitectura.
El lenguaje buscado se basa en la explotación de las cualidades plásticas de los materiales, sus texturas, luces y sombras, junto a una concepción moderna del uso de las estructuras de hormigón.
Trabaja la resistencia del hormigón por su elasticidad, tensión y forma, sin concebir ni calcular piezas aisladas (base, columna, viga, losa). El ladrillo, considerado como el material de construcción fabricado por el hombre de mayor antigüedad, es su aliado.
Capilla del Espíritu Santo. Foto Walter Salcedo
Entre sus obras más importantes se destacan Yapeyú (1957), la Capilla del Espíritu Santo, en Rosario (1962), la casa Alorda (1968-1973) en Rosario, la casa Prieto (1975), la Estación YPF en Arroyo Seco (1983) que fue demolida y la casa Siri en General Lagos, un proyecto que quedó sin finalizar.
“Muy honesto, muy ético con sus creencias”, resalta Caballero y añade que más allá de la calidad de su trabajo como arquitecto, en sus obras se reflejan su pensamiento y creencias. “Él decía que hay que creer más en Dios que en el dinero como una declaración de principios”, agregó Gerardo.
Capilla del Espíritu Santo. Foto Walter Salcedo
La arquitectura es esencia no es apariencia
Gerardo Caballero recuerda que hace unos años Scrimaglio le dio un papel escrito a máquina bajo el titulo «El Poder de la Arquitectura». Una hoja A4 que digitalizó en su estudio y atesora en un archivo Word. “Allí describe claramente lo que piensa, eso que la arquitectura es esencia no es apariencia, es la descripción de estos edificios en donde la fachada está revocada y simula piedras pero no lo son. Él dice que esa apariencia tapa la verdadera arquitectura, que está detrás. Toda la técnica de la obra está tapada y camuflada. Y Scrimaglio utilizó una frase a la que yo también recurro como profesor: un caballo pintado a rayas no es una cebra. Ahí está la consistencia de su trabajo”.
Iglesia San Antonio Gianelli. Foto Walter Salcedo
Atemporal y fuera del mercado
Scrimaglio fue un arquitecto austero en el sentido de no malgastar en materiales, en usarlos cuidando el ambiente, el paisaje.
Preguntaba, por ejemplo, por qué el roble es más caro que el sauce?, ¿cuál es el motivo?, o planteaba que a las casas había que pintarlas con pintura a la cal porque así la pared respira y evita problemas futuros de humedad. La casa Alorda está construida con ladrillos y en forma de rombos que permiten transparencia y entrada de luz. Caballero rescata el uso creativo: “Es ladrillo, uno de los materiales más elementales, y sin embargo entrás en esa casa y es como una montaña donde el piso se hace techo. Otra virtud con la que trabajó ese proyecto es que hay una subversión, algo que parece ilógico y que se manifiesta muy lógico: esa casa está al revés, el patio delante y la casa después. Además, hay una lograda sensación de continuidad entre un espacio y el otro, entre una habitación y otra”.
Casa Alorda. Foto Walter Salcedo
Sustentabilidad y transparencias
El término sustentabilidad, tan en auge en los últimos tiempos, es un concepto ya presente en las obras de Scrimaglio.
Las transparencias en la arquitectura moderna corresponden a la utilización de una ventana grande. En las obras del arquitecto se puede apreciar la entrada de luz desde diferentes ángulos y con recursos pensados en el proyecto, no en el material en sí.
Casa Alorda. Foto Walter Salcedo
“La arquitectura tiene algo que es intangible, es algo inmaterial, eso es a lo que él llega, muy difícil de plasmar en una ambientación. Por ejemplo, está presente en la capilla de calle Esmeralda, la Iglesia San Antonio Gianelli. Vas caminando hacia el altar y te aseguro que es una sensación espacial muy particular, como de ascender. Creo que se da porque tiene unas paredes inclinadas que trabaja a conciencia. Entonces, la luz va entrando por detrás y es muy distinto ir al altar que volver, son dos situaciones muy diferentes. Los ladrillos siguen la inclinación de la cubierta. La Iglesia en lo particular era un rito que Jorge conocía muy bien”, explicó Caballero haciendo alusión a sus creencias religiosas católicas.
Iglesia San Antonio Gianelli. Foto Walter Salcedo
La casa que hizo en Baigorria, la suya, que construyó cuando era estudiante, es una obra que sintoniza con el paisaje. La construyó totalmente horizontal. El techo era plano. Y una vez que se ingresaba en ella asaltaba la duda el estar en el interior o afuera, porque no daba la idea de un espacio cerrado sino de una convivencia con el entorno.
Iglesia San Antonio Gianelli. Foto Walter Salcedo
El concepto de ruina
“¿Qué más puede ambicionar un arquitecto que una ruina?”, se pregunta Gerardo. Lo que antes no tenía valor, lo realza. Ejemplos de ello son la casa de Baigorria y la Siri en General Lagos, obra que quedó sin finalizar.
Casa Siri. Foto: Walter Salcedo
Scrimaglio apela al mundo del geometrismo americano de los templos mezoamericanos, que llegan como ruinas, y construye muros de ladrillos cribados que alojan vacío con una lógica material.