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«¿Qué mirá bobo?». La frase maradoneana de un Messi lleno de rosarinidad

El crack rosarino la rompe dentro de la cancha, pero desde la Copa América ganada en el Maracaná asumió un rol de líder del grupo que sorprende a todos, en especial a los hinchas argentinos que siempre le reclamaron ser más sanguíneo más allá de su calidad como jugador

«¿Qué mirá’ bobo?, andá pa’ allá». Lionel Messi estaba a punto de hablar en vivo en el camino al vestuario y se cruzó con un holandés. Con cara de enojo tiró una frase bien maradoneana sin importarle que lo estaba mirando el mundo. El Pulga no sólo la rompe dentro de la cancha, asume su rol de líder futbolístico y va en busca de su sueño; levantar la Copa. Messi llegó a Qatar despojado de la mochila pesada con la que encaró los otros Mundiales y cualquiera que se le cruce en el camino debe saber que está inspirado. En el césped la rompe, y afuera haría enorgullecer al propio Diego.

«Que los argentinos se queden tranquilo, no los vamos a dejar tirados». La frase tras la inesperada derrota ante Arabia fue un empujón anímico en medio del bajón. Palabras dignas de un Maradona, como si Diego lo inspirara desde el cielo. Ya nadie podrá decir el rosarino que no sabe el himno o no lo canta; tampoco que le da los mismo perder que ganar; mucho menos que no deja la vida en la cancha como lo hizo Diego. Pero lo más llamativo es que Messi hoy es capaz de enfrentarse a cualquiera que se le cruce en el camino de conseguir alzar la Copa.

Sus quejas al árbitro español Mateu Lahoz por los 10 minutos adicionales o esa falta que le dio el empate a Países Bajos merecieron la amarilla. Poco le importó. Alguna vez este mismo juez lo amonestó por homenajear a Maradona al anotar un gol para el Barcelona y sacarse la camiseta para mostrar que debajo tenía la de Newelll’s con la 10. Este nuevo Messi arrasa. De la misma manera que mete un pase mágico para el gol de Molina, o patea el penal con la tranquilidad que 45 millones de argentinos no tenían, este Messi también pelea batallas que antes evitaba. O no sentía. Por eso no debe sorprender que festeje con las manos al costado de las orejas, en clara alusión a Van Gaal, quien se cansó de criticar a jugadores argentinos en su carrera, Leo incluido. También lo encaró en la cancha, por si el DT neerlandés se hacía en tonto y no entendía el mensaje.

«Van Gaal dice que hay que jugar al fútbol y se la pasó tirando pelotazos», disparó Messi tras el triunfo, al mismo tiempo que cuestionaba al árbitro y decía: «Acá no podés hablar porque Fifa después te sanciona». ¿Maradona? No Messi, en modo maradoneano, para que los argentinos se sientan completos. Tener al mejor del mundo dentro de la cancha no alcanzaba. Tenía que ser más nuestro, insultar a los rivales, defender a los desprotegidos, tener a una Antonella que sufre como una hincha más y respeta las cábalas a rajatabla para irse vestida igual en cada partido, con Thiago, Mateo y Ciro comprometidos con la causa.

La arenga previa a la final con Brasil en el Maracaná, que se conoció hace poco, fue más festejada que muchos de sus fantásticos goles con la albiceleste. «El Dibu no pudo hacerle upa al hijo», emocionó más que sus diez goles mundialistas. Es que Messi siempre fue el mejor del mundo, pero la argentinidad era una materia que muchos le reclamaban. Lo querían embarrado, peleador, ganador. Y Leo les dio el gusto.

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