Que se deseche la menor cantidad de basura posible, que se separe lo que pueda ser reciclable, que nadie revuelva ningún tacho de basura. Estas tres premisas podrían resumir los objetivos del trabajo que hacen en la Cooperativa de Cartoneros Unidos -a su vez reunidos en el Movimiento de Trabajadores Excluidos -MTE- que en conjunto con la Municipalidad cumplen la ordenanza “Sistema de Reciclaje con Inclusión Social”.
La normativa se aprobó en julio de 2022 pero la prueba piloto había arrancado en 2019 e involucraba a 15 personas. Hoy son 100 las personas que se ocupan de distintas tareas: enseñar, recolectar, separar y enfardar. Están en cinco barrios de la ciudad: Alberdi, Industrial, Arroyito, Fisherton y zona centro. En marzo se prevé el inicio en más barrios que asignará directamente la Municipalidad.
Cómo es el sistema
Primero, las promotoras ambientales hacen visitas puerta a puerta y les cuentan a los vecinos quiénes son y qué rol cumplen los cartoneros en el sistema de recolección de residuos y su posterior reciclado. Si los vecinos aceptan les enseñan la correcta separación en origen de los residuos, donde se discriminan los que pueden ser reciclables (plástico, cartón, papel, aluminio, vidrio, entre otros) de los que no. Es importante que los materiales separados estén limpios y secos.
Una vez que se enseña a los vecinos cómo separar los residuos, se acuerda día y horario para que un cartonero lo retire. Luego se lleva a la planta y se prepara ese material para venderlo a la industria.
Tanto desde la cooperativa como desde el Municipio entienden que en los domicilios particulares se genera gran parte de los residuos de una ciudad. El objetivo es cambiar hábitos: para que haya menos basura se tienen que generar menos residuos y dentro de esos residuos es importante identificar cuáles son reciclables.
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Containers vs. recolección a domicilio
“Lo que nosotros queremos es que los vecinos dejen de tirar en el volquete, donde nadie se hace cargo de lo que tira. Que puedan entregar en mano a los compañeros cartoneros. Es el mejor método para mantener la ciudad limpia y para que la gente aprenda a reciclar”, explica Mónica Crespo, una de las conductoras de esta cooperativa y miembro del MTE.
Crespo se refiere a los contenedores de color naranja ubicados en la vía pública que en Rosario son una de las modalidades de recolección de residuos reciclables. Existen 670 de éstos distribuidos en algunas zonas de la ciudad, desde el ejecutivo los llaman “islas de separación”. Los contenedores verdes, de basura orgánica, son 9277 en total.
“Vos podés tener mucha voluntad de reciclar pero si metés cartón en el contenedor y hay aceite, ese cartón no puede volver a la industria porque ya está contaminado. Habría que ir hacia un sistema donde se eliminen esos contenedores. Es un gasto bastante grande y se puede implementar el sistema que tenemos nosotros”, señala Crespo.
Sin embargo, en diálogo con El Ciudadano desde la Municipalidad no solo descartan esa posibilidad sino que tienen contemplado ampliar esas “islas de separación”. La “contenerización” es una política que se seguirá sosteniendo en el tiempo, afirmó el subsecretario de Espacio Público y Respuesta Cercana, Luciano Marelli.
El funcionario sintetizó la política de residuos del ejecutivo así: “La municipalidad apunta a ampliar su sistema de separación de residuos, ampliar la planta de residuos reciclables y también avanzar en la separación de residuos orgánicos. Esto último es porque una gran parte de la composición de los residuos que generamos diariamente está formada por residuos orgánicos que pueden ser compostados en nuestra planta de compostaje”.
Marelli señaló que se trata de una propuesta de servicio de higiene urbano que acompaña la política de Basura Cero, aprobada en 2008.
Sobre este punto, otro actor de la ciudad tiene algo para decir. El Ciudadano consultó con el Taller Ecologista: “Hoy enterramos más residuos que cuando se aprobó esta ordenanza. En ese momento se enterraron 230 mil toneladas de residuos mientras que en los últimos tres años se enterró en torno a las 300 mil toneladas”. Estos datos, especificó Mirko Moscat del área Basura Cero del Taller, los obtienen a partir de datos oficiales que se ocupan de solicitar año a año para armar sus informes y propuestas.
Si bien el objetivo de la ordenanza era reducir de forma gradual la cantidad de basura que termina en el relleno sanitario, es decir, llegar al 2020 sin enterrar todos aquellos materiales reciclables o compostables, esa cantidad no sólo no disminuyó sino que aumentó.
Los funcionarios municipales responden: los hábitos de consumo no han cambiado y las políticas locales tienen un límite.
“Enterramos más porque generamos más pero también es cierto que las estrategias para recuperar parte creciente de los residuos que se generan no funcionaron. Quedan en forma marginal, lo que se recicla con la Municipalidad no mueve la aguja”, consideró Moscat y agregó: “El modelo de containers en calle, el sistema en sí, no sirve. Hay que apuntar a un proceso de descontenerización, hay que retirarlos de la vía pública y desarrollar otros esquemas donde lo que se saca a la calle sea más controlable. Que haya sistemas capilares de recolección y que se separen tres facciones: lo compostable (restos de alimentos), lo reciclable y lo no recuperable (pañales, pilas, plásticos, telgopor, materiales mezclados)”.
La gran cantidad de containers naranjas que se encuentran en mal estado, con basura mezclada y, por ende, no recuperable atenta contra la política de enviar menos residuos al relleno sanitario. Algo que también puede confundir a los ciudadanos al momento de arrojar sus residuos es que el color verde que suele asociarse a acciones a favor del ambiente sea utilizado para residuos no reciclables.
El Taller Ecologista fue uno de los impulsores de la ordenanza de Sistema de Reciclaje con Inclusión Social, junto al MTE. Para ambas organizaciones el sistema de recolección de residuos tiene que ir hacia ese sistema. En la Municipalidad existe además la experiencia de Barrios Verdes donde se está probando, justamente, la recolección en tres facciones como indicaba Moscat, pero solo existe en algunos barrios de la ciudad y, por ahora, lo que se contempla es la ampliación del sistema de containers.
Por su parte, Crespo rescata el trabajo que están realizando los cartoneros agrupados en la cooperativa: “En los lugares donde está nuestro sistema, me saco el sombrero, son barrios hermosos donde la gente se ha copado. Creo que el rosarino lo que más intenta es trabajar en el reciclado, de acompañarnos a nosotros también, nos llaman, nos preguntan, incluso desde las escuelas nos llaman para que demos charlas de reciclado. Los pibes se prenden mucho, esos chicos son nuestro futuro y ya llevan a su casa la intención de reciclar”, cuenta.
Según números oficiales alrededor de 500 personas realizan tareas de recolección de residuos en la ciudad. Varias de esas personas, por lo menos más de 50 pasaron a trabajar en distintas áreas de este tipo de la Municipalidad.
Sin embargo, las organizaciones sociales que se dedican a esto calculan que en Rosario hay por lo menos 3 mil personas que cartonean. Su tarea, subrayan, es fundamental para el medio ambiente de Rosario: evitan que varias toneladas de residuos reciclables terminen en el relleno sanitario.
Para el MTE es urgente que la labor de los cartoneros sea justamente reconocida como trabajo, y como tal debería estar garantizado que lo hagan en condiciones salubres: que nadie más revuelva un tacho de basura para ganarse la vida.
Basurales a cielo abierto, emergencia ambiental
Según la cooperativa, la planta de residuos en Bella Vista recibe material reciclable de muy mala calidad porque se contamina de residuos orgánicos. Los datos sobre qué porcentaje de residuos de containers naranjas se recicla efectivamente y cuánto finalmente se desperdicia no fueron proporcionados por la Municipalidad.
En Rosario el entierro de basura se hace en la localidad de Ricardone y durante 2022 se enterraron alrededor de 800 toneladas por día. A diferencia del basural a cielo abierto, el entierro implica un tratamiento de la basura previo para reducir el daño ambiental. Sin embargo, los dos son un problema en toda la región.
En Argentina hay iniciativas para reducir la cantidad de basurales a cielo abierto pero no hay avances en ese sentido. Hay por lo menos 5 mil basurales de este tipo en todo el país y son una gran amenaza para el ambiente, por los niveles de contaminación, y también para la salud de quienes los frecuentan. Alrededor del 80 por ciento de la basura que se produce en el país termina en estos basurales.
La perspectiva del resto del planeta es preocupante: según un informe del Banco Mundial los desechos municipales podrían aumentar un 70 por ciento en los próximos 30 años.
El informe se llama “What a waste 2.0” y pone especial atención a la generación, recolección y tratamiento de los residuos a nivel municipal tomándolo como punto de partida para luchar contra la contaminación de residuos sólidos. Reconocen que la recolección puerta a puerta es el mejor método para preservar el medio ambiente y la salud de la población al mismo tiempo que puntualizan que es la mejor opción incluso a nivel económico.
A los cartoneros de las grandes ciudades los llama “ejército verde” y en ciudades como San Pablo en Brasil estiman que pueden llegar a ser 20 mil en total.
Anualmente se generan 2.010 millones de toneladas de desechos sólidos municipales en todo el mundo. Al menos 33% de ellos no son tratados. En América Latina cada uno de sus habitantes genera casi un kilo de basura por día, unos 231 millones de toneladas de desechos anuales, de los cuales más de la mitad son alimentos. En la región sólo se recicla el 4,5% de los desechos.