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“Que se vayan todos…”

Los hinchas hicieron sentir su descontento con el flojo nivel que está mostrando el equipo.

Nervios. Tensión. Descontento. Bronca. Apoyo a los pibes y resistencia al resto. Así se vivió la noche del Coloso. Y no tuvo que ver con el partido ante Temperley, ni con un empate con sabor a poco.

El hincha está enojado y lo hace saber. Cuatro clásicos perdidos de manera consecutiva y una serie de desaciertos fuera y dentro de la cancha llevaron al Parque un clima de tensión que no disipará hasta la revancha ante Central, de eso no hay dudas.

Como siempre el hincha dijo presente. Pero hubo cierto clima de indiferencia con algunos futbolistas y el propio Bernardi. Y por eso no sorprendió el “Pomelooo… Pomelooo…” que retumbó cuando Diego Mateo salió a precalentar en el segundo tiempo. No porque el roldanense pudiera cambiar el curso del partido, sino porque la gente lo pone a Pomelo en un lugar de privilegio a la hora de dejar todo en la cancha. Y con eso basta para salir airoso de los reclamos.

También hubo banca para los pibes y para el Gato Formica, quien retornó tras cinco años afuera y genera al menos esperanza en el hincha. Pero el descontento se nota, Bernardi perdió demasiado rápido el crédito, la derrota en el clásico fue suficiente para que el ex capitán leproso hiciera perder la paciencia de la gente. Y hoy sus decisiones son cuestionadas, buenas o malas, no importa.

Por eso el final fue con bronca. “Que se vayan todos…”, fue el mensaje que surgió apenas finalizó el partido. Luego algunas muestras de reprobación y otras de indiferencia. Y mucha bronca. No hay dudas que algo se rompió entre los hinchas y el equipo, y sólo ganar el clásico puede cambiar la historia. Se terminó el amor, es hora de que los jugadores y el cuerpo técnico hagan algo, la gente ya dio su mensaje.

Debut sin complicaciones

Ezequiel Unsain fue la gran apuesta de Lucas Bernardi y no fue una mala idea del entrenador. Si bien el debut de un juvenil de 20 años en el arco era todo un riesgo, el flojo momento de Oscar Ustari obligaba a pensar en el cambio. Y Temperley no parecía un rival de tanto riesgo para darle la chance al pibe.

El nacido en Alcaraz (Entre Ríos) se enteró el jueves que iba a jugar. Bernardi seguramente analizó confirmárselo cerca del partido para bajarle las tensiones. Recién el sábado se conoció que jugaba y ayer inclusive no hizo el precalentamiento en el Coloso, evitando así el contacto con los hinchas. Todo en pos de que los nervios no le jugaran una mala jugada.

También sus compañeros entendieron la apuesta y los riesgos, por eso Cáceres se mostró más cuidadoso y evitó comprometerlo en algunos pases hacia atrás, sin resignar jugar al ras del piso, esta vez los defensores no dudaron en reventar la pelota si la asistencia al juvenil arquero podía ponerlo en riesgo.

La primera intervención fue un centro atrás de Esparza que resolvió bien. Y en el primer tiempo no hubo mucho más. Prolijo con el pie, el pibe se fue soltando, aunque sin tener que responder ante algún remate del rival. En el complemento pasó tan inadvertido como en el primero. Poco trabajo, ninguna exigencia.

No hay dudas que la apuesta de Bernardi fue pensando más allá del cotejo ante Temperley. El flojo momento de Ustari, con mucha resistencia de parte de los hinchas, obligaron al DT a repensar el arquero titular de cara a un clásico que está marcado con fuego y puede ser un partido decisivo para el futuro de todos. Por eso el entrenador comenzó a darle rodaje a Unsain por anticipado. Si responde, su gran examen será en Arroyito en cuatro semanas, por ahora la primera prueba le dio crédito al pibe y también a Bernardi.

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