Cuando resta poco más de un cuatrimestre para cerrar el año, quizás la parte fiscal y monetaria más dura por las fuertes demandas estacionales de fin de año, el Palacio de Hacienda ya consumió el 74 por ciento de la asistencia pactada con el Banco Central.
Para este año, el titular del BCRA, Federico Sturzenegger, acordó con su par de Hacienda, Alfonso Prat Gay, bajo la salomónica bendición del presidente Mauricio Macri, un aporte anual de 160.000 millones de pesos entre Adelantos Transitorios (AT) y Transferencia de Utilidades (TU) al Tesoro. Con la transferencia del miércoles pasado de 37.500 millones de pesos en concepto de utilidades, el BCRA ya le giró en lo que va del año 118.900 millones, de los cuales 82.500 millones corresponde a TU y 36.400 millones a AT. De modo que el Tesoro puede contar de aquí a fin de año con otros 41.100 millones de pesos para cubrir el déficit fiscal.
Cabe señalar que el monto de asistencia del BCRA fue una dura disputa entre los objetivos inflacionarios de Sturzenegger y las necesidades fiscales de Prat Gay, que requirió la intervención y el laudo de Macri.
Sin contemplar el impacto del sainete tarifario sobre el cuadro fiscal, seguramente Hacienda ya contempla desde utilizar gran parte de los dólares captados en el mercado de capitales para cubrir los pagos en pesos, hasta nuevas colocaciones de deuda. Desde el punto de vista monetario, el BCRA preferiría que el Tesoro coloque deuda en pesos y no en dólares, a pesar del diferencial de tasas, para así evitar más emisión. Porque cada vez que el Tesoro toma dólares, luego se los vende al BCRA y éste emite pesos a cambio, que luego se ve obligado a absorber para mitigar el impacto sobre precios.
Mientras los técnicos de la Jefatura de Gabinete recalculan las metas presupuestarias para 2017 (se presentan el mes que viene), en Hacienda diseñan los próximos movimientos para afrontar las necesidades de financiamiento del último cuatrimestre de 2016.
Al respecto, si bien para los analistas aún el bajo crecimiento de la demanda de dinero no es preocupante, sí refleja el tenor de la recesión, ya que la cantidad de billetes y monedas en poder de la gente apenas crece al 17 por ciento interanual, mientras la base monetaria lo hace al 27 por ciento. Claro que esta mayor expansión de la base, con menos creación secundaria de dinero, se explica por la suba de encajes.
Sin embargo, los analistas ponen algunos reparos para tener en cuenta. Hernán Hirsch, de FyEConsult, considera que la menor demanda de dinero, que hoy responde también a la política monetaria contractiva (mayores tasas de interés) implicará un mayor crecimiento del stock de Lebac (hoy más de 614.000 millones de pesos) que significará un déficit cuasifiscal de arranque para 2017 de 175.000 millones de pesos. Por su parte, el economista Julio Piekarz señala que la reacción de la demanda de dinero (M2 privado, que además de billetes suma cuentas corrientes y cajas de ahorro) es lógica frente a la alta inflación observada y esperada. “Puede estabilizarse y empezar a crecer de a poco cuando se consolide y generalice la expectativa de menor inflación. Pero será muy lentamente”, advierte, y agrega que “dada la política antiinflacionaria, el público tiene la cantidad nominal de dinero que quiere. Y mientras la inflación sea elevada, quiere poco. Lo que no quiere, lo absorbe el BCRA, vía Lebac o vía pases”. Aldo Abram, director de la Fundación LyP, reconoce la fuerte caída de la demanda de dinero, pero apuesta a una recuperación frente a la estabilidad del tipo de cambio más la reactivación de la economía, que generarán más confianza, y ésa es la clave.