Elisa Bearzotti
Especial para El Ciudadano
Días atrás me entretuve viendo un programa de la señal alemana Deutsche Welle que se anunciaba como de interés cultural, aunque en el fondo subyacían otras cuestiones. En el estudio se encontraba la conductora rodeada de cinco hombres y mujeres africanos que habían decidido emigrar a Alemania. De fondo, una grada con público de igual proveniencia vestido con los trajes típicos de sus países, para sugerir que los entrevistados representaban otras tantas realidades del mismo cariz. Quienes estaban en el centro eran artistas reconocidos dentro del ámbito de la cultura: un cineasta que había ganado varios premios, una fotógrafa que se encontraba exponiendo en la Bienal de Venecia, dos músicos y una escritora. La pregunta que hilvanaba las experiencias de cada uno era simple: ¿quedarse o irse? Y, ¿de qué manera había influido la migración en el arte que desarrollan? A su turno, uno a uno fueron contando el porqué de su decisión y todos coincidían en un punto: el motivo por el cual habían dejado sus países había sido la cuestión económica y/o la persecución política, o ambas. De sus reflexiones se desprendía que el derecho a emigrar casi nunca es opcional, la mayoría de las veces lo que está en juego es la propia vida… De otro modo, ¿cuál sería la ventaja de dejar afectos, contención, familia, lengua, cultura, sabores, olores, amores, para disponerse a echar raíces en el punto opuesto del planeta? Sin embargo, la mayoría de los gobiernos no lo entiende así. En un mundo donde los medios de comunicación, el comercio, la globalización económica, el transporte y el auge de las redes sociales promueven la eliminación de fronteras, las autoridades pretenden mantenerlas cerradas e impermeables al sufrimiento humano.
En ese sentido, en estos días se conoció una denuncia promovida por las Naciones Unidas contra Marruecos y España por incurrir durante el fin de semana pasado en el “uso excesivo de la fuerza” contra un grupo de migrantes en la frontera de Melilla, lo que provocó “la muerte de decenas de seres humanos, solicitantes de asilo y migrantes”. El portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, señaló que la tragedia “es inaceptable” y “debe ser investigada”, destacando que los excesos se produjeron “a ambos lados de la frontera”. “Quedamos muy conmocionados por las imágenes de violencia vistas en la frontera entre Marruecos y España, en el norte de África, este fin de semana y que se saldó con la muerte de decenas de seres humanos, solicitantes de asilo y migrantes”, dijo Dujarric, citado por la agencia de noticias AFP. “Las personas que se desplazan tienen derechos y deben ser respetados, y con demasiada frecuencia vemos que se les falta el respeto”, agregó. La queja de la organización internacional sobrevino luego de que al menos 23 migrantes murieran y 140 policías resultaran heridos, según las autoridades locales marroquíes, cuando unas 2.000 personas intentaron atravesar la enorme valla que divide la frontera.
Con ciertas diferencias pero idénticos resultados, la situación ocurrida en la frontera entre Estados Unidos y México cuando al menos 50 migrantes fueron hallados muertos dentro de un camión abandonado al costado de una ruta en la ciudad de San Antonio, Texas, originó inmediatas muestras de pesar de los gobiernos de ambos países. El hallazgo se produjo el lunes por la noche, cuando un empleado de la ciudad de Texas escuchó una llamada de auxilio cerca de la carretera donde estaba trabajando y abrió la puerta trasera del camión. El Departamento de Bomberos de San Antonio, que asistió de inmediato, informó que otros 16 migrantes que estaban allí, entre ellos cuatro niños, fueron rescatados con vida y trasladados a hospitales cercanos, después de un día con temperaturas que rondaron los 40 grados. “Los pacientes que vimos ardían al tacto, sufrían de golpes de calor y agotamiento, ya que no había indicios de agua en el vehículo”, señaló el jefe de Bomberos, Charles Hood.
“Es una tremenda desgracia (…) hasta ahora son 50 los fallecidos: 22 de México, 7 de Guatemala, dos de Honduras y 19 todavía sin información sobre su nacionalidad”, lamentó el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien anunció también que se reuniría con su par estadounidense, Joe Biden, poniendo el tema migratorio como eje “central” del encuentro. Por su parte, Biden dijo en un comunicado que, según los primeros elementos de la investigación, “esta tragedia fue provocada por contrabandistas o traficantes” que “explotan” a los migrantes “sin respeto por sus vidas”. También el papa Francisco expresó su “dolor” por este drama, y por la muerte de decenas de personas que intentaron entrar al enclave español de Melilla procedentes de Marruecos.
“Estamos lidiando con una horrible tragedia humana”, afirmó el alcalde de San Antonio, Ron Nirenberg, en conferencia de prensa. La ciudad estadounidense, ubicada a unos 250 kilómetros de la frontera, es una ruta principal para los traficantes. Camiones como el que se encontró allí son un medio de transporte muy utilizado por migrantes que pretenden ingresar a Estados Unidos. El viaje es extremadamente peligroso, especialmente porque los vehículos de este tipo no suelen contar con sistemas de ventilación o refrigeración y la ciudad además ha sido azotada por una reciente ola de calor que registró temperaturas de hasta 39,5 grados centígrados. El 14 de junio, guardias fronterizos ya habían hallado a unos 80 migrantes escondidos en la parte trasera de un vehículo durante una inspección de rutina cerca de la ciudad fronteriza de Laredo y en julio de 2017 se encontraron a diez migrantes muertos en un remolque sobrecalentado, abandonado en el estacionamiento de un supermercado cerca de la misma ciudad.
Cae de maduro que estas muertes y las muchas otras que se registran a diario por las mismas razones, requieren de respuestas de índole política y humanitaria. Sin embargo, hasta ahora el único camino que han tomado las autoridades fue el de la represión, que profundiza aún más la vileza de los delitos cometidos, ya que los traficantes no dudan en abonar los sueños y esperanzas de las personas para su propio beneficio, poniendo en juego centenares de vidas. En la semana, los líderes mundiales estuvieron reunidos en la Cumbre del G7 y me pregunto: ¿se habrán acordado de discutir estrategias para mejorar el mundo?
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