Para Iván Romano lo más duro de ser estafado es dejar de creer en los demás. A Silvina Garrido la conoció hace tres años cuando ella lo contrató para instalar un aire acondicionado en su casa. Se hicieron amigos y él la acercó a su familia. Garrido los invitaba a cenar, iba a los cumpleaños, les hacía regalos y los acompañaba a las marchas por los derechos de los niños autistas a las que Iván y Sandra iban por Jeremías, el menor de sus hijos. Cuando a comienzos de 2017 a Iván le chocaron el auto, y quedó en pleno verano sin poder trabajar, no dudó en aceptar la propuesta de Garrido. Ella le ofreció un trabajo en la que presentó como su exitosa fábrica de carteras y le dijo que le iba a dar un auto nuevo. Él sólo tenía que hacerse cargo de los gastos de sellado y otros trámites del vehículo, que ascendían a 20 mil pesos. Iván juntó la cifra y se la dio en febrero del año pasado. Esperó meses, rechazó trabajos y creyó en todos los argumentos de su amiga pero el empleo prometido nunca llegó. Garrido atribuyó la demora a problemas administrativos, a la devaluación, a la situación económica del país y hasta dijo que tenía cáncer. Incluso varias veces los visitó con la cabeza rapada por el supuesto tratamiento de quimioterapia. Hace unos meses Iván vio en Facebook que vendía todo para irse del país. Empezó el reclamo y encontró a otras personas en la misma situación.
Silvina Garrido tiene 50 años y este viernes por la tarde entró a los Tribunales provinciales de Rosario para ser imputada por estafar a cinco personas. Había quedado detenida en la noche del miércoles por 16 denuncias en las que la acusaban del mismo delito por una suma global de 800 mil pesos. Según Iván, el grupo de Whatsapp que armaron entre los estafados ya tiene más de 30 integrantes y suma participantes desde que el caso tomó estado público. “A la audiencia vino una pareja mayor que lo vio por la tele. Dijeron que los había estafado con una vivienda”, puso como ejemplo.
En la audiencia de este viernes la fiscal Valeria Haurigot, de la Unidad de Investigación y Juicio, explicó que Garrido se presentaba como una empresaria exitosa y generaba vínculos de amistad y confianza con los estafados. Les decía que fabricaba carteras que vendía a famosos diseñadores de moda y les ofrecía participar del negocio a través de una inversión que prometía devolver con intereses. Las personas le daban el dinero, pero lo prometido nunca llegaba. Además de la imputación, la fiscal solicitó el pago de una multa con monto a definir y la detención preventiva por el plazo de ley. Los pedidos fueron aceptados por la jueza Silvia Castelli y Garrido quedó bajo arresto por 90 días.
En grupo
Cuando Iván y Sandra se dieron cuenta de la estafa sintieron dolor y desilusión. A Garrido la consideraban una amiga. El hijo de 15 años de ellos se hizo amigo del chico de ella, de la misma edad. “Era habitué en nuestras vidas. Nos acompañaba en la lucha por visibilizar el autismo, que tiene nuestro hijo menor. Venía a las marchas y su cinismo era tal que nos hizo conocer a la familia”, contó Iván y agregó: “Demostraba ser una mujer pudiente, de alto nivel social, con viajes a China y Europa y amistades como (el renombrado diseñador) Benito Fernández”.
Con las denuncias llegó el contacto con otros estafados y se enteraron que no existía la fábrica y que las mentiras se repetían de manera idéntica. “Al principio teníamos mucha desconfianza todos de todos, porque eso es lo que te dejan estas situaciones. La sensación de que no podés creer en nadie. Mi cuñado le dio 40 mil pesos, otro del grupo 50 mil. Se hacía pasar por abogada y contadora, hasta hay estafados en Mar del Plata. Incluso estafó a uno de los profesores del colegio del hijo”, concluyó Iván.