María del Rosario “Sico” Vera, de 23 años y mamá de cuatro hijos, desapareció el 3 de enero pasado. Al día siguiente su cuerpo fue encontrado quemado dentro de un contenedor de basura. Una allegada aportó los mensajes de texto donde la muchacha le advirtió que si le pasaba algo buscaran a los soldaditos de un policía que vendía drogas en el barrio con quien había entablado una relación. Por este hecho, quedó detenido el suboficial Andrés Nicolás Miguez, del Comando Radioeléctrico y conocido como Martín, quien el 7 de enero pasado fue imputado de ordenar el femicidio. Además, está preso Néstor Hugo Sánchez, alias Huguito, acusado por la Justicia como uno de los autores materiales del crimen. Este viernes a Rosa, la hermana Sico, la llamaron para avisarle que tras un acuerdo entre la Fiscalía y la defensa, el policía quedó en libertad. “Estoy muy decepcionada con la Justicia. No sé qué pensar. Hoy te puedo decir que la familia Vera está en peligro, porque este tipo no se va a quedar así no más. Algo va a hacer”, dijo Rosa en diálogo con El Ciudadano, quien ya en octubre pasado en una entrevista con este diario había presentado la duda sobre la situación del policía y su temor de que quedara libre.
“Estaba en el centro y me avisaron que el policía iba a quedar libre porque me dijeron que ellos no le encuentran motivos valederos para que él esté preso. No entiendo. No sé qué pensar. Desde un primer momento estaba implicado el policía. El nene hizo la Cámara Gessell, lo reconoció, también encontraron un arito de mi hermana en la billetera de él. Nosotros lo reconocimos y se comprobó con fotos familiares”, dijo Rosa, una de los nueve hermanos de Sico. Sus padres, de la ciudad misionera de Oberá, criaron a los diez, en su la mayoría mujeres, en el Fonavi de bulevar Seguí y Rouillón. También son una familia muy unida. Los cuatro hijos de Sico, quienes cuando perdieron a su mamá tenían entre 2 y 8 años, se quedaron en el barrio con sus tías. Cada una tiene una tenencia.
Rosa contó que en el colectivo, cuando volvía para su casa, se le caían las lágrimas. Tenía que contarle a su familia que el policía iba a quedar libre y sabía que a unos días de las Fiestas –que ya tienen la carga de la ausencia de Sico– esa noticia les iba a provocar un dolor muy grande. “La Justicia es una mierda. Le conté a mi hermana Ramona y se puso re mal. No sé qué pensar, no me cierra, para mí hay plata de por medio. No sé. No puede ser que de la noche a la mañana nos digan: «No tenemos pruebas contundentes sobre esa persona»”, dijo.
Rosa contó que se le juntan muchas cosas: “Tengo que salir adelante. Estoy criando a un hijo de mi hermana, tiene 9 años, lo llevo al psicólogo, a la escuela y ahora lo anoté en una colonia para que su cabecita no piense siempre en su mamá. Mañana se casa mi hija por iglesia y a pesar de todo lo lindo que va a pasar, tengo una angustia muy grande en mi corazón”.
Rosa lo cuenta de forma compulsiva, rápido y con la voz un poco entrecortada. A todas esas sensaciones se le suma lo inevitable, lo más obvio. “Estoy re mal. Me maquina la cabeza a mil por segundo. Hoy me dijeron que le iban a informar al abogado que él no tiene que hostigar a los familiares de la víctima, que no puede salir del país. No me va a cerrar nunca. Vos fíjate los familiares de la víctima hoy por hoy sinceramente nuestros hijos, mis hijos, vivimos en el mismo barrio. Todos corremos riesgos y peligro a la vez. No es que él lo va a hacer. Él va a mandar alguien a que nos haga algo. Corremos peligro que allanen a uno de los familiares, que le pongan drogas y digan que somos narcos. Corremos un montón de peligro. De qué Justicia me está hablando. A estos hijos de puta que mataron a una persona y le dieron la libertad. Fijate vos 11 meses pasó preso”, sigue Rosa y como para dejar en claro el mensaje levanta la voz: “¡Yo lo que quiero es Justicia!”
“La familia Vera corre peligro con este hijo de puta suelto. Porque es así, si no tuvo piedad de mandar a matar mi hermana. Vos te crees que no va a tener piedad de hacer algo a un familiar de la víctima. Es durísimo a 11 meses de su muerte. Ponerse en mi lugar es imposible, quiero que pague, no tiene que salir. Quería que alguien me escuchara”, reflexiona la hermana de Sico con una tristeza enorme.
Y agregó que ya la llamaron de protección de testigos porque no tiene custodia fija sino esporádica, que no ve desde abril. “No me sirve porque son policías. Perdí la fe. Estoy decepcionada, al igual que esos chicos que los estamos criando las tías. Él va a pasar las Fiestas con su familia y nosotros no la tenemos. Espero que Dios me siga dando fuerzas”, dijo resignada.
Voceros judiciales confirmaron la noticia sobre el suboficial: el fiscal Florentino Malaponte y la defensa del policía Andrés Miguez firmaron un acuerdo a través del cual recupera la libertad con restricciones, pero sigue vinculado a la causa.
El femicidio de Sico
El fiscal Malaponte contó durante las audiencias que pocas horas después del femicidio se recibió una llamada anónima al 911 con detalles del crimen. Del otro lado de la línea dijeron que no quería dar su identidad por miedo a que el transero del barrio, al que acusaba, tomara represalias.
Según ese testimonio, Huguito vivía a menos de 100 metros de la casa de María del Rosario y varios vecinos escucharon gritos que salían de su vivienda. Luego vieron cómo Huguito junto con otros hombres trasladaba en un carro un bulto tapado con una manta. Al parecer la primera intención era dejar el cuerpo sobre las vías del tren que pasa por esa zona y así hacerlo desaparecer.
El funcionario judicial agregó que a partir de esa declaración se sumaron otras dos, también anónimas, las que también apuntaron contra Huguito, y lo sindicaron como soldadito de un policía que maneja la venta de drogas en el barrio, y que quedó detenido dos días después de la muerte de Sico como autor intelectual de “homicidio calificado por relación preexistente”.
Finalmente, la joven fue tirada dentro de un contendedor de basura de Felipe Moré y Gaboto, donde la prendieron fuego. Tenía sogas atadas al cuello. Las mismas fueron peritadas con sogas secuestradas de la casa de Huguito al igual que un martillo que pudieron ser usados para asfixiar y golpear a la víctima.
La última prueba que se sumó la dio a conocer Rosa, en diálogo con El Ciudadano en octubre pasado. “Hay un ADN positivo de Sánchez, el imputado que está preso como autor material. El que la mató a mi hermana. Nos dijeron que salió cien por ciento positivo. Para nosotros es algo muy importante. Dicen que el ADN es de sangre y de semen. Que tenía por todo el cuerpo semen. Escuchar esto, aunque ya hayan pasado nueve meses de su muerte, sigue siendo muy fuerte para mí”, dijo Rosa en esa oportunidad y tal vez su instinto la llevó a agregar: “Lo que nos preocupa es que no se habló más del policía que está preso. Tenemos miedo que lo quieran dejar en libertad”.
La Fiscalía confirmó que los resultados de las pericias de ADN dieron positivo respecto de uno de los imputados, pero aclararon que aún no podían confirmar el abuso sexual. Un vocero del Ministerio Público de la Acusación (MPA) adelantó que Malaponte trabajaba en el armado de la acusación para solicitar, antes de fin de año, la audiencia preliminar y elevar la causa a juicio. En relación con la identificación de más involucrados en el femicidio, dijeron que “hay líneas de investigación para corroborar o descartar presencia de otras personas”.
La conexión con el policía
Un día antes de morir, Sico envió mensajes de texto desde el celular a una allegada donde advertía que su vida corría peligro y culpaba al policía apodado Martín de lo que pudiera pasarle. Según dijo en los Tribunales una de las hermanas de Sico, la joven estaba en pareja con el uniformado y los días previos a su asesinato buscaba un lugar para guardar droga. El dato dio la pista del posible móvil del femicidio, ya que el policía la culpaba de haberse quedado con una porción de los estupefacientes que él vendía en el barrio.
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