El Chacal de Arequito, como dieron a conocer los medios de esa localidad a un albañil de 57 años acusado de violar a una hija durante más de dos décadas y de ser el padre de sus cuatro nietos, quedó detenido por el plazo de ley. Así se resolvió este miércoles en una audiencia realizada en los Tribunales de Casilda donde el fiscal Juan Pablo Baños imputó al hombre por los delitos de abuso sexual con acceso carnal agravado por ascendencia, promoción de la corrupción de menores, amenazas y tenencia ilegal de arma de fuego.
La víctima, de 32 años, pidió no estar presente en la sala donde se leyó que a los ocho años comenzó a sufrir manoseos, a los nueve fue violada por primera vez y a los 13 quedó embarazada de su primera hija. “Mi papá me embarazó cuatro veces, pero mi calvario termina acá”, dijo Natalí Aguirre a un diario de la capital federal en una conmovedora entrevista donde contó los 24 años de tormentos físicos y psicológicos.
La denuncia contra su padre, Hugo Víctor Aguirre, la radicó este lunes y provocó gran conmoción en Arequito, localidad conocida como la capital nacional de la soja y distante a 78 kilómetros de Rosario.
Es que hasta el mismo día que se animó a hablar, Natalí convivió con su progenitor y sus cuatro hijos (de 19, 17, 13 y 11 años) en una casa que, según el fiscal Baños, tenía características de encierro, con tapiales muy altos que no permitían que se viera nada desde afuera.
En relación a su madre, Natalí pidió que no la culparan y recordó que era víctima de mucha violencia y constantes golpizas que terminaron hace poco cuando la mujer decidió irse de la casa.
En tanto, dos hermanas menores de Natalí estuvieron en la audiencia imputativa pero para apoyar a su padre. Dijeron que no creen en la denuncia y que si los resultados del cotejo de ADN dan que el albañil detenido es el progenitor de sus cuatro nietos, fueron producto de relaciones de “común acuerdo”.
De hecho, una de ellas ofreció su casa para alojar al padre, lo que no fue necesario ya que la jueza Mariel Minetti rechazó el pedido de prisión domiciliaria planteado por la defensa y lo mandó a la cárcel hasta el juicio.
La magistrada argumentó la existencia de peligro de fuga y la posibilidad de que entorpezca la investigación, ya que por la gravedad de los delitos que le achacan el albañil enfrenta una expectativa de pena de entre 10 y 35 años de prisión. Además tuvo en cuenta un informe psicológico de la víctima que determinó que en su relato no existen signos de fabulación o patologías paranoides.
En total, los delitos imputados son: abuso sexual con acceso carnal agravado por su carácter de ascendiente y la edad de la víctima aprovechando la situación de convivencia preexistente, promoción de corrupción de menores agravada por mediar violencia, amenazas calificadas por la relación de parentesco y por la situación de convivencia preexistente, tres hechos de amenazas coactivas, un hecho de amenazas simples y tenencia ilegítima de arma de fuego de uso civil en concurso real y en carácter de autor. Aguirre se negó a declarar.
Dos armas fueron secuestradas de la casa del albañil durante un allanamiento realizado tras la denuncia. Los pesquisas contaron que dos menores les abrieron la puerta y les dijeron que “el abuelo” estaba en el trabajo. Durante la requisa hallaron las dos pistolas en la habitación de Aguirre pero sólo le imputaron la tenencia de una, según el fiscal, porque era la única que estaba apta para el disparo, ya que la otra era vieja y no funcionaba.
Desgarrador
Natalí no concurrió a la audiencia en la que acusaron a su padre pero brindó una entrevista al portal bonaerense Infobae donde contó desde la primera vez que la abusó hasta la última, que fue el sábado pasado cuando se metió en la ducha y la forzó. Dos días después lo denunció.
En su relato la víctima confirmó la acusación que hizo el fiscal donde remarcó que la chica vivió una vida de sometimiento absoluto ya que además de los abusos que soportaba bajo amenazas de muerte de ella y de sus hijos, su padre no la dejaba ni salir a trabajar y la obligaba a mentir, en particular inventar excusas sobre sus embarazos, ya que desde que terminó la escuela primaria prácticamente no tenía vida social.
De hecho, los hijos de Natalí están anotados con padres desconocidos y llevan su apellido. A medida que crecían les decía a sus hijos que el papá los había abandonado, hasta que la mayor, hoy de 19 años, comenzó a sospechar de su abuelo y ayudó a su madre para que realizara la denuncia.
“Mi papá me embarazó cuatro veces pero mi calvario termina acá”, dijo Natalí que aseguró que está contenida. «Tengo a las psicólogas del gabinete, a la abogada. Los chicos ya tienen tratamiento. Pero yo tengo miedo. Mi papá me amenazó siempre. No viví la vida que quería vivir. Nunca tuve novio, nunca fui ni a la confitería, me encerraba: sabía que mi papá iba a matar a quien estuviera conmigo. Me costó mucho resguardar a mis hijos, que no sufran en esta casa”, contó.
Y más tarde agregó: “Veía que mi papá me controlaba los trabajos cuando iba a cuidar gente mayor, fue y me suspendió el gimnasio porque pensaba que yo andaba con un tipo del gimnasio. Tenía que hacer lo que él decía. No podía trabajar de noche”. Y concluyó: “Quiero que mis hijos vivan la libertad. No podían ni ir con sus amiguitos. Lo mismo que viví yo. Recién ahora empieza mi vida”.