Entre enero de 2012 y febrero de 2013, Maximiliano Gustavo Rodríguez, alias Quemadito, sufrió tres ataques a balazos. El tercero, el más preciso, fue el último. Un tiro en la nuca a corta distancia lo liquidó en la esquina de avenida Pellegrini y Corrientes, a metros de donde acababa de mudarse. Por ese crimen y por una frustrada balacera sufrida días antes frente a la casa de su novia irán a juicio cuatro personas. Ayer, la Fiscalía pidió penas de 7, 13, 15 y 17 años de prisión para los acusados. La Querella adhirió al pedido.
El primer ataque a balazos que sufrió Rodríguez marcó un punto de inflexión en la sociedad rosarina y en el propio destino del joven. Fue el 1º de enero de 2012 en Villa Moreno donde lo emboscaron a bordo de su BMW y le dispararon en la cabeza. Su padre llegó al Heca desesperado y creyéndolo al borde de la muerte, volvió al barrio en busca de venganza. La venganza quedó en la historia de la ciudad como la Masacre de Villa Moreno por las muertes de Jere, Mono y Patón, y Rodríguez padre, por recibir una de las condenas más altas de los tribunales provinciales de Rosario.
Impunidad
El hijo del Quemado se recuperó, su ataque quedó impune y la muerte le siguió los pasos. Un año después, durante la madrugada del 27 de febrero de 2013, sobrevivió a una lluvia de balas frente a la casa de su novia, en Comodoro Rivadavia al 3400. Dos muchachos descendieron de un Peugeot 207, le dispararon más de una docena de plomos y se fugaron en el vehículo. El Quemadito quedó tendido en el piso con un tiro en la pierna izquierda y un roce de bala en la espalda. A su alrededor la Policía incautó 11 cápsulas servidas 9mm, una calibre 11,25mm y un plomo deformado.
Más tarde, su novia Sofía declaró que esa noche Maximiliano se acercó a su ventana y mientras hablaban vio a dos pibes acercarse. Uno dijo “Maxi” y cuando su novio se dio vueltas el otro completó la frase: “Esto es por los pibes de Moreno” y sonaron los disparos.
En la acusación presentada esta semana, los fiscales Ana Rabin y Luis Schiappa Pietra detallan varios testimonios de allegados al Quemadito, que tras sobrevivir al ataque mencionó a los tiradores: “El Chuno y el Porteño, enviados por el Panadero Diego Ochoa por internas de liderazgo en la barra de Newell’s”. El Chuno, Sergio Federico Acosta, y el Porteño, Héctor David Rodríguez.
Los mismos dos nombres fueron mencionados en la tercera balacera, la última, la más precisa. Según la acusación fiscal, el 5 de septiembre de 2013, pasadas las seis de la tarde, Maximiliano caminaba junto a su novia por avenida Pellegrini y Corrientes, a metros del departamento al que acababa de mudarse. Walo, es Walter Acosta y hermano de Chuno. Es quien intercepta a la pareja desde la vereda de enfrente haciendo un visible ademán de desenfundar un arma de entre sus ropas. Su función no era matar. Era distraer. Afinar la puntería del Porteño, que sin levantar sospechas acercó el fierro a la nuca del Quemadito y lo eliminó. Huyeron en moto por Corrientes en contramano, con la misma organización que mataron.
Panadero
Con su hijo enterrado y él detenido por un triple crimen, Sergio Rodríguez declaró que Maxi lo había ido a visitar a Coronda y le había contado que en la cárcel (el Quemadito había pasado una temporada en el penal de Piñero) había conocido dos internos que habían pautado con Diego Ochoa el cobro de 15 mil pesos y una remera de Newell’s para matarlo. Pero terminaron y aliados dentro del penal “comiéndole la plata al Panadero”. Los dichos de Sergio fueron cruciales en la investigación que llevó adelante el juez de Instrucción Javier Beltramone y que fundó sus procesamientos en escuchas telefónicas. En su declaración, Sergio aclaró que los posibles enemigos de su hijo venían de Villa Moreno y del Panadero Ochoa. Al respecto dijo que le comentaron una vinculación entre el Panadero y Trasante fundada en el “odio que les tienen”, y que todo fue a causa del episodio donde su hijo le ganó la barra al Panadero echándolo de la tribuna, en calzoncillos, junto a Matías Pera. “Desde aquél episodio recibieron innumerables amenazas por parte de Ochoa”, dijo Sergio tras recordar que antes de ser enemigos, Ochoa los había contactado para manejar la barra de Newell’s en el marco de un círculo muy cerrado.
Penas
Con todo, los fiscales pidieron 17 años de prisión para el Porteño como coautor de tentativa de homicidio y portación ilegítima de arma de fuego (en el primer hecho) y como autor de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y portación ilegítima, en el segundo. Para el Chuno solicitaron 15 años de cárcel como coautor de la tentativa de homicidio y portación, y como partícipe primario del homicidio. Para su hermano Wano pidieron 7 años de prisión como partícipe secundario del homicidio, la misma calificación que recayó sobre Jesús Romano, para quien pidieron 13 años. Romano cumplió el rol de traidor en el crimen, ya que se encontraba con el Quemadito minutos antes de la ejecución y desde su celular dio aviso a Walo para que lo localicen.