Hace 12 meses atrás, Rosalía Jara fue a un bar de su pueblo, Fortín Olmos y, luego de varios llamados telefónicos, esperó a una persona que la pasó a buscar en su camioneta por una garita, sobre la ruta 83. Desde ese 1 de julio de 2017, su familia no la ha vuelto a ver. El hombre que se citó con ella aquella noche, Juan Valdez, según los indicios y testigos del caso, es el principal sospechoso de su desaparición. Fue detenido e imputado, tras haber sido advertido por allegados y policías de la zona. Los estudios de ADN confirmaron que es el padre de su pequeña hija. Ella, a pesar del tiempo transcurrido, espera ilusionada ver a su madre cada vez que alguien abre la puerta de su casa. A pesar de las numerosas marchas, reclamos y pedidos que han realizado sus familiares, amigas y amigos y vecinas y vecinos del pueblo de Fortín Olmos, Rosalía sigue sin aparecer.
No podemos resignarnos a la idea de que una mujer desaparezca sin dejar rastro, como si se la tragara la tierra. Hay una persona que sabe lo que pasó y se niega a declarar. La investigación, a pesar de algunos avances, no ha podido dar respuestas concretas de lo sucedido con Rosalía. Su caso exhibe lo lejos aún que estamos de lograr que el Estado cumpla efectivamente con su obligación de asistir y proteger a las mujeres que sufren violencia machista. En especial, a aquellas mujeres que deben soportar los estigmas de pertenecer a los sectores sociales más vulnerables, con toda la carga de prejuicios y discriminación asociada. Esto hace que, muchas veces, se ponga más el foco en indagar a las víctimas, a las que se revictimiza, y a su entorno, que en recabar las pruebas necesarias para explicar cómo fueron los hechos. Además, la desprotección en el norte de la provincia se agrava en el caso de las niñas y adolescentes, ya que pervive un marco cultural que ha naturalizado las violaciones, el maltrato y la violencia de género por parte de los varones adultos, como si no fueron delitos gravísimos penados por la ley.
Hoy, como lo venimos haciendo desde hace un año, seguiremos pidiendo por la aparición con vida de Rosalía, y acompañando a su familia y a la comunidad de Fortín Olmos en su reclamo a la Justicia. La unión de todas y todos y la movilización permanente han permitido romper el cerco de silencio y temor que muchas veces se cierne en rededor de estos temas y de la falta de atención que se le otorga en la agenda mediática. No perdemos las esperanzas y no vamos a bajar los brazos hasta encontrarla. Necesitamos saber dónde está Rosalía Jara, quién o quiénes son los responsables de su desaparición y por qué ella no está en su casa junto a su pequeña hija. Por ella y por todas las mujeres que padecen la violencia machista seguiremos luchando bajo la consigna #VivasNosQueremos, #NiUnaMenos.