Querido Ibsen: soy Nora, la obra de Griselda Gambaro protagonizada por Belén Blanco, con Edgardo Castro, Patricio Aramburu, Ezequiel Díaz, Esteban Masturini, Victoria Roland, Pochi Ducasse y Pablo Cécere, con escenografía e iluminación de Gonzalo Córdova y diseño de arte y vestuario de Renata Schussheim, bajo la dirección del talentoso Silvio Lang, se presentará con dos funciones en el Parque de España (Sarmiento y el río), el viernes 12 y sábado 13 de septiembre, en un hecho que se revela como uno de los grandes a acontecimientos teatrales del año.
Después de su estreno del año pasado en el porteño Teatro San Martín, la obra tuvo su reposición este año en Hasta Trilce, pasó por la 10ª edición del Festival de Teatro de Rafaela y en diciembre tendrá su desembarco en España.
En la pieza, Gambaro, tal como lo hizo con La señora Macbeth, mueve el tablero del consenso teatral: hace del autor un comediante de sí mismo y del personaje una identidad de autoría ¿Cómo lleva a cabo esta operación de inversión y desplazamiento? Lo hace poniendo a Henrik Ibsen en escena justo en el tiempo mítico en que escribe Casa de muñecas. En la subversión que practica Gambaro, Ibsen tiene que vérselas con la arrolladora Nora Helmer (Belén Blanco), personaje principal de la obra, y negociar con ella, nada más y nada menos, que sus dichos y acciones que son, a través de Casa de muñecas, una bisagra en la historia del teatro contemporáneo.
En ciernes, la propuesta muestra un teatro de la identidad como negociación de las posibilidades de un sujeto culturalmente atrapado; y hace del litigio por la autoría una condición de posibilidad de la emancipación subjetiva.