La semana laboral de cuatro días sigue cobrando fuerza, con países que se animan a medir los resultados de comprimir la carga de horas en fábricas, oficinase incluso, cada vez más, los propios hogares, para ofrecer a los trabajadores un mejor equilibrio entre la vida laboral y la personal.
Escocia es la última en sumarse a esta posibilidad. Según la BBC, el país europeo probará los 4 días de trabajo a la semana pero sin pérdida de salarios, replicando la experiencia de otras naciones como Islandia y Nueva Zelanda.
La iniciativa del gobierno escocés también es parte de su promesa electoral: se espera que se reduzca el 20% del tiempo de trabajo por semana sin afectar al salario que perciben los empleados. El tiempo de descanso se redirigirá a tareas con resultados medibles como la formación, el trabajo de cuidado o el voluntariado.
De forma alternativa, también podría utilizarse para más tiempo libre en el trabajo, festivos nacionales o vacaciones anuales.
El Partido Nacional Escocés (SNP), al frente del Gobierno, valora nuevos experimentos que podrían hacerse extensibles a todas las empresas. De hecho, ya se sumaron a la propuesta grandes compañías nacionales como la corporación de embalajes Upac Group y la cadena de hoteles Orocco.
Sin embargo, no todos están de acuerdo. Muchas firmas se negaron sin atenuantes a participar en estas pruebas piloto.
Como contrapartida, una encuesta realizada por IPPR en Escocia refleja la esperada aceptación social de la alternativa. Un 80% de los trabajadores apoyan el fin de semana de 3 días y tienen expectativas de que así mejore su calidad de vida.
Islandia, antecedente exitoso para trabajadores y empresas
En Islandia, el experimento en torno a la jornada laboral de cuatro días mostró un indiscutible resultado positivo: entre 2015 y 2019 se pasó de una jornada de 40 horas a una de 35 o 36 dependiendo del contrato, pero manteniendo el mismo sueldo. Las compañías islandesas percibieron una clara mejora en servicios y productividad, mientras que los empleados manifestaron un menor agotamiento y mayor satisfacción.
Son numerosos los especialistas que analizaron los efectos positivos de la semana laboral reducida para la salud y el bienestar de los trabajadores. Desde la reducción del estrés a la mejora de la concentración, mayores posibilidades de ocio y equilibrio familiar, hasta disminución del ausentismo e incremento de la productividad.