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¿Quién recuerda a Joe Borsani, el cantante beat de Florencio Varela que movió la Movida madrileña?

Inclasificable. Desde los temas simples con Los Tíos Queridos en la Argentina al exilio por la dictadura y las producciones musicales y teatrales que marcaron los estertores del franquismo en España. Moris, Serrat, Almodovar, Divine, Palito Ortega rodean a un incansable agitador

Marcela, Carlos, Jorgelina, Diego, las palabras duraban lo que tardaba el sol en evaporar sus anotaciones líquidas o la mampostería en chuparles la humedad. Chicos y chicas esquivaban con ese estampado de identidades a manguerazos el aburrimiento de las siestas de verano en la ciudad que, meses antes, se había convulsionado con el Rosariazo. Y cantaban, mientras escribían con chorros de agua, “voy a pintar las paredes con tu nombre”.

Era el estribillo de una canción de melodía simple, letra sin pretensiones poéticas, ajena al contenido político de otras pintadas que nombraban una Argentina en ebullición. Pero el tema quedaba impregnado en los oídos de tanto sonar por las radios en todo el país. Fue un éxito ese 1969. ¿Quién se acuerda de Los Tíos Queridos, el grupo que la interpretaba? ¿A cuántos de aquellos pibes, hoy al filo o dentro del grupo de riesgo por la pandemia, les suena su creador, Joe Borsani?

Se cumplieron 17 años, este 8 de junio, de la tarde de domingo en la que su hermano y compañero de andanzas Carlos lo encontró muerto dentro del modesto departamento donde vivía, en el número 5 de la calle La Cebada, en el barrio La Latina de Madrid.

Habían quedado en almorzar juntos, y como Joe faltó a la cita y no daba señales, Carlos fue hasta su casa, de la que tenía llaves. Al entrar, descubrió el cuerpo en el piso con una camiseta enrollada en el cuello. Todo a su alrededor estaba desordenado, faltaban su billetera, el celular y otras pertenencias. La Justicia lo investigó como un asesinato, pero no hubo ningún detenido.

El crimen, nunca resuelto, clausuró a los 58 años la vida del músico “beat” argentino que se convirtió en uno de los principales impulsores multifacéticos de la Movida madrileña, la que revivió la transgresión en los estertores del franquismo.

 

De Palito a Moris, de Florencio Varela al exilio

 

Palito Ortega, Sandro, Dyango, Miguel Bosé, Enrique Carreras, Moris, Pedro Almodóvar, la drag queen Divine, son algunos de los nombres que rodean a Joe y en parte lo explican.

José Luis Borsani Selva había nacido en Florencio Varela en 1944. La fortuna lo seguía acompañando en 1976, siete años después de lanzar «Voy a pintar las paredes». El país, en cambio, se hundía en su etapa más oscura. Armó las valijas con su entonces esposa María Teresa Campilongo, la cantante conocida después como Rubi, que se había unido a Los Tíos Queridos, cuando militares y civiles dieron el golpe de Estado.

Recordaba en las entrevistas que de niño respondía “español” a la pregunta trillada de qué quería ser cuando grande. Y se fue a vivir a España como muchos otros argentinos, para escapar de la dictadura. En su caso no fue porque lo amenazaran, es que no quería ahogarse con el aire viciado que se avecinaba. Había estado de gira en la península en 1970, y en Madrid no se quedó quieto. No tanto como cantante, pero como compositor, productor discográfico, actor y director de teatro, además de gestor de la emblemática sala Rock-Ola, fue uno de los promotores de aquella explosión creativa de las décadas de los 80 y 90 en la capital ibérica.

Los Tíos Queridos

 

Borsani había comenzado en la Argentina con Los Tíos Queridos a principios de los 60. Los apadrinaba Palito Ortega, para quien compuso años después algunas canciones, lo mismo que para Sandro. El tucumano les hacía coros en las presentaciones y grabaciones.

La formación inicial de Los Tíos se completaba con las hermanas Elena e Isabel Motti y Ricardo Catarineu. El cuarteto cambió más de una vez sus integrantes. A Catarineu lo reemplazó Roko y a éste, Sergio Lara. En la última etapa, ingresó la después esposa de Joe, Rubi. Y a principios de los 70, dejó la banda el baterista Juan Carlos Fernández para seguir como el solista pop Rabito, que terminó volcándose a la religión, se hizo pastor y editó varios discos “cristianos”.

Discos, cine, escenarios

 

El cuarteto estaba en todos lados. Grabó seis discos, lo invitaban a los programas musicales del momento, como Alta tensión, que conducía Fernando Bravo. Se subió a escenarios de varios países de Latinoamérica. Y se metió en el cine con películas protagonizadas por Palito Ortega bajo la dirección de Enrique Carreras. Los Tíos interpretaron «Todo es mentira» en Un muchacho como yo, su éxito «Voy a pintar las paredes con tu nombre» en Vivir con alegría (firmada por el tucumano) y «El amor me hace cantar» en La familia hippie.

Hoy, esas canciones suenan ingenuas. Hace medio siglo, nadie podía sospechar en qué aguas nadaría Joe del otro lado del Atlántico.

La movida, del otro lado del Atlántico

Borsani no perdió el tiempo. Apenas instalado en Madrid, se unió al ambiente de efervescencia que nacía al calor de la debilitada censura impuesta por el régimen del dictador Francisco Franco Bahamonde, el Generalísimo.

A fin de los años 70, Joe formó el grupo Jungla. Su amigo Jorge Álvarez lo promovió. El productor musical y editor literario también estaba en Madrid. Había dejado atrás en la Argentina el sello Mandioca, “la madre de todos los pibes” que lanzó los primeros discos de Spinetta, Manal y Sui Generis. En la península siguió con producciones de Joaquín Sabina, Mecano y Manolo Tena entre muchos.

Álvarez contactó a Joe con la CBS, y así pudo firmar un contrato con la poderosa discográfica bajo una condición: mudar del poco comercial nombre Jungla al de Sissi. La idea del nuevo bautismo fue de otro exiliado argentino, el diseñador gráfico y artista plástico Juan Oreste Gatti, que hizo la portada del único LP de esa banda de Borsani como antes había ideado las de Artaud, de Spinetta, y las de álbumes de Sui Generis, Pappo’s Blues, Claudio Gabis, Pastoral y Crucis. El sencillo Ya soy un Hombre, de Sissi, fue el primero caratulado como “Nueva ola” en España.

 

El morocho Borsani ya no tenía el pelo negro que lucía en la Argentina. Se lo tiñó al principio de plateado y después se animó con el rojo al compás de la emergente estética punk. Además de Sissi, estuvo detrás de la banda que lideró su pareja: Rubi y Los Casinos, que se transformó en otro ícono de la Movida madrileña.

Rubi era Marité Campilongo, una de las musas del desborde creativo madrileño. En 1981, un tema compuesto por su compañero Joe, «Yo tenía un novio (que tocaba en un conjunto beat)», se convirtió con su voz en una suerte de himno de la época. Era una adaptación de la canción que Borsani había escrito en 1970 para Los Tíos Queridos. Rubi, que se recibió de psicóloga en España y se había separado de su esposo, se despidió de los escenarios en 2010.

Rock Ola y el GAD

 

Joe no se quedó en la música. Con su hermano mayor Carlos, actor, escritor, dramaturgo, director teatral y cinematográfico, codirigió o escribió la música para obras que apuntaban al público joven. Entre ellas, la popular Viva Quevedo, una comedia musical que escenificaba a ritmo de pop poemas satíricos de Francisco de Quevedo como «Poderoso caballero es don dinero» o «Érase un hombre a una nariz pegado».

Otras producciones del dúo sobre las tablas fueron La escuela del amor, Los desastres del dinero y Tribulaciones de una familia tipo frente al televisor. Las montaba el grupo GAD, creado por Carlos. Joe, conocido por su humor, nunca develó el origen de la sigla, pero ironizaba cuando se lo preguntaban: no es por “gracias a Dios”, se reía.

Los dos hermanos (Carlos falleció en 2012, a los 72 años) compartieron además el espacio de la Sala Rock-Ola, que Joe gerenció desde 1983 hasta su cierre tras una pelea en la puerta, dos años después. Fueron, para muchos, los mejores años del lugar. Todos los artistas querían estar en su programación. Por allí, de la mano de Borsani, pasaron músicos como Alaska, Carlos Berlanga, Nacho Canut o Radio Futura. Se presentaron en su escenario grupos como The Lords of the New Church y artistas inclasificables, como la estadounidense Divine. Almodovar era otro de los habitués.

Moris, el tango, el nuevo disco

 

Joe nunca abandonó la música, durante un buen tiempo como instrumentista de sesión junto a su guitarra, que seguía pulsando con la izquierda. Con la voz también: él y Rubi grabaron en 1978 los coros para varios temas del disco Fiebre de Vivir, con el que Moris, que había llegado también dos años antes a Madrid, se hizo un lugar destacado en España haciendo punta con el rock en castellano.

La tapa diseñada por Oreste Gatti para el grupo Sissi.

 

Borsani formó en España un trío de tango, por si le faltara algo que explorar. Lo acompañaban Luis Ramón Fernández Vallejos en contrabajo y Osvaldo Grecco en bandoneón. A principios de los 90, actuaron varias veces en TVE nacional. Joan Manuel Serrat los vio en el programa «La mañana», que conducía el popular Jesús Hermida, y los convocó para incorporar el dos por cuatro a la programación de la sede barcelonesa de la cadena pública. El rosarino Osvi Grecco, que venía del rock, siguió con otros grupos y participaciones. Fue el que vistió con sonidos porteños la rumba «Cieguitos y Mafaldas», de Sabina, en el disco 19 Días y Quinientas Noches. Y acompañó por años a Ariel Rot (otro argentino exiliado en España), a Ana Belén, a Luz Casal y a Miguel Ríos.

 

Borsani volvió a un trabajo solista en 1996. Un disco raro, mucho más elaborado que los de Los Tíos Queridos, o los de su remedo satírico madrileño Las Tías Queridas. Más ambicioso que los de Sissi y los de Rubi y los Casinos. Amigos entrañables en la oscuridad empieza con el tema homónimo donde Joe, un amante del cine, despliega una base de sutil pop sobre la que recita los nombres de 140 actores y actrices españoles. Solo con su guitarra y el acompañamiento de percusión, desanda el bolero, el pop y la bossa con canciones propias y temas de su hermano, de Leopoldo Alas, de Germán Coppini y de Armando Llamas.

No quiero flores

La muerte sin anuncio dejó a Joe Borsani sin editar una última producción, grabada poco antes con el nombre provisorio y casi profético de No quiero flores, también en formato acústico, pero esta vez con dos pianos. Dejó escrito, además, el guión para la película El partido del siglo, que pensaba dirigir su hermano Carlos.

El día en que Joe apareció asesinado, una vecina del edificio consultada por el diario español El País admitía que la noche anterior no había escuchado ningún ruido, pero aclaraba que a la casa de Borsani solía ingresar gente «bastante tarde».

“Ni siquiera de su propio crimen hubiera tolerado Joe Borsani, que subía a su casa mendigos a comer y a ducharse, que hiciéramos una lectura tendenciosa”, publicó a los pocos días del crimen la periodista, escritora y activista Ruth Toledano en El País. Retrata al argentino como una persona de infinita bondad, solidario, amante de la justicia. La misma descripción que hacen la mayoría de quienes lo frecuentaron. De él y de su hermano, de quien la cronista reprodujo palabras sin animosidad referidas al nunca identificado asesino: «Los tratan como a bestias y los convierten en bestias», dijo Carlos minutos después de encontrar a Joe.

El polifacético productor y coleccionista español Mikel Barsa recuerda también, cada año, el aniversario de la muerte de su amigo, el inabarcable Joe. Fue su última publicación en Facebook la que originó este extenso e incompleto repaso. “Cómplices en todos los órdenes de la vida, son muchos los kilómetros realizados en su compañía e innumerables las anécdotas vividas, tanto de orden personal como profesional”, escribió el catalán.

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