“Marta se acaba aquí. Yo acabo, pero ellas continúan. Apoyen el fútbol femenino en Brasil y en el mundo”. Marta acaba de terminar de jugar su último partido con la camiseta de Brasil. En Australia y Nueva Zelanda 2023, la leyenda del fútbol se despidió del fútbol que la vio romper récords en la cancha y luchar afuera.
Marta Vieira Da Silva, elegida en seis oportunidades como mejor jugadora del mundo, quien tiene disputados más mundiales que Messi, Maradona y Pelé, y el récord de goles convertidos en Copa del Mundo, con 17, uno más que Mirolasv Klose, llora en la zona mixta tras el empate contra Jamaica y la eliminación de su selección de Australia/Nueva Zelanda 2023.
Llora y sonríe. Y, como durante toda su vida, lucha.
“¿Saben que es lo bueno? Cuando comencé no había un ídolo femenino. Ustedes no mostraban fútbol femenino, ¿cómo iba yo a entender que llegaría a la selección y convertirme en referencia?”.
“Ahora salgo a la calle y la gente me para, los padres me dicen mi hija te adora, quiere ser igual a usted”.
Veinte años atrás, dijo, en el Mundial de 2003, “nadie conocía a Marta, ahora me convertí en referencia para muchas mujeres no solo en fútbol (…) Acabamos abriendo muchas puertas para la igualdad”.
Marta no es la única referente del fútbol que se despidió en la novena edición de la Copa del Mundo. Y su discurso se replica en los testimonios de cada una de ellas. Todas piden por el fútbol sudamericano, por el crecimiento de la disciplina, por el apoyo real de las federaciones, por derechos que se les fueron, y le siguen siendo, negados.
Estefanía Banini y Florencia Bonsegundo, jugadoras de la Selección Argentina, también se despidieron de su selección en Oceanía. En sus declaraciones, coinciden.
“Tenemos que seguir mejorando en la liga argentina, los clubes deben seguir apostando por las chicas. Estamos en un crecimiento en nuestro país, se está notando mundial a mundial”, dice Banini tras la eliminación del Mundial.
En la zona mixta, la mendocina tiene palabras para Marta, la leyenda: “Lo que dice es difícil de igualar. Es una referente a nivel mundial para todas las jugadoras, hay que respetarla. Creo que el camino que tengan las chicas en Argentina, sobre todo, me gustaría que sea mucho más limpio, que tengan grandes profesionales que las puedan acompañar en toda sus carreras, en la formación sobre todo. Y a mí me gustaría algo más amplio, que es que crezcamos como sociedad, que nos aceptemos, que dejemos la discriminación de lado y los prejuicios”.
Bonsegundo, nacida en Morteros, provincia de Córdoba, vuelca su pedido en palabras que publica acompañadas de fotos en su cuenta de Instagram personal.
“No vamos a mentirnos, el fútbol femenino sí que ha crecido, pero el resto creció el doble y seguimos detrás. Seguimos lamentando algo que a este ritmo va seguir costando alcanzar de verdad. Hemos dejado la vara alta. Alta de luchar contra todos, alta de pedir respeto e igualdad, alta de pedir ayuda y ser ignoradas. Ojalá las futuras generaciones crezcan pensando en solo jugar al fútbol”, dice.
Catalina Usme, capitana y referente, toma el micrófono luego de la despedida de Colombia en el Mundial de Australia/Nueva Zelanda. En distinto escenario, con otra camiseta, el pedido sigue siendo similar: “Este no puede ser el techo, no puede ser el final. Este tiene que ser el comienzo para mejores cosas para este equipo, mejores condiciones, un proyecto ambicioso que nos pongan a nosotras a trabajar duro”.
Distintas palabras, la misma idea: hay que seguir luchando, hay que seguir invirtiendo en el fútbol femenino, desde las acciones, no sólo desde el discurso. Es momento de que las futbolistas reciban el apoyo real que necesitan para crecer y ser potencia. El fútbol sudamericano tiene con qué.