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Quieren “buenos franceses”

Cuando aún resuenan las voces de condena que despertó con la expulsión de gitanos, el gobierno de Nicolas Sarkozy envió al Parlamento un proyecto que endurece aún más la política inmigratoria gala.

Los socialistas y varias organizaciones de defensa de los derechos humanos franceses rechazaron ayer un proyecto de ley del gobierno conservador de Nicolas Sarkozy que endurece la política migratoria, mientras resuenan aún las críticas por la expulsión de gitanos.

“La derecha sarkozysta no se cansa de manipular la cuestión de la inmigración: más los electores huyen, más se focaliza el debate en la inmigración y la seguridad”, reclamó el vocero de los diputados del Partido Socialista galo, Bruno Le Roux, para quien hay una “evolución preocupante”.

También varias asociaciones y ONG vinculadas a los derechos humanos ven en estas nuevas disposiciones un instrumento que hace de los inmigrantes un chivo expiatorio y denuncian la “deriva a la derecha” de la mayoría por fines electorales.

Amnistía Internacional calificó el proyecto de ley de “indigno de un Estado de derecho” y convocó a una manifestación frente a la sede parlamentaria.

La polémica iniciativa llegó ayer al Parlamento de la mano del ministro de Inmigración, Integración e Identidad Nacional, Eric Besson, y se espera que transite una semana de intensos debates que se centrarán en sus aspectos más controvertidos, como la expulsión de los ciudadanos comunitarios que supongan una carga excesiva para el Estado.

El texto, criticado por sectores de izquierda e incluso por partidarios de derecha, propone entre otras medidas la retirada de la nacionalidad a los naturalizados franceses que hayan atentado contra agentes de policía.

Además, establece nuevos reglamentos para las expulsiones de indocumentados, los que corren el riesgo de no poder entrar al país en un plazo de cinco años.

Ayer, en medio de la polémica desatada y la catarata de críticas de la semana pasada tras la expulsión de gitanos de la etnia romaní, el ministro Besson dijo que la cartera que dirige debería ser una “fábrica de buenos franceses”.

“¿Por qué tendría que molestar que este ministerio, que concede la nacionalidad francesa, sea una fábrica franceses?”, se preguntó el ministro, que calificó como “excelente noticia” que los extranjeros se conviertan “en buenos pequeños franceses”, tras aclarar que ello no implica “renegar de su historia, sus orígenes o su cultura”.

En relación a la política de expulsión de gitanos, que enfrentó la semana pasada a París con la Comisión Europea, el ministro negó que haya “estigmatización” en Francia y dijo que “en todos los campamentos que han sido desmantelados, más de dos terceras partes de sus ocupantes son nómadas franceses”.

Sobre este tema, la comisaria de Justicia de la Unión Europea (UE), Viviane Reding, anunciará hoy si abre un expediente sancionador a Francia por la presunta violación del derecho comunitario debido a la expulsión de gitanos de su territorio.

La comparación, la semana pasada, de Reding entre las expulsiones, por parte de Francia, de 8.000 gitanos búlgaros y rumanos, y las deportaciones de judíos en la Segunda Guerra Mundial le valió el enfado de Sarkozy, quien dijo sentirse “ofendido” por ese símil.

Sobre la propuesta de retirar la nacionalidad a los naturalizados que atenten contra un depositario de la autoridad pública, Besson dijo hoy que se trata de un “símbolo” y subrayó que la misma “va a afectar a muy pocas personas, pero es una sanción que tiene un fuerte alcance simbólico y republicano”, dijo.

Las declaraciones del ministro caldean aún más el ambiente el mismo día del inicio del debate en la Asamblea Nacional de la nueva ley, presentada por el propio ministro el pasado marzo y que supone el quinto texto en esta materia en siete años.

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