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“Quiero, es más, exijo, ser tratado como un ser humano”

Por Raúl Koffman.- Reproducción de un supuesto diálogo entre un extraterrestre y un hombre cuando éste está a punto de ser ejecutado. Se desconoce cómo se gestó esta situación y si es ciencia o ficción: de todas formas, una buena excusa para pensar.


cienciadentro

Se sabe que en un momento hubo un intento de viajar en el tiempo pero fue un intento fallido. A esta falla técnica se la relaciona con el registro de un diálogo entre una persona y un extraterrestre, que se captó por los radares de una prestigiosa institución internacional. El diálogo se desarrollaba ante la decisión del extraterrestre de matar a un ser humano. Los registros muestran que el viajero-prisionero intentó por todos los medios convencer al extraterrestre de la inutilidad del asesinato. Pero el diálogo se presenta como un desencuentro permanente. Del diálogo se deduciría que el ser de la otra galaxia ya conocía el desarrollo del planeta Tierra y de la raza humana en particular.

Se desconoce cómo concluyó este suceso, dado que sólo se encontró una parte del diálogo total y no hay registros de ningún otro tipo. La conversación encontrada se habría desarrollado de la siguiente manera:

—Quiero ser tratado como un ser humano.

—Como eso te estoy tratando. La diferencia es que tú te conviertes ante mí en humanista, pero en nuestra civilización eso no existe. Te trato como lo que eres: un miembro de una especie entre tantas que existen en el universo, que además se cree superior. Especie superior, raza superior, inteligencia superior, sexo superior, entre otras, en vuestro sistema de creencias.

—Pero yo soy algo más que un miembro de una especie, soy una persona.

—Nuevamente te confundes. Eres un miembro de una especie que, desde que tiene la capacidad de verse de afuera, se cree especial como especie y como miembro individual de esa especie. Es que terminaron inventando que deben ser tratados de una manera especial cuando no hacen eso entre ustedes, humanos, ni con las otras especies vegetales o animales como ustedes las llaman. ¡Y vaya que son especiales! Exterminan a las otras por los llamados intereses económicos.

—A eso lo hacen algunos pocos, pero no todos.

—Los que lo hacen, lo hacen porque pueden hacerlo, porque nada ni nadie se los impide. Su especie es especial para tejer redes de complicidades. Son, además, una especie enferma de conciencia, llena de miedos. Miedo a morir, a sufrir, a la invalidez. Son una especie enferma de miedos. Se creen salvadores de todo y todos y hasta el momento no aprendieron a salvarse de ustedes mismos. Viven torturados y temerosos, y se han inventado historias fantásticas para sufrir menos.

—Sí, es verdad lo de los miedos, y quizás exageremos, pero nosotros usamos la razón

—Claro, llaman razón a las justificaciones que se dan por sus actitudes enfermas. ¿O no hace acaso miles de años que se matan y quizás se exterminen por tener o quedarse con la razón? La razón para ustedes es el motivo suficiente para dominar y matarse. Es cierto que son especiales, pero claro que no por las razones que ustedes se dan a ustedes mismos.

—No es tan así. También hay gente buena.

—Pero la que llamas gente buena es la que nunca tuvo poder de decisión o poder para cambiar su mundo ni su animalidad y crueldad disfrazada de razonabilidad. Quizás los buenos son los más temerosos a las historias de castigos y torturas que ustedes mismos fabricaron durante milenios. Sin contar con los temores a los castigos y torturas reales, por supuesto.

—¡Piedad, por favor!

—También eso es de vuestra especie. Llaman piedad al recurso que utilizan para sentirse más fuertes y más seguros que los que no lo están. Especie enferma de autoengaño además.

—Supongamos que así sea. Pero quiero, es más, exijo, ser tratado como un ser humano.

—También inventaron la historia de las exigencias cuando son víctimas de otros miembros de la especie.

—¡No, por favor, no!

—Tus razones no son válidas en este lugar. Que millones de tu especie las hayan creído y validado no las hacen universales, como ustedes dicen. Son válidas en tu universo, no en el nuestro. Eso que llaman la razón les justificó hacer desaparecer culturas enteras pero aquí, en nuestro mundo, te aseguro que eso no va a suceder.

—¡Esto me está enloqueciendo!

—Claro, porque estás perdiendo no la razón, sino tus razones válidas. Hemos estudiado a tu especie con detenimiento, y conocemos sus recursos actorales y discursivos, como ustedes los llaman, con los que cuentan para imponerse. Las escenas que puedas representar no son válidas aquí.

—¿Por qué no quieres escuchar y entender mis razones?

—Primero, porque ya las conocemos; como te dije, hace siglos que los observamos. Y segundo porque para tu especie entenderlas significa que querrán convencernos de dejarnos dominar con sus razones. No insistas, aquí no tienes ese poder.

—¡Sí, sí, perdón, perdón, somos así, pero por favor no me mates!

—Conocemos también vuestro mecanismo de pedir perdón. Sabemos que está al servicio de engañar al otro para que deponga sus armas. Y, te repito, en este universo no existe tal recurso.

—Están siendo conmigo como nosotros somos entonces. Me encierran, no me dejan pedir ayuda, creen tener la razón, se cierran en sus suposiciones. No hay diferencia entre nosotros y ustedes, entonces.

—No importan tus argumentaciones. En este caso, a la razón y a la fuerza la tenemos nosotros, dirían ustedes. Son las leyes universales. En este caso te tocó perder.

—Por favor, una oportunidad. Prometo hablar de todo esto con mi especie y cambiarlo. Somos una especie que aprende de sus errores.

—Eso aquí no es válido. Las promesas de cambio en nuestro universo no existen. No podemos permitirnos convivir con algunas fallas porque es extremadamente peligroso para nuestra especie. Tu propia especie es un claro ejemplo de ello. Tu tiempo final se acerca. No sentirás dolor, será instantáneo.

—Exijo una oportunidad.

—No estás en condiciones de exigir. Prepárate y dinos cuándo decides morir.

—¡Por Dios, piedad!

—Aquí tus creencias tampoco son válidas. Confirmo con cada intervención tuya que eres un ser humano con todas sus características particulares. Por eso te trato como te trato. Te trato como tú tratas a tus semejantes. Decide cuándo morir o lo decidimos nosotros. Te estoy dando una oportunidad que uno de tu especie no te daría.

Aquí el registro se interrumpe. No hay datos precisos de si continuaba o no. Tampoco hay datos precisos de si este registro, como llegó a suponerse, era una broma hecha por un hacker. La suposición final fue que de esto último se trataba y, por esa misma razón, fue destruido. Lo que aquí consta es lo que alguien rescató porque le pareció gracioso, apropiándose de lo que era confidencial y secreto.

Ciencia ficción o sólo ficción, el diálogo creado por el hacker es un desencuentro perfecto entre dos interpretaciones diferentes de los hechos de la realidad y una descripción descarnada de lo peor de la raza humana. Algunos llevaron a plantear que se trataba de un real mensaje de los extraterrestres a los humanos, pero esa suposición se descartó al poco tiempo porque se la consideró muy improbable, casi imposible. Hoy tenemos la suerte de contar con ella para que cada lector haga su propia interpretación.

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