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Quince años de cárcel por matar a un adolescente

Junto a su hijo había salido armado y a los tiros para amedrentar a unos pibes que apedreaban su vivienda.

Pablo Ferraresi tenía 15 años cuando una bala le perforó el pecho y lo dejó tendido en un zanjón del barrio San Francisquito, en la zona sudoeste de la ciudad. Su muerte fue el desenlace de un enfrentamiento ocurrido momentos antes entre dos banditas de vecinos que se amenazaron y apedrearon la noche del 10 de marzo de 2008. Por el crimen fue condenado un hombre de 36 años apodado Tito, padre de uno de los pibes que participó en la gresca y que todos conocen como Matako, a la pena de 15 años de prisión y a resarcir económicamente a la familia de la víctima con 165 mil pesos.

El juzgado de Sentencia 1 condenó a Roberto Carlos A. por los delitos de amenazas calificadas por el uso de arma de fuego agravadas por la intervención de un menor (su hijo) y homicidio también agravado por la intervención de un menor. El mismo fallo hace lugar a la acción civil instada por la querella e impone un resarcimiento económico de 35 mil pesos por daño emergente y otros 130 mil por daño moral.

Más de 15 testigos habían señalado a Tito como el autor de los disparos que, en la noche del 10 de marzo de 2008, terminaron con la vida de Ferraresi. 

Según reconstruye la resolución judicial a través de distintos testimonios, padre e hijo salieron en moto y a los tiros de su casa, ubicada en un pasillo de Crespo, entre Doctor Riva y Quintana, para amedrentar a un grupo de unos 15 pibes que le apedreaban el frente de la casa. El rodado se detuvo en la esquina de Crespo y Garibaldi, adonde se encontraba un nutrido grupo de jóvenes del barrio San Francisquito. Sin bajarse de la moto el hombre desenfundó el arma y ejecutó varios disparos. Todos los muchachos de dispersaron menos uno que había caído en un zanjón cuando un plomo le atravesó el corazón. 

Pero la agresión letal, que al parecer no fue dirigida a la víctima, fue la última parte de una pelea entre dos grupitos del barrio que tuvo varios capítulos en la misma jornada y que el juez separa en dos secuencias. La primera ocurre en la puerta de un cíber ubicado en Quintana y Alsina, cuando unos 20 adolescentes enemistados con Matako fueron amenazados por su papá. Según indica el fallo, Tito bajó armado de un auto marrón y les dijo: “Están todos muertos”. Después disparó varios tiros al aire y se marchó en el auto.

La segunda secuencia tiene su génesis en una reacción de los adolescentes que, tras las amenazas, decidieron ir a la casa de Matako a tirarle piedras, hecho que varios de ellos admitieron en la investigación. “Pero el segundo altercado es el que nuevamente muestra como protagonista al acusado”, señala el juez sirviéndose de testimonios que aseguran que Tito salió a los tiros de su casa y desbarató a la banda de muchachos rápidamente.

El juez señala que el acusado, “lejos de conformarse con el cese de la agresión sale en persecución de los jóvenes a bordo de una moto Guerrero”. La mayoría de los testigos refiere que el rodado era manejado por su hijo, que también estaba armado y disparaba. Los muchachos escaparon en varias direcciones para zafar de las balas, pero uno de los plomos impactó en el pecho de Pablo, que cayó en la esquina de Crespo y Garibaldi.

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