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¿Quisieron matar a empresaria para quedarse con su dinero?

La Justicia de Mendoza está investigando si Corina Kobylanski, de 41 años, fue víctima de un intento de asesinato por parte de su pareja y su psiquiatra mediante una batería de drogas con el fin de despojarla de su patrimonio

La Justicia de Mendoza investiga si una empresaria de 41 años fue víctima de un intento de homicidio por parte de su pareja y su psiquiatra mediante una batería de drogas con el fin de despojarla de su patrimonio.

Se trata de Corina Kobylanski, quien en 2015 había asegurado que intentaron volverla loca mediante un cóctel de medicamentos, aunque ahora los fiscales piensan que ese agresivo tratamiento podría haber terminado con su vida.

La denuncia es contra el ex esposo de Kobyalanki, el ingeniero y constructor Fernando Kainer, y el psiquiatra Juan Florencio Reboredo, según la información difundida por el diario Los Andes.

La pareja había llegado en 2012 a Mendoza para iniciar un importante proyecto turístico y gastronómico en la zona de Lavalle, al que iban a llamar Las Mulitas.

Al poco tiempo, Kobylanski tuvo su segundo hijo, pero la relación con su pareja empezó a declinar y, según su denuncia, se registraron hechos de violencia de género.

Ese año, la mujer fue internada en el Hospital Italiano por un problema óseo y allí comenzó a ser asistida por el psiquiatra Reboredo, quien tomó confianza con la familia e inclusive fue invitado al cumpleaños de la empresaria.

Al mismo tiempo, el profesional le prescribió a la mujer una batería de remedios para trastornos mentales graves, de efectos hipnóticos, antidepresivos, antipsicóticos y antiepilépticos.

De acuerdo con el expediente que impulsa la fiscalía de Violencia de Género, el cóctel actuó como «un chaleco químico», el cual menguó las facultades mentales de la paciente y su vulnerabilidad en forma notoria.

Uno de los testimonios que se recogió en la investigación del caso es el del psiquiatra Rubén Contreras, el cual trató a la empresario luego de Reboredo, y aseguró que no tenía ninguna afección mental, sino una personalidad normal, caracterizada por una necesidad afectiva.

En cuanto a la medicación que habría sido recetada por Reboredo, Contreras consideró que las altas dosis de ansiolíticos recetadas por Reboredo disminuyeron las funciones psíquicas de la paciente, poniéndola en una situación de «altísima vulnerabilidad e influenciabilidad», lo cual colocó en riesgo su vida.

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