A principios de 2019 una mujer compró un terreno en FunesTown y en agosto comenzó la construcción. Desde hace 8 años alquila un departamento en el centro de Rosario y soñaba con la casa propia. El proyecto era edificar tres pisos. Este año una tormenta tumbó una de las paredes y reveló irregularidades en la construcción. Desde el municipio de la vecina localidad clausuraron la obra y meses después pidieron la demolición, aunque aún no la autorizan a hacerlo. En el medio, la multaron dos veces y hasta la denunciaron por violar la faja de seguridad. Ella siente que no es bienvenida en el barrio por ser trans y trabajadora sexual. Fue hasta el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) donde le dijeron que evaluarán presentar una denuncia formal por discriminación. Este jueves tiene prevista una reunión en el Juzgado de Faltas de Funes.
“No hay discriminación directa, pero me frenaron la obra y ahora tampoco me dejan demolerla. Nadie te lo dice literal pero te dificultan las cosas. Si esta semana no lo soluciono, me encadeno en la Municipalidad hasta que el intendente se siente a hablar conmigo”, advirtió la mujer que prefirió no dar su identidad.
A los tumbos
A principios de 2019 la mujer escrituró el terreno, hizo los planos, pidió los permisos de construcción correspondientes y contrató a un arquitecto para comenzar con la obra. En agosto empezó a edificar la planta baja de la casa que contemplaba tres pisos.
En febrero de este año, una tormenta tumbó una de las paredes que cayó sobre el predio y, afortunadamente, no alcanzó a lastimar a nadie. Cuando la mujer fue al Ministerio Público de la Acusación a exponer la situación, se enteró que el arquitecto no había respetado el grosor estipulado para construir las paredes. El municipio de Funes clausuró la obra de forma preventiva hasta que un perito constatara que la estructura no presentaba riesgos de derrumbe. Pero menos de una semana después, y sin esperar la revisión del perito, el municipio resolvió la clausura definitiva y una sanción por 20 mil pesos.
La mujer pagó la multa y una semana después una perito contratada por ella constató que la estructura no presentaba riesgo de derrumbe. Pero desde el municipio le rechazaron el informe en dos oportunidades. Para la tercera presentación, la perito propuso reforzar la obra mediante una estructura de 10 columnas. El municipio envió un perito de parte quien dijo que la propuesta no era viable y desde el Colegio de Arquitectos coincidieron. Según contó, no tuvieron en cuenta el nuevo plano con las columnas propuestas.
Sin respuesta
La mujer quiso presentar un escrito al intendente de Funes para contarle la situación pero, según dijo, en la mesa de entrada no lo recepcionaron y argumentaron que debía estar sellado. “No respondieron la impugnación y me pidieron un sello cuando mi abogado me señaló que no es necesario”, aclaró.
Finalmente, se reunió con un representante legal del municipio funense quien le comunicó que debía demoler la construcción. Le dijo que el permiso se gestionaba de forma online y demoraba 24 horas. Cansada de lidiar, la mujer aceptó. Pero dos días después, el arquitecto contratado recibió un mail donde le informaban que no podían darle el permiso de demolición porque la titular debía una multa de 10 mil pesos por violar la faja de clausura del predio. “Nunca me notificaron de esa multa. Yo no volví a Funes por las restricciones de la pandemia. No tengo idea cómo ni quién la sacó, pero no pueden impedirme demoler porque falta una faja de plástico. Ya me multaron y pagué. ¿Tengo que poner un custodio 24 horas por un pedazo de plástico?”, cuestionó la mujer.
En paralelo, recibió una denuncia por “violar la orden de clausura definitiva constatada por inspección ocular por personal municipal”. “Desde la clausura no se puso un ladrillo más. Sólo volvimos a retirar los escombros”, explicó, y advirtió que fue intimidada por un vecino que dijo trabajar en el municipio, a quien la mujer denunció.
Ella siente que en el barrio la discriminan por ser trans. “En el grupo de Whastapp de vecinos y vecinas, un hombre que trabaja en la Municipalidad comentó ´Vieron que se mudó un trava al barrio, se nos viene la noche´. Si hubiese comprado un terreno en el Kentucky me quemaban en la plaza. Me causa indignación y risa a la vez”, contó.
Ella tiene 44 años y desde los 16 ejerce como trabajadora sexual. Vivió unos años en Europa y regresó al país hace tres para cuidar a su mamá. En ese tiempo estudió carreras afines a la salud y espera que el cupo trans le permita tener un empleo formal.
“Soy monotributista gracias a mi trabajo que es la prostitución, pero en algún momento se me va a terminar. Somos una parte de la sociedad que siempre está discriminada pese al sacrificio que hacemos para salir adelante. No podemos seguir tratando así a las chicas trans”, agregó.
La mujer dijo que esta semana tiene prevista una reunión con el juzgado de Faltas de Funes y espera una respuesta para resolver la situación.