La Segunda Guerra Mundial fue la mayor causa de personas refugiadas en el siglo XX, con aristas que incluyen a judíos, kurdos y hasta a los propios alemanes, pero antes y después de esa contienda hay otros conflictos emblemáticos que dejaron como secuela a cientos de miles de desplazados forzados lejos de sus tierras.
En los prolegómenos y durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi deportó entre siete y nueve millones de europeos. De estos, seis millones de refugiados fueron repatriados por los Aliados tras la victoria frente a Alemania, en 1945, y la mayoría de ellos fueron alojados en campos y centros urbanos para refugiados.
La mayoría de los refugiados judíos estaba en la zona ocupada por los británicos en Alemania del norte y la zona ocupada por los estadounidenses en el sur, y buscaban establecer una patria judía en Palestina, según consigna la Enciclopedia del Holocausto confeccionada en Israel.
Tras varios conflictos y negociaciones, el 14 de mayo de 1948 se anunció la creación del Estado de Israel, con la oposición manifiesta del mundo árabe.
La Guerra Civil Española (1936-1939) también generó muchos refugiados. Todos del derrotado bando republicano.
Entre marzo de 1937 y octubre de 1938, cuando la guerra estaba lejos se resolverse en favor del ala fascista, liderada por Francisco Franco, entre 2.900 y 3.200 niños, casi todos hijos de comunistas españoles, fueron enviados por sus padres a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Tras la victoria del franquismo muchos de esos niños huyeron hacia otras latitudes y otros quedaron en Rusia e incluso combatieron en la Segunda Guerra Mundial en el Ejército Rojo, como fue el caso del hijo de la líder comunista española Dolores Ibárruri, Rubén Ruíz Ibárruri, que murió durante los combates de Stalingrado.
Con la derrota de la República, en 1939, miles de españoles cruzaran a Francia, que tuvo 440.000 refugiados de ese país en su territorio, que fueron a parar a campos de prisioneros en el sur, como Gurs, St. Cyprien y Les Milles.
Francia, que tenía por entonces un sector pronazi, liderado por el general Philippe Pétain, fue un territorio hostil para los refugiados españoles, que, tras la invasión alemana, en 1940, fueron sometidos a trabajos forzados, mientras otros 30.000 fueron a parar a campos de concentración nazis.
Otro grupo emblemático de refugiados de la historia cercana son los armenios, que siguen reclamando justicia por el genocidio de entre 1,5 y 2 millones de civiles a que los sometió el disuelto Imperio Otomano, y que la actual Turquía se niega a reconocer.
Se trató de la deportación forzosa y el intento de exterminar a la cultura armenia por parte del gobierno de los Jóvenes Turcos, entre 1915 y 1923, lo que dio lugar a una diáspora que determinó que grandes cantidades de armenios vivieran en campos de refugiados.
Luego, esos refugiados fueron la base de colectividades diseminadas por todo el mundo, al punto de que los armenios en el exterior actualmente cuadriplican a la población de Armenia, de unos 3,3 millones de habitantes.
La Guerra de Vietnam también provocó una ola de refugiados a nivel global, que incluso tocó a Argentina.
En 1975, con la derrota de Vietnam del Sur y Estados Unidos, más de tres millones de vietnamitas, laosianos y camboyanos –las tres naciones de la antigua región de Indochina- huyeron hacia Tailandia para no quedar en manos del triunfante Gobierno comunista.
Naciones Unidas convocó a 65 países a un acuerdo para recibir a estos refugiados y así la dictadura argentina de Jorge Rafael Videla, ávida de reconocimiento internacional, recibió a varios miles de laosianos y camboyanos que hoy, casi medio siglo después, están afincados en varias localidades de Misiones y de la Patagonia.
En la segunda mitad de la década de 1940, con la guerra regional que terminó en la independencia del Estado de Israel,más de 700.000 palestinos tuvieron que huir de sus casas-en territorio hoy israelí- y se convirtieron en refugiados, una condición que más de 70 años después heredaron sus hijos, nietos y bisnietos hasta sumar más de 5,7 millones, es decir, casi un cuarto del total de refugiados mundial.
De un total de 900.000 palestinos que vivían antes de la partición impuesta por el alto el fuego negociado tras la guerra de 1948, sólo permanecieron entre 120.000 y 150.000 en lo que hoy es territorio israelí. Entre 1947 y 1949, los más los 700.000 restantes debieron abandonar sus hogares y huir al exilio, y la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) les confirió el estatus de refugiados.
Muchos de ellos aún conservan o heredaron las llaves originales de las casas que dejaron atrás, un símbolo que se reproduce en muchas de las entradas de los campos de refugiados palestinos en Medio Oriente.
Hoy conforman la población con status oficial de refugiada más antigua del mundo, ya por la tercera generación y se han convertido en uno de los puntos más sensibles de todo diálogo de paz entre israelíes y palestinos para resolver el conflicto, ya que Israel, un país de unos ocho millones de habitantes, rechaza el reclamo de un retorno de los refugiados reconocidos por la Unrwa.
Y como los refugiados se niegan a abandonar su reclamo, reconocido en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, millones de ellos continúan viviendo en campos en los territorios ocupados por Israel desde 1967 y países vecinos, como Siria, Líbano y Jordania.
Aunque la Unrwa está presente en cada país en donde existe al menos un campo de refugiados palestinos, esta población desplazada depende en última instancia de la legislación y las prácticas de las autoridades de los países de acogida o de Israel, en caso de los territorios ocupados:Cisjordania y la Franja de Gaza.
Por ejemplo, en Líbano, un país de unos 7 millones de habitantes donde el sistema político está construido sobre un delicado y siempre inestable equilibrio entre las comunidades religiosas,hay aproximadamente 500.000 refugiados palestinos.
No tienen los mismos derechos que los demás extranjeros que residen y trabajan en el país, tienen un acceso limitado a los servicios públicos y la enorme mayoría depende de la asistencia de Unrwa.
En Siria, en tanto,10 años de guerra civil sacaron a la luz la vulnerabilidad jurídica e institucional de los refugiados palestinos, residentes en su gran mayoría en grandes centros urbanos, donde se concentraron los combates.
De los 438.000 refugiados palestinos en Siria, más del 95% necesitan asistencia humanitaria para sobrevivir, 254.000 sufrieron un segundo desplazamiento forzado ahora dentro de ese país y 13.500 están en zonas de difícil acceso a las que no llega la ayuda.
De los refugiados palestinos que dejaron Siria por el conflicto, se estima que 50.000 viajaron a Líbano, 9.000 a Egipto, 6.000 a Jordania y varios miles a Turquía e Irak.
Jordania es sin dudas el país donde más peso tuvo el éxodo palestino sobre la población nacional.
Hay 2,2 millones de refugiados palestinos que gozan de ciudadanía plena, excepto los 140.000 provenientes de Gaza, que pueden contar con pasaportes temporales que no impliquen la ciudadanía. Representan casi un cuarto de la población total del país.
En la ocupada Cisjordania, viven más de 800.000 refugiados palestinos, el 25% de ellos en 19 campamentos, mientras que en la Franja de Gaza, se concentran 1,4 millones, lo que corresponde a un 70% de la población del enclave sometido a un bloqueo militar desde 2007 y al borde del colapso económico.
Siria: una década de guerra y la peor crisis mundial de refugiados
Cuando estalló la guerra, en 2011, Siria tenía alrededor de 22 millones de habitantes; hoy más de 13 millones ya tuvieron que dejar sus casas y la mitad de ellos llegó a salir del país en busca de refugio en campamentos hacinados cerca de la frontera, en un clima siempre tenso en Turquía o en una Europa que le terminó cerrando las puertas. Según las últimas cifras actualizadas del organismo de la ONU para refugiados (Acnur), 6,7 millones de sirios se refugiaron fuera del país y otros 6,7 millones se convirtieron en desplazados internos dentro del territorio.
Aunque el gobierno de Bashar al Assad logró recuperar el control de una parte importante del país gracias al apoyo de sus aliados externos -Rusia, Irán y la milicia islamista libanesa Hezbollah-, ni los refugiados ni los desplazados internos han podido volver a sus ciudades, pueblos, casas en número significativos, según el registro de retornos de la Acnur de 2020. El drama de los refugiados sirios causó enormes gestos de solidaridad en un comienzo en la comunidad internacional y la opinión pública mundial, especialmente en Occidente, por dos grandes razones. Por un lado, la salida desesperada y masiva de personas que escapaban a bombardeos del Ejército sobre ciudades o la violencia de grupos islamistas radicales y opositores conmocionó y sacudió a millones de personas.
Sin embargo, las palabras de apoyo, las grandes donaciones para financiar campos de refugiados en los países vecinos y, principalmente, la promesa de las potencias occidentales de recibirlos y garantizarles seguridad en sus propios países llegaron a un límite cuando más de 1 millón de refugiados, en su gran mayoría sirios, arribó en gomones a las costas sur de Europa o caminando desde Turquía y los Balcanes. En apenas unas semanas, la canciller alemana Angela Merkel pasó de ser la «mamá Merkel» que recibió a cientos de miles de refugiados en apenas unas semanas, a ceder ante la presión de otros Estados de la Unión Europea y el crecimiento de la extrema derecha en su propio país, y frenar el avance de las eternas columnas de personas.
La llamada crisis de refugiados en Europa -que apenas representó una parte mínima de los desplazados externos que reciben países limítrofes de Siria- fue resuelta con un acuerdo millonario con Turquía para que este país cierre el paso de los que quieren llegar al bloque europeo.
Pese a que este acuerdo incluyó ayudas por 6.000 millones de euros, la situación para los sirios en Turquía, por lejos el país que más refugiados de esa guerra recibió, con 3,7 millones, no mejoró mucho. La mayoría siguió viviend o hacinada en campamentos insalubres, con un tercio de los chicos en edad escolar fuera de las aulas, dificultades para acceder a un empleo y acosados por la pobreza. Y no es solo en Turquía. En Jordania, donde residen unos 1,3 millones de refugiados sirios, la mayoría integrados en ciudades, más de un 80% viven debajo de la línea de la pobreza. La pandemia de coronavirus y sus efectos sanitarios, económicos y sociales «exacerbó las dificultades» de los refugiados sirios en los países limítrofes, explicó hace unos meses a Télam la vocera de Ancur para Medio Oriente, Rula Amin. «Los cierres y las restricciones significaron la pérdida de puestos de trabajo para quienes habían logrado encontrar algo y la crisis económica significó precios más altos», dijo. «Más de un millón de refugiados sirios en Irak, Líbano y Jordania cayeron profundamente en la pobreza debido al impacto de la pandemia, además de golpear a quienes ya vivían por debajo de esa línea», destacó.
Afganistán: fecundo en guerras y refugiados
La guerra y la rebelión son una constante en Afganistán desde hace por lo menos cuatro décadas, así que no es de extrañar que el país islámico y bisagra entre Asia Central y del Sur esté entre los tres que más aportan al total de refugiados en el mundo.
Después de 20 años de combates continuos, la más reciente intervención militar extranjera está tocando a su fin, pero sin que Afganistán haya cerrado su conflicto interno, lo que sigue sin permitir el regreso de muchos refugiados.
El organismo de la ONU para los refugiados (Acnur) dijo esta semana que se preparaba para otra probable ola de desplazamiento de civiles en Afganistán luego que Estados Unidos y la OTAN retiren, este año, las tropas que tienen en el país desde 2001.
Desde la invasión militar extranjera de 2001, más de 5,7 millones de exrefugiados afganos retornaron a su país, pero muchos volvieron a irse a Irán o Pakistán por la continua violencia, el desempleo o la falta de instalaciones educativas y sanitarias.
Según cifras del Acnur de este mes de junio, todavía hay en todo el mundo 2,6 millones de refugiados registrados como procedentes de Afganistán, la tercera mayor población de refugiados y desplazados externos después de las originarias de Siria y Venezuela.
El 90% de los refugiados afganos viven en Irán y Pakistán, dos países limítrofes.
Además, dentro de Afganistán hay 4,8 millones de desplazados internos, también de acuerdo al Acnur.
Según las últimas cifras proporcionadas por Irán, el país alberga a 780.000 refugiados afganos, el 96% de los cuales vive en áreas urbanas, mezclado con los iraníes.
El 4% restante vive en unos 20 campamentos de refugiados repartidos por todo el país.
Otros 1,4 millones de refugiados afganos viven en Pakistán, y la mayoría, en dos provincias fronterizas con el este afgano.
La violencia en Afganistán ha estado en aumento desde que las fuerzas extranjeras empezaron a retirarse, el año pasado, y se complicaron las conversaciones de paz entre el Gobierno afgano y el rebelde movimiento islamista radical de los talibanes.
«Con la retirada de las tropas internacionales esto posible o probablemente empeorará», dijo el lunes pasado el jefe del Acnur, Filippo Grandi, en la sede de la ONU en Nueva York.
«Así que estamos haciendo planes de contingencia dentro del país para más desplazamientos, (y) en países vecinos en caso de que gente pudiera cruzar fronteras», señaló.
Una coalición liderada por Estados Unidos invadió Afganistán a fines de 2001 y derrocó a los talibanes por negarse a entregar a Osama Ben Laden tras los atentados de su red Al Qaeda del 11 de septiembre de ese año en Nueva York y cerca de Washington.
Luego de 20 años de presencia militar, Estados Unidos empezó a retirar los 2.500 soldados que aún tiene en Afganistán y espera completar el proceso el 11 de septiembre próximo.
Otros 7.000 soldados, en su mayoría de países de la OTAN, también habrán salido del país para esa fecha.
Grandi pidió un fuerte apoyo internacional para apuntalar las conversaciones de paz entre los talibanes y el Gobierno afgano.
También esta semana, el jefe de las operaciones humanitarias de la ONU, Mark Lowcock, dijo que se necesita un alto nivel de respaldo económico para la asistencia humanitaria en Afganistán que dé margen al Gobierno para estabilizar la situación.
Unas 18,4 millones de personas, casi la mitad de la población del país, necesita ayuda humanitaria, según la ONU, que ha solicitado fondos por 1.300 millones para atender la emergencia en 2021.
Argentina mantiene su larga tradición de receptor de refugiados
Argentina es un país con una larga tradición de recibir refugiados y solicitantes de asilo de distintas latitudes, especialmente desplazados externos venezolanos en los últimos años, en un proceso que también se vio afectado por la pandemia con una desaceleración de las llegadas y un incremento de los pedidos de ayuda social.
«La hospitalidad y generosidad argentina con respecto a personas refugiadas migrantes está ligada a su historia nacional. El país siempre ha recibido personas refugiadas y migrantes a lo largo de su historia y de hecho Argentina es considerada uno de los países más solidarios y amigables con las personas refugiadas», indicó a Télam Juan Carlos Murillo, representante regional para el sur de América Latina de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados.
De acuerdo a la Comisión Nacional para los Refugiados (CoNaRe) que depende del Ministerio del Interior, durante el 2020 se procesaron 1509 solicitudes del estatuto de refugiado, la mitad que en 2019 y la cifra más baja en cinco años, una caída que se explica en gran parte como consecuencia de las restricciones globales impuestas ante la pandemia.
El coronavirus también agravó la crisis socio-económica de este sector de la población migrante, tanto de los que llegaron recientemente como los que ya residían en el país: el Acnur y sus agencias asociadas brindaron este año ayuda social a 16.923 personas, un 262% más en comparación con 2019.
En cuanto al origen, el 39% de quienes solicitaron el estatuto de refugiado el año pasado son venezolanos, un flujo que se expande en toda la región con unos 4,6 millones que migraron a distintos puntos de América Latina y el Caribe.
Otros países desde los cuales provienen un gran número de refugiados y solicitantes de asilo son Senegal, Colombia, Bolivia, Cuba, Nigeria, Haití y Siria, en este último caso mediante un plan impulsado por el Gobierno que promueve la integración de las familias que escaparon de la guerra que lleva diez años.
«En la actualidad en Argentina tenemos 4.000 personas refugiadas de distintas nacionalidades pero las tres más representadas son Colombia, Perú y Siria. Tenemos además un poco más de 9.000 solicitudes pendientes de resolución. La mayoría viene de países como Venezuela, Senegal y Cuba», precisó Murillo.
Sobre el género, en los últimos años hubo un gran cambio: de acuerdo a la CoNaRe en 2016 el 19% de los solicitantes fueron mujeres contra un 81% de hombres y año a año las cifras se fueron equiparando hasta alcanzar en 2020 un 48% y 52%, respectivamente.
«La respuesta argentina sigue siendo abierta a brindar protección a quien la necesita y Argentina es un país que acoge y favorece la integración de las personas refugiadas y migrantes. Las personas pueden solicitar tanto protección a través del reconocimiento de la condición de refugiado como a través de distintos mecanismos para obtener una residencia o permiso para vivir legalmente en el país, entre ellos la visa Mercosur», indicó Murillo.
Y añadió: «En consecuencia creemos que Argentina está llamado a jugar un rol como país de liderazgo a nivel regional y mundial no solo con las causas humanitarias sino poniendo el ejemplo de buenas prácticas para la recepción de personas refugiadas migrantes».