Hay una multiplicidad de nuevas miradas sobre la figura de Manuel Belgrano, prócer argentino creador de la Bandera Nacional que pareciera haber sido redescubierto en su verdadera dimensión, entre otras cosas porque en este 2020 se cumplen 250 años de su nacimiento y 200 de su muerte, lo que revela además su inconmensurable obra en sólo 50 años de vida. Es así como el denominado Año Belgraniano, más allá de estar atravesado por la pandemia que obligó a suspender o postergar algunas actividades, habilita una serie homenajes, algunos verdaderamente originales como el que acontecerá el próximo jueves entre el Monumento Nacional a la Bandera y el Concejo Municipal. Allí, el destacado artista Ramiro Ghigliazza dejará expuesto su retrato de Manuel Belgrano. Pero no es un retrato más, sino que es quizás el que más se acerca a la verdadera imagen del prócer dado el minucioso trabajo realizado por este diseñador gráfico radicado en Pueblo Esther de trascendencia internacional, interesado por la historia y los próceres argentinos y latinoamericanos que tomó como disparador el retrato más popular de Belgrano, ese que acerca el imaginario colectivo, realizado por Casimir Carbonnier en 1815 en Londres, a lo que sumó fragmentos de fotos de personas reales para alcanzar su objetivo como ya lo hizo también con San Martín, lo que derivó en diciembre en un encuentro con el presidente Alberto Fernández.
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“Este jueves 18, de manera conjunta por diversos medios, a partir de las 8, vamos a presentar la obra a través de un video de unos tres minutos que tiene como objetivo final descubrir el cuadro, la imagen, que será dentro del Concejo Municipal. De manera concreta, será desde el Monumento Nacional a la Bandera hacia el Concejo, en la puerta se descubrirá una placa y luego, adentro, el cuadro”, adelantó Ghigliazza en diálogo con El Ciudadano, quien será de la partida de un acto breve para presentar la obra acompañado de la presidenta del Concejo, María Eugenia Schmuck, y del intendente Pablo Javkin.
Buscando evitar confusiones dado el hiperrealismo de las imágenes que crea, Ghigliazza aclaró: “No hago nada en 3D, trabajo con fotografías de seres humanos, de rostros humanos reales, y voy ensamblando parte por parte. No uso el 3D por mi propia experiencia pero sobre todo por ver otros trabajos que utilizan ese recurso y carecen totalmente de expresividad; parecen imágenes de estatuas de cera o de personas embalsamadas. Y la idea es todo lo contrario: busco que parezcan retratos con alma y vida; de otro modo se nota mucho lo tecnológico, tanto es así que no dan ganas de colgar un cuadro de esos; pasa con los retratos de Washington o de Simón Bolívar que están hechos a partir de esa técnica”.
Buscando el origen
“El retrato de Belgrano lo hice a partir de las imágenes de cuatro personas; tres adultos y un niño, utilizando distintas partes de esos retratos. Por ejemplo: la imagen del niño me sirvió para el pelo. Es un trabajo artesanal que se va moldeando como si fuera una escultura de barro, pero no por la técnica sino por el tiempo de maduración que lleva tomar las decisiones correctas para traer esa imagen al presente y que tenga la impronta de una foto tomada hoy, independientemente de que es una interpretación donde se mezcla la información histórica con toda la tecnología del presente, por eso es algo muy subjetivo. A diferencia del 3D, estos retratos tienen expresividad, las imágenes dan la sensación de que se les tomó una foto ayer; el objetivo es dar humanidad a los rostros”, dijo el artista acerca de esta imagen imponente y conmovedora que quedará expuesta en el Concejo y que mide 1.70 por 1.98 con el marco incluido.
Fue así que el clásico retrato de Carbonnier fue sólo la base del trabajo, un disparador. “Ése fue el comienzo, una buena base, pero el trabajo que hay que hacer, más allá de la computadora o el programa, pasa por saber interpretar lo que estás viendo”, dijo el artista. Y profundizó: “Hay que saber que la fotografía o la imagen digital no son algo matemático; hay efectos de luz, de sombra, o bien defectos que tiene el mismo retrato, porque por ejemplo ese retrato original que usé como base tiene apenas desfasada la nariz, que no tiene la misma inclinación que la cabeza, y algo parecido pasaba con el de San Martín. Y el pelo de Belgrano era rubio y está castaño oscuro. Me basé en el testimonio de su amigo José Celedonio Balbín, que lo describe con pelo rubio y ojos azules o claros. Es ahí donde empieza a jugar el criterio personal, porque quizás el prócer se había mojado el pelo para el retrato y parecía más oscuro, o se había puesto algo, dado que tenía un pelo muy rebelde. También hay que tener en cuenta la luz, que quizás era escasa. Hacer este trabajo implica ir tomando decisiones que indudablemente tienen un efecto en el resultado final. También hay que tener en cuenta que quizás ese pelo rubio sea más un bronce, más apagado y con algunas canas, porque tenía 42 años. Y también tenía una fístula en el ojo derecho, producto de la obstrucción del lagrimal”.
El encuentro con Alberto
El trabajo anterior de Ramiro Ghigliazza tiene como gran protagonista a José de San Martín, un retrato tan conmovedor como el de Belgrano que encierra además una anécdota con el presidente de la Nación, Alberto Fernández, con quien se encontró en diciembre y le entregó una copia enmarcada de esa imagen que hoy se encuentra en la Casa Rosada.
“El encuentro con el presidente se dio a partir de unos seguidores de mi trabajo; yo quería que esa imagen de San Martín esté en los lugares emblemáticos de su recorrido: ya estaba en San Lorenzo, también hay un trabajo anterior en Yapeyú, además de Chile, Perú, Cervatos de la Cueza (España) y Boulogne-sur-Mer (Francia)”, dijo el artista.
Y concluyó: “Esto empezó antes de las Paso del año pasado; después hubo una crisis institucional y social y pensaba que esa imagen de San Martín podía ser inspiradora para quienes conducirían los destinos de nuestro país. Finalmente, el 4 de noviembre la imagen llegó al Congreso de la Nación y el 18 de diciembre, a los pocos días de la asunción del nuevo presidente, me llama su fotógrafo personal con quien yo ya tenía contacto previo, y me dice que el presidente, al ver el retrato de San Martín que estaba en el Congreso, se había emocionado mucho y quería tener ese retrato en Casa de Gobierno. Son de esas cosas que pasan una sola vez, porque jamás había estado con un presidente, ni siquiera en un acto público. Tuve la suerte que (el historiador) Felipe Pigna me acompañara, sobre todo porque había hecho el trabajo a partir de datos de él y de otros como los también historiadores Eduardo Mundani y Roberto Colimodio. Yo había ido con mi señora y mi hijo más grande Teo, y cuando llega Alberto, nos hacen pasar y fue un momento muy emocionante, sobre todo ver al presidente tan conmovido frente la imagen de San Martín. Hablamos de cómo esa imagen tiene alma; le pedí que quería enviar láminas de San Martín a todas las escuelas del país y me aseguró que lo vamos a hacer, y yo confío en su palabra, incluso me dio su teléfono personal para que estemos en contacto. Me fui con la sensación de que es una buena persona, un profesor piola”.