La vuelta a los bares después de 80 días. La provincia de Santa Fe pasó a la fase de distanciamiento social, donde se les permite ya a más personas circular, trabajar y hacer sus actividades, siempre y cuando mantengan la distancia sugerida. Este lunes, con protocolo sanitario y modificación en la estructura laboral para prevenir el contagio del Covid-19 (y con la yapa del clima a favor), reabrieron sus puertas los bares y restaurantes, de 7 a 23. Desde la Cámara Hotelero Gastronómica, el gremio y referentes del sector, coincidieron en que «fue un día tranquilo, pero lo más importante es que los comercios están abiertos».
Sergio Ricúpero, secretario Gremial de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (Uthgra) de Rosario, contó a El Ciudadano que hizo una recorrida por algunos locales y no hubo mucha afluencia de público.
«Se esperaba que sea así porque no es un servicio esencial. Pero con los negocios cerrados había cero expectativas. Después de que pase esta semana se podrá hacer un balance», explicó el gremialista.
Ricupero dijo que «ver gente caminando por la calle le cambia la fisonomía a la ciudad». «Muchos todavía tienen temor a salir de sus casas. Mientras transcurran los días y no haya contagios, se van a sentir más seguros. Hay que ir de a poco. Estamos a la expectativa», señaló.
La propuesta de los bares y restaurantes contempla abrir de lunes a domingos hasta la medianoche; y los viernes y sábados hasta las 2 de la madrugada. El factor ocupacional se redujo al 50 por ciento.
Además, el personal deberá registrar a los comensales y se evitarán las mesas de más de seis personas.
Sin prisa pero sin pausa
Por su parte, Carlos Mellano, presidente de la Asociación Hotelero Gastronómica local y a cargo del bar del Acuario (AquaBar), contó que la mañana de este lunes fue calma. «Vinieron pocos clientes a desayunar. Tuvimos cinco mesas para almorzar y siete para merendar», detalló.
Mellano dijo que hay mirar el vaso medio lleno y que «lo positivo es que se pudo levantar las persianas».
«No es fácil reabrir un local gastronómico después de tantos días de estar cerrados. Los clientes se va adaptando a las nuevas restricciones. De todas maneras, hay que esperar unos días para hacer una evaluación más certera. Todavía algunos tienen temor a salir», expresó el empresario.
El titular de la Asociación Hotelero Gastronómica remarcó que «hay que trabajar de manera responsable y lenta para evitar contagios de Covid-19 y no volver a foja cero».
«Tenemos que estar a la altura de las circunstancias. Cada cliente que entra tiene que tener tapabocas, colocarse alcohol en las manos, y también les tomamos datos, eso es innegociable», cerró Mellano.
En tanto, Alejandro Pastore, referente del Paseo Pellegrini, también dijo que hubo poca concurrencia de público. «Poder reabrir es un primer paso y fue más que emocionante. El movimiento fue lento, pero vamos de a poco», señaló.
Según Pastore -con los salones reducidos a la mitad del factor ocupacional- este lunes estuvieron cubiertos alrededor del 35 por ciento.
«Vale aclarar que no están abiertas las escuelas y el Tribunal, entre otras cosas. Vinieron los clientes de cercanía y los que son habitués», explicó.
El referente del Paseo Pellegrini recordó que cada cliente que entra al local tiene que tener puesto el barbijo, desinfectar sus manos con alcohol 70/30 y sus pies en una alfombra humedecida con cloro.
Además, el público tendrá un distanciamiento de dos metros entre mesa y mesa y la carta tiene que entregarse «sanitizada». «Los aderezos, servilleteros, sobres de azúcar y sal, tiene que pedirlo el cliente. Tampoco estarán arriba de las mesas los diarios y las revistas», contó.
«Fue reconfortante poder reabrir. Con el correr del tiempo tendremos un balance más completo en referencia a lo financiero y a lo económico», concluyó Pastore.
En Rosario y alrededores hay unos 10.500 trabajadores de hoteles, hostales, cabañas, bares, restaurantes, comedores hospitalarios, de geriátricos y fabriles, entre más, que están afiliados a la seccional local del gremio.