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Recelos y conjeturas para el armado

Uno de los personajes de toda la política vernácula que el sciolismo, entendido como una corriente del oficialismo, mira con más recelo se llama Martín Sabatella.

Uno de los personajes de toda la política vernácula que el sciolismo –entendido como una corriente del oficialismo– mira con más recelo se llama Martín Sabatella.

Se trata del ex intendente de Morón, un todavía joven dirigente que es diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y que, aparentemente, aspira a conseguir el sueño dorado de los kirchneristas no peronistas: la codiciada “lista colectora”.

Sabatella quiere ser candidato a gobernador de un espacio muy cercano al oficialismo, integrado por referentes de lo que alguna vez fue el Frepaso, de organizaciones sociales, de corrientes sindicales y demás actores de ese amplio y difuso abanico definido –por ellos– como “progresismo”.

Pero, según la lógica que impera hasta ahora, el oficialismo peronista ya tiene un candidato a gobernador definido: Daniel Scioli, que buscará la reelección acompañado de números que dicen que es el kirchnerista mejor posicionado en la provincia. En ese esquema, la presidenta Cristina Fernández también buscará su reelección en la Casa Rosada, repitiendo la boleta de 2007.

La obsesión del kirchnerismo es no perder esa franja de votantes no justicialistas que han acompañado a Néstor Kirchner en vida, aplaudiendo determinadas políticas que el fallecido ex presidente implementó y continuó su esposa.

Creen los estrategas de la Rosada que Scioli asegura un caudal interesante de votos por su condición de peronista moderado pero que le falta perfil para “sumar por izquierda”. Ahí entra Sabatella, en una lógica que, se insiste, no les gusta nada a los operadores del gobernador.

Especulaciones

Inevitablemente, si Cristina llevase en octubre dos candidatos a gobernador –eso sería la lista colectora– el dato no podrá dejar de ser leído como un golpe a Scioli en su calidad de supuesto jefe político de la provincia.

¿Es posible ese escenario? El sabatellismo cree que sí, obviamente. En principio, la ley de Reforma Electoral que el Congreso sancionó a fines de 2009 –y que el gobierno, increíblemente, demora en reglamentar en forma total– fue votada con el espíritu de evitar esas triquiñuelas, que tan buen resultado le ha dado al kirchnerismo en el pasado.

Los alcaldes del conurbano, caciques peronistas que en su mayoría buscarán la reelección, también rechazan las colectoras. Digámoslo: no tanto por su noble espíritu de respetar leyes electorales nacionales y sanear el sistema político sino porque experiencias anteriores han demostrado que la multiplicidad de listas erosionaron el poder territorial de varios de ellos.

Pero en el caso de Sabatella es más urticante para ellos porque el hombre es de Morón. Basta ver un mapa del conurbano oeste para darse cuenta de que el ahora diputado, en sus años de intendente, estuvo rodeado de distritos férreamente gobernados por el peronismo, cuyos intendentes no han ocultado un notable desprecio hacia él. Hablamos de partidos como Hurlingham, Ituzaingó, Tres de Febrero, Merlo y hasta La Matanza.

Algo de historia

Sabatella reconoce una formación juvenil en el Partido Comunista, dato poco simpático en el PJ conurbanense. En 1999 llegó a la intendencia de Morón de la mano de la Alianza UCR-Frepaso, con sólo 29 años.

Venía de subir peldaños localmente convertido en una suerte de cruzado contra el entonces jefe comunal peronista, Juan Carlos Rousselot, finalmente destituido. Estuvo allí 10 años.

Fundó su propio partido local, que luego provincializó. Con él, Nuevo Encuentro, llegó al Congreso en 2009. Sacó apenas el 5,6 por ciento de los votos, lo que le alcanzó para dos legisladores y varios concejales en Morón y distritos vecinos.

A Kirchner siempre le cayó simpático y el propio Sabatella fue virando un poco su postura pública respecto del gobierno nacional: si empezó siendo un aliado crítico, hoy parece más que nada un aliado estratégico de apaciguada ponzoña verbal. 

Con Scioli no tiene la misma contemplación: no rechaza que pertenezca al oficialismo, pero le pega de lo lindo, en especial por la idea del gobernador de endurecer posiciones frente al problema de la inseguridad (“Scioli va donde sopla el viento”, es su última frase patentada).

Lo dicho: el kirchnerismo hace rato teje redes para habilitar una colectora bonaerense en la que Sabatella pueda competir contra Scioli bajo el paraguas de Cristina presidenta. Suena injusto para con el gobernador, que se ha mostrado como un incondicional de la jefa del Estado.

Dilemas legales

Hombres del Partido Justicialista han hecho consultas en la Justicia Electoral por este tema. Hay algunas cosas claras: para que se efectivice una colectora así, Scioli y Sabatella no pueden competir en las internas obligatorias que estableció la ley.

Es que la norma dice que el que pierde en esos comicios no se puede presentar luego en la elección general.

Y otro detalle: el partido nacional de Sabatella –Encuentro por la Democracia y la Equidad– debería participar de la alianza a nivel nacional que finalmente selle el peronismo con otros partidos chicos y que, casi seguro, se denominará Frente para la Victoria o algo parecido.

Eso debe cerrarse antes de las primarias. Si todo esto se hace, si la Justicia da el guiño aun forzando un poco la interpretación de la ley vigente y Sabatella se anota con una colectora, siempre está la posibilidad de que alguien presente una impugnación.

Tal vez en el sciolismo ya estén preparando ese escrito.

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