Rubén Pascualini tiene 56 años y desde hace tres décadas es carnicero. Heredó el oficio de su suegro y puso dos negocios en la localidad de Granadero Baigorria. Hace 2 años, sumó un posnet para que los clientes paguen con tarjetas de débito y crédito. Por entonces seguramente no imaginaba lo que está sucediendo ahora. En los últimos 6 meses las compras en cuotas se dispararon a la par de los precios de la carne, que en lo que va del año acumuló una suba del 30 por ciento en promedio.
“Cuando empezó a crecer la clientela comencé a aceptar las tarjetas. Cada vez más clientes piden cuotas. La mitad de las ventas este mes fueron financiadas. En los 30 años que llevo en el local, nunca ví algo así”, contó Pascualini a El Ciudadano y dijo que muchos colegas también implementaron la medida.
Pascualini aseguró que los montos en tarjeta van desde 5 mil pesos hasta 200 para la compra diaria. Los que más salen son los cortes populares: puchero, paleta con hueso, falda, y asado que no se exporta.
“Hay personas que gastan 300 pesos y lo llevan en 3 cuotas. La gente se va adaptando al presupuesto. No te piden por cantidad, sino por precio. Vienen con 50 pesos y te preguntan para cuánto les alcanza de picada. En el local vemos la pobreza”, agregó.
El carnicero dijo que para la financiación en 6 cuotas el interés ronda el 5 por ciento. Entre los dos locales abastecen a restaurantes, negocios y boliches. El secreto del negocio es mantener un volumen alto de ventas, con precios acordes al bolsillo del consumidor.
“Estamos haciendo lo imposible para mantener las ventas. Desde diciembre la carne aumentó un 30 por ciento en promedio. No transferimos ese aumento a la góndola. Tratamos de soportar una parte y achicar los gastos. Reducimos la publicidad y el consumo energía. Bajamos la mercadería todos los días desde el camión del frigorífico para que sea fresca y no tener tantas cámaras prendidas en el local”, aseguró el carnicero.
En alza
La carne vacuna es, sin dudas, uno de los grandes símbolos de la mesa de los argentinos. En febrero ya salía un 20 por ciento más que a fines de diciembre, según informaron desde la Asociación de Carniceros de Rosario y la Cámara de Supermercados (Casar). Los datos contrastan con los aportados por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA) desde donde revelaron una suba de un 14 por ciento en el precio del novillo durante enero y de un 8 en la góndola.
Según dijo Juan Manuel López Raidó, representante de Casar, el aumento de la carne vacuna es la suma de los diferentes precios de las etapas de la cadena desde la hacienda, los frigoríficos y el corte que compran en la carnicería. “Es un aumento alto. No sabemos cuánto más subirá. En 2018 el precio de la carne cerró con un aumento de un 38 por ciento anual”, advirtió.
La baja en el consumo convirtió al 2018 en el tercer peor año para la carne vacuna. Según datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, el consumo promedio fue de 56 kilos por persona. Bajó 1,89 por ciento respecto a 2017. El descenso se ubicó detrás de los 55,32 kilos consumidos en 2016 y los 55,2 kilos en 2011.
Desde Asociación de Carniceros de Rosario dijeron que el aumento de precios influyó en las elecciones de los consumidores que buscan los cortes más rendidores: pulpas especiales, nalga, bola de lomo, peceto, cuadril, y jamón cuadrado.
Los clientes se vuelcan al pollo y al cerdo, cuyo consumo aumentó 14 kilos por habitantes por año en la última década. Desde Casar también dieron cuenta de la baja en el consumo de vaca y registraron un vuelco hacia las harinas para completar la dieta diaria.