Desde avenida Circunvalación y Uriburu se puede ver una parte del complejo de reciclaje integrado al tradicional predio de disposición final de residuos de Rosario en el barrio Bella Vista. Desde hace 10 años dos montañas irrumpen en el paisaje de zona sudoeste nutridas por 100 toneladas de desperdicios –tanto de domicilios particulares como de las tareas de barrido en espacios verdes– que llegan todos los días al predio de Presidente Perón al 8000. En una ciudad que produce 1.600 toneladas de basura diarias –800 provienen de las viviendas– al menos 120 toneladas son aptas para reciclar. Cartón, papel, latas, botellas de vidrio o plástico llegan en camiones desde las 350 islas de separación, los centros de recepción y el servicio puerta a puerta que se realiza en las zonas norte y sur. El material es entregado a las 100 familias que conforman emprendimientos sociales dedicados a clasificar según valor y devolverlo al circuito productivo: los venden a pequeñas empresas que a su vez limpian, separan y ofrecen como materia prima a otras, generalmente mucho más grandes.
La ciudad le está dando paulatinamente más valor al círculo del reciclaje para contribuir al medio ambiente, pero también a la economía. En las estimaciones del municipio un 40 por ciento de las toneladas diarias para reciclar proviene de las islas de separación, esto es, de los contenedores color naranja con tres entradas circulares para envases de un lado y otra rectangular para cartones.
El resto de lo que arriba a reciclar al predio de Bella Vista llega por las restantes modalidades de recolección: los centros de recepción en las instituciones –210 son escuelas, lo que permitió capacitar a 4.200 docentes en prácticas ambientales–, y por otro lado, el servicio de puerta a puerta que desde hace varios años se realiza en la zona norte y sur de la ciudad. El volumen a transformar podría ser mayor, ya que una estimación del municipio indica que entre un 20 y 30 por ciento de los ciudadanos no tiene acceso a por lo menos una de las tres modalidades de recupero de reciclables.
El primero de los mecanismos fue el de puerta a puerta que incluyó la divulgación y contacto personal con los vecinos de las zonas con menor densidad poblacional, lo que significa menor cantidad de residuos a reciclar. En el micro y macrocentro, algunos corredores y los barrios Fonavi se requirió instalar el servicio de las islas de separación que forman parte de la ruta de los camiones de la empresa Sumar. “Sabemos que debemos continuar colocando más contenedores y divulgar más el programa. Queremos darle más comodidad a los vecinos que todavía no tienen cerca un lugar para participar del reciclaje”, apuntó en diálogo con El Ciudadano la titular del Separe, Cecilia Mijich.
Desde el municipio esperan respuesta de la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno nacional para obtener partidas económicas que les permitan desarrollar cuatro proyectos ligados a los residuos de Rosario. El primero procura la entrega de materiales para que los vecinos puedan realizar compost, un abono para plantas hecho con materia orgánica presente en cualquier casa. Otro proyecto para colocar más contenedores de separación. Los últimos dos buscarán fortalecer los 100 emprendimientos sociales ligados al Separe y también al programa de recuperación de materiales inertes y chipeado, un proceso de reducción de las ramas obtenidas de la poda y escamonda del arbolado urbano. Más allá de que Nación aporte el dinero, apuntó Mijich, “es el municipio quien decide darle continuidad y vigencia a estos programas”.
Muestreo
Para medir el avance del programa Separe el municipio encargó a sus equipos técnicos y a profesionales de la Universidad Nacional de Rosario realizar durante julio una encuesta a 500 vecinos de distintos puntos de la ciudad dotados con algunas de las tres modalidades de recolección de material reciclable. El 57,7 por ciento de los encuestados dijo no separar residuos. Un tercio señaló a la falta de tiempo como causal principal. Otro tercio lo explicó desde la incomodidad que implica y el restante lo justificó por falta de costumbre.
Los que sí separan entre reciclables y domiciliarios, un 40 por ciento aproximadamente, utiliza en su mayoría los contenedores de las islas de separación. En el muestro del municipio casi el 30 por ciento de los encuestados separa en sus casas y utiliza las islas para depositar los residuos reciclables. La mayoría dice que lo hacen para contribuir con el medio ambiente y los emprendimientos de recolectores informales.
En las islas envases y botellas plásticas componen un 22,7 por ciento del total de material reciclable; le siguen el papel, con un 8,6 por ciento, y más atrás en la lista están cartones, con un 6,7 por ciento, y envases y botellas de vidrio, con menos de un tres.
Consultados sobre lo que motiva la separación en origen, el 60 por ciento de los usuarios encuestados se inclinó por hacerlo para contribuir de este modo con la preservación del planeta. Un segundo y lejano segundo puesto –18,3 por ciento– fundamentó su accionar desde el mero hecho de reciclar. Detrás le siguieron respuestas ligadas a contribuir con los recicladores urbanos (15 por ciento) y ayudar con la higiene de Rosario (13 por ciento).
“Es una forma de construir conciencia ciudadana. El rosarino va incorporando el hábito de recolectar. Se trata de una actitud altruista que tiene como correlato el cuidado del medio ambiente”, consideró al respecto Mijich. La totalidad de los encuestados está de acuerdo con la propuesta del municipio de separar los residuos reciclables y considera que este acto es importante. “Cada vez más rosarinos están conformes con la forma en la cual se desarrolla el programa y la mayoría tiene un buen concepto de cómo es la recolección de residuos en su barrio”, agregó la funcionaria.
Acostumbrados
Para el 80 por ciento de los encuestados el servicio de recolección de residuos está muy bien calificado. Sólo un 5,3 por ciento realizó alguna vez algún reclamo, denuncia o solicitó información sobre la recolección de residuos. Por lo general, siempre según el relevamiento de 500 vecinos, las mujeres de la casa se encargan de la deposición de los residuos domiciliarios. Casi un 40 por ciento de los usuarios suele sacar los residuos a la calle cuando les es cómodo mientras que otro 30 por ciento lo hace por la noche y sólo un 4,4 por ciento un rato antes de que pase el camión recolector. Por fuera de las islas, sólo un cinco por ciento del total es entregado de vecino a recolector informal. Menos de un diez por ciento tira todo, sin separar, los residuos en el contenedor verde. Otro 4,4 por ciento saca, a la vieja usanza, las bolsas a la calle. Y sólo un 1,1 por ciento lo lleva a un centro de recepción. El 20,6 por ciento de los encuestados que separa residuos menciona que para mejorar el servicio tendría que haber más contenedores o islas de separación.
Con todo, antes de fin de año las cuatro hectáreas ubicadas al borde de avenida Circunvalación serán ocupadas por maquinaria y operarios cuya misión será no sólo continuar con la tarea de compostaje sino también separar, clasificar, limpiar los materiales y chipear. Según informaron desde el municipio, en unos meses tendrá la capacidad de administrar 250 toneladas de residuos reciclables, de los cuales se recuperará el 60 por ciento. El complejo de reciclaje, que en la actualidad está a un 90 por ciento de ser terminado, requiere de una inversión total de 14 millones de pesos que deben afrontar el gobierno nacional y la Municipalidad. El proyecto cuenta con un crédito del Banco Mundial asumido por el gobierno nacional para subsidiar al Ejecutivo local. La Nación financia el 70 por ciento de la construcción de la planta y su puesta en marcha.