Catalina Rossi tiene 21 años. Hace poco más de un año conoció a su novio, Luis Casamento, que tiene 31, y a los pocos meses de comenzar su relación surgió la idea del viaje. El largo camino fue planificado y estudiado por los dos que, con un poco de dinero ahorrado decidieron comprar un Citroën 3CV modelo 75 con el que se lanzaron primero por las rutas argentinas y después por las brasileñas, aunque en poco tiempo piensan llegar a Venezuela. El viaje comenzó en agosto, y los dos partieron de la localidad cordobesa de Colonia Caroya, donde viven, rumbo a la aventura. Si bien el alojamiento lo tienen garantizado a través de couchsurfing, venden artesanías para poder llenar el tanque de la “Rana René” –nombre que eligieron para el Citroën– y seguir viaje. Pero transformarse en vendedor ambulante en Brasil no es fácil, ya que una buena parte de la población del norte vive gracias a eso y hay mucha competencia. Igual, ellos consiguieron transitar la parte más complicada y desde Natal planifican llegar al Amazonas y desde allí a Venezuela. Para aquellos que quieran seguir el viaje, Catalina y Luis tienen un blog: http://recorriendoamericaen3cv.blogspot.com.ar/ donde reciben mensajes y cuentan día a día su aventura.
Catalina es rosarina y Luis tucumano, pero hace una década que viven en Córdoba. Desde Natal la joven que es estudiante de Economía, chateó con El Ciudadano vía Facebook acompañada por su novio.
—¿Cuánto tiempo hace que se conocen?
—Nos conocemos hace un año y días. El año lo cumplimos en el viaje.
— ¿Dónde se conocieron?
—En Colonia Caroya, donde vivimos. Luis es de Tucumán, pero hace diez anos que vive ahí, más o menos igual que yo. Y nos conocimos por mis viejos, que tienen amigos en común. Pero en realidad empezamos a conocernos a través del Facebook, y así empezó todo.
—¿Cómo se les ocurrió armar el viaje?
—Yo estudio Licenciatura en Economía en Córdoba, estoy en 4º año. Luis se dedicaba a procesar semillas, tenía su planta de procesos propia, pero en el último año no le venía yendo bien, trabajaba como loco. Y a principios de este año decide dejar esta actividad y comenzar con una nueva. Ni sabía cuál iba a ser, pero de uno u otro modo él necesitaba parar.
—Y así surgió la idea de viajar…
—En realidad durante unos meses él buscaba qué hacer y yo seguía estudiando. Hasta que yo no di más de tanto estudio y él no encontraba nada concreto para hacer. Y así surge. Un día Luis me manda un mensaje de texto: “Y si nos vamos a recorrer América en una Citronave”.
— ¿Vos qué sentiste?
—Bueno, yo tampoco tarde en contestar. “Si se trata de viajar, vamos”, le contesté.
— ¿Y la Citronave cómo aparece?
— Y con los días todo esto se fue como afianzando. A los dos nos quitaba el sueño. Luis tenía un dinero y la compró para el viaje. La elegimos por ser un auto simple para arreglar y rústico para que se rompa. Antes de salir la desarmó toda y la volvió a armar, así la dejamos en óptimas condiciones y aprendía de toda su mecánica. Era algo fundamental, ya que en América nadie entiende cómo se arregla un 3CV modelo 1975.
—¿Qué reacción genera el Citroën entre los lugareños?
—Acá en Brasil lo ven como una reliquia, se vuelven locos cuando lo ven. Nosotros nos paramos en plazas o lugares turísticos para vender algo de artesanías y logramos atraer gente con el auto. Así fue como nos hicieron varias entrevistas.
— ¿Cómo armaron el viaje, cómo sobrevivir, dónde parar?
—Bueno, fue puro amor y entusiasmo la verdad. Nos preocupamos por dejar La Rana en condiciones. Después armamos un recorrido aproximado para poder medir kilómetros y distancias. Esto nos llevó a hacer cuentas para salir con una reserva económica, que ya no existe, pero para no estar ajustados.
—¿Cómo eligieron los lugares?
—Brasil era seguro. A los dos nos parece un país maravilloso. Tampoco tenemos tanto tiempo. Según el recorrido que armamos son unos 20 mil kilómetros que calculamos hacerlos en 6 meses. Ahora estamos en Natal. Queremos llegar a Belém, para tomar un barco que atraviesa casi todo el Río Amazonas para llegar a Manaos. De Manaos tenemos unos mil kilómetros a Venezuela. De ahí la idea es seguir a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y por último la Argentina. Pero en Belém ya estamos a mitad de camino, Brasil es muy grande.
—¿El auto cómo viene? ¿Resiste?
—La Rana René no acusa nada de lo que viene haciendo. Ella mil puntos, como si todavía siguiera dando vueltas por Córdoba. La cuidamos como a nada.
—¿Y cómo se mantienen?
A los tirones. La verdad, no imaginamos que Brasil fuera tan complicado, en la rúa se ve la pobreza, y esto lleva a que la venta ambulante sea excesiva. Nosotros vendemos artesanías para poder comprar combustible y para avanzar básicamente, ya que por medio de couchsurfing logramos tener donde hospedarnos sin gastar dinero. Por eso abrimos el blog, por si alguien puede ayudarnos. Recién empezamos con el blog, a veces se nos complica, ya que no siempre tenemos internet. Un tanque de combustible nos cuesta unos 40 dólares y hacemos unos 400 kilómetros más o menos. Pero no es fácil. A veces nos pasó que no vendimos ni 10 centavos y tuvimos que recurrir a las reservas y ya no nos queda nada.
—Hasta ahora, ¿qué imágenes fueron las mas fuertes de todo lo que vieron?
—Bueno, arrancamos con las lindas. Las playas al norte son cada vez más lindas, cuando estábamos en Río de Janeiro decíamos ¡¡¡ouhhh!!! Después conocimos las de Bahía y son un sueño. Joao Pessoa tiene unas piletas naturales paradisíacas, como Recife y como Natal. El contraste con los médanos, es un cuadro la verdad. Las rutas en el Nordeste brasileño son un lujo, no esperábamos tanta actividad en el norte de Brasil, entonces viajamos más tranquilos de lo que esperábamos. Pero de todos modos se nota que el norte de Brasil fue abandonado por muchos años, ahora con el tema de la Copa del Mundo y Lula que es de esta zona se ve un crecimiento desproporcionado. El interior de Bahía está completamente olvidado. Salvador fue lo más terrible que vimos. Mucha pobreza y abandono. Es una pena porque no sé si hay una ciudad con tanta historia como la que tiene el Pelurinho.
—¿Y la gente?
—La gente se desespera por un turista. Sólo 300 mil habitantes llegan a satisfacer sus necesidades básicas de 5 millones que son en Salvador, y esto no era así años atrás. Y los estados acá son muy independientes en lo económico, en la cultura y en las costumbres no. Hay mucha diferencia entre el norte y el sur. Paraná es una ciudad hermosa, Curitiba impresiona por el orden, la limpieza. De todos modos, una de las ciudades más linda es Itacaré, en el norte.