Fue campeona del mundo en 1998 y veinte años después suspira por volver a ocupar el primer puesto después de la decepción de la pasada Eurocopa disputada en 2016, donde Francia era la anfitriona y cayó en la final ante Portugal contra todo pronóstico. Dos años después le llega la oportunidad de ajustar cuentas.
Aparentemente, Les Bleus lo tienen todo: un arquero consagrado como Hugo Lloris, una defensa experimentada, un mediocampo lleno de potencia y dos grandes estrellas en la delantera como son Antoine Griezmann y Kylian Mbappé. Sin embargo, todo junto no acaba de mezclar bien y los críticos le achacan su dificultad para gobernar los partidos con fútbol e inteligencia.
La fase de clasificación mostró que se trata de una selección que ofrece resultados, pues quedó primera por delante de Suecia y Holanda, aunque también es cierto que su fútbol no sedujo especialmente.
Rusia le ofrece la ocasión de demostrar que aprendió de viejos errores y buena parte de sus opciones pasarán por la consistencia y proyección atacante que pueda ofrecer Paul Pogba después de una temporada en la que estuvo lejos del rendimiento que se espera de un jugador que le costó al Manchester United más de 100 millones de euros.
Francia quedó encuadrada dentro del Grupo C, bastante amable, y se medirá a Australia, Perú y Dinamarca. No debería tener problemas para ser primera y le vendría bien aprovechar esa oportunidad para ir progresando en el torneo. “Es cierto que nos podría haber ido peor, aunque respetamos a todos los rivales. Debemos clasificarnos y ser líderes”, valoró su seleccionador, Didier Deschamps, tras conocer el sorteo.
Ahora Francia debe refrendar que su nueva generación está lista para dar el salto y llevar el trofeo mundial a su país dos décadas después. Parece que Deschamps consiguió la pacificación del vestuario y su ruego es que la convivencia en Rusia se mantenga como en los últimos años. Todo con el fin de poder pelear el título para no tener que volver a hablar de “una generación perdida”.
El DT: Didier Deschamps
Una leyenda del fútbol galo, Deschamps se mantiene en el cargo desde 2012, algo nada despreciable si se conoce la silla eléctrica que fue antes de su contratación el puesto de seleccionador de su país. Renovó hasta 2020, la prueba de la enorme confianza que tiene en él la federación francesa. Se consagró como jugador y quiere hacerlo como entrenador.
La figura: Antoine Griezmann (Atlético de Madrid)
Es la referencia en el ataque. Fue nombrado mejor jugador de la pasada Eurocopa después de marcar seis goles, aunque no anotó en la final perdida ante Portugal. Es fácil imaginar que el delantero del Atlético de Madrid compatibilizará su actuación en el Mundial con los rumores sobre su futuro.
La promesa: Kylian Mbappé (PSG)
El atacante del PSG será el acompañante ideal para Griezmann en la ofensiva francesa. Debe demostrar en un torneo grande lo que lo llevó a ser considera el mejor futbolista joven de la pasada temporada y porque el elenco parisino pagó por él casi 180 millones de euros.
El ausente: Karim Benzema (Real Madrid)
El delantero no juega en la selección desde finales de 2015 tras ser suspendido por la Federación Francesa por un tema extra futbolístico. Además, también se quedaron afuera jugadores de jerarquía como Dimitri Payet (Marsella), Adrien Rabiot (PSG), Alexandres Lacazette (Arsenal), Kingsley Coman (Bayern Múnich) y Clément Lenglet (Sevilla), entre otros.