La Comisión Nacional Investiga Salud del Ministerio de Salud de la Nación, creada en 2002, ha reorientado su visión y desde 2010 asumió el desafío de promover y distribuir en forma equitativa el financiamiento nacional, por medio del incentivo de su beca Ramón Carrillo-Arturo Oñativia. Con la misma se intenta la distribución equitativa de los recursos en todo el territorio del país, a la par que se privilegian proyectos de investigación de salud sobre temas que apunten a resolver problemas concretos dentro del área, con los cuales se enfrenta la sociedad todos los días; dejando de lado los recursos destinados a investigaciones básicas.
Se asignan puntajes adicionales a los trabajos según la zona geográfica de la que provengan los proyectos, asignándoselos a los provenientes de las regiones del NOA y del NEA.
Carolina O’Donell, magister en Política y Difusión de la Ciencia, explica cómo se define la Comisión Nacional Salud: “Es un programa del ministerio creado en el año 2002, cuando era ministro Ginés González García, quien tuvo como visión reorientar los recursos destinados a investigación científica en salud hacia temas que tuvieran como impacto resolver problemas concretos dentro del área de salud. Hasta ese momento los recursos se destinaban a la investigación básica. Como este rubro lo tienen resueltos otros organismos del Estado, en el ministerio se creyó conveniente colocar esos recursos a investigar problemáticas concretas y cercanas a la gente para intentar resolver problemas que se ocasionan en los efectores de salud en su intento de responder a la demanda de la gente”.
—¿Y en ese contexto surgió la beca Ramón Carrillo-Arturo Oñativia?
—Sí. Siempre que los trabajos propuestos apunten a resolver problemas de Salud Pública. Problemas que tengan que ver con la epidemiología y con los servicios de salud; propuestas que no contaban con programas ni financiamiento.
—Para usar un término muy en boga: ¿se trataba de áreas huérfanas?
—Sí; pero ahora están perfectamente contemplados con una política direccionada hacia esos temas concretamente. En este momento estamos analizando los trabajos que responden a la convocatoria que hicimos el año pasado. Este año disponemos de 15 millones de pesos para financiar 300 becas.
—¿Qué características deben tener los proyectos para aspirar a la obtención de la beca?
—Tenemos diferentes categorías de proyectos; los individuales, que son los presentados por un profesional inserto dentro de una institución de salud, de una institución académica, de una ONG; o, incluso, dentro de una institución del gobierno. Pensemos en una municipalidad, por ejemplo. Por otro lado están los proyectos multicéntricos con un grupo de investigadores. Dentro de los proyectos individuales los temas pueden ser sobre investigaciones clínicas o de salud pública. Desde 2012, incorporamos un nuevo rubro que llamamos becas de iniciación. Existía un límite de edad: 30 años, y pudimos observar que las propuestas recibidas incluían a profesionales de especialidades donde la gente comienza a estudiar después de los treinta años; como son los enfermeros, por ejemplo. Esto nos llevó a revisar los requisitos e incorporamos las becas de iniciación, ya que, de lo contrario, se dejaba afuera a mucha gente con proyectos que podían resultar más que atrayentes.
—El proyecto de investigación que se presenta, ¿debe tener como origen una institución pública, o se contemplan trabajo que provengan de una institución privada?
—Nosotros privilegiamos a la institución pública pero no lo cerramos. De todos los trabajos recibidos, el 85 por ciento proviene del sector público y el 15 por ciento al sector privado.
—¿Qué otros requisitos deben reunir los postulantes?
—Que sean universitarios, o egresados de carreras de al menos cuatro años de cualquier área, siempre que el proyecto esté relacionado con la salud. Se requiere entonces que sean profesionales y pertenezcan a una institución que los avale y los respalde; y los proyectos deben estar avalados por el comité de ética de la institución a la que el o los profesionales pertenecen.
—¿Los montos de las becas?
—El monto en 2015 es de 50 mil pesos anuales y la beca es de un año de duración. El ministerio cuenta con 240 evaluadores que son pares de quienes presentan los proyectos; estos son los encargados de evaluar los proyectos que recibimos. A ese puntaje, que el evaluador coloca con rigor metodológico, nosotros le agregamos un puntaje adicional por zona geográfica. Tratamos de este modo compensar a los proyectos que vienen del NOA o del NEA que tienen 150 puntos adicionales, la Patagonia tiene 100 puntos, el Centro tiene 50 puntos y Buenos Aires y Litoral 30 puntos.
—Se nota en la distribución de los últimos años un marcado aumento del interior sobre la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. Incluso una de las provincias que ha incrementado su participación es Santa Fe…
—Sí. Lo que nosotros priorizamos son los proyectos que aborden un problema cuya solución es posible. Problemas concretos y soluciones posibles como resultado de la investigación y siempre en materia de Salud Pública.
—Y que ese proyecto responda a necesidades locales y/o regionales.
—E incluso nacionales. Tenemos estudios multicéntricos que estamos financiando y que responden a necesidades nacionales. Luego hacemos un seguimiento de esos resultados para que puedan volcarse a la práctica para que no quede como un trabajo de investigación que no toma forma concreta. Debemos tener en cuenta que el ministerio no cumple el rol del Conicet. El ministerio apunta a cuestiones concretas para resolver problemas que afectan y cuyas posibles soluciones surgen de estos proyectos de investigación.
—¿En qué fecha se convoca a las becas?
—Las becas cubren el período anual que va de mayo de un año a mayo del siguiente año. El llamado con la convocatoria de los proyectos se hace el año anterior. Este año lo haremos en septiembre para las becas Ramón Carrillo-Arturo Oñativia del 2016.
—¿Se publican los trabajos?
—Editamos una revista desde el año 2010. Y también subimos a la web un catálogo con los resúmenes, con los resultados de todos los trabajos que se presentaron; los que tuvieron buenos resultados y los que no alcanzaron a tenerlos. También tenemos una tercera estrategia; el otorgamiento de un premio que es la publicación de un libro on line; destinado a aquel trabajo que tuvo un impacto a nivel institucional, local, regional o nacional.
—¿Las universidades participan; tienen alguna injerencia en la presentación de postulantes para encarar proyectos de investigación?
—No. Se debe tener en cuenta que sólo el 30 por ciento de los proyectos viene del mundo académico; el resto se origina en hospitales, centros de salud y otras instituciones de salud de esferas gubernamentales. Las universidades se inclinan más, en los temas de salud, por investigaciones de las ciencias sociales. Allí tenemos un gran pool de becarios que viene de las universidades y hacen investigaciones sociales, en algunos casos de buena repercusión, como ser, por ejemplo, un estudio de barreras de acceso a los servicios de salud. Son investigaciones antropológicas o sociológicas; investigaciones demográficas en poblaciones vinculadas con la atención de la salud.
Registro nacional de investigaciones en salud
Desde 2002 funciona y está en el portal de la página (http://www.saludinvestiga.org.ar/) que publica la Revista Argentina de Salud Pública; una publicación trimestral del Ministerio de Salud de la Nación, forma parte del Sisa (Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino); el mismo está abierto para todo aquél que quiera encarar un proyecto de investigación en salud pública. El Registro también cuenta con los informes de Anmat sobre ensayos clínicos con medicamentos. En esto se siguen las recomendaciones de la OMS para que los ensayos clínicos cuenten con la transparencia necesaria.