Cada año, 358.000 mujeres mueren en el mundo durante el embarazo o el parto. La mayoría muere porque no se dispone de suficiente personal competente en la prestación de atención de rutina o de emergencia. A esta conclusión llega un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya meta es llegar a 2015 con una reducción de las tres cuartas partes de este número. La Argentina se encuentra entre los países que tienen la tasa más baja de fallecimientos, mientras que algunas regiones de Asia sudoriental o del norte de África registran una elevada tasa de mortalidad materna y neonatal. En el África subsahariana, una de cada 22 mujeres corre riesgo de morir durante el embarazo o el parto en algún momento de su vida, cuando en los países desarrollados esa proporción es de una de cada 8.000 mujeres.
Ante este panorama, la OMS se propone diversas líneas de trabajo: por un lado, el fortalecimiento de los sistemas de salud y promoción de intervenciones centradas en políticas y estrategias de eficacia probada que favorezcan a los pobres y sean eficaces; también la vigilancia y evaluación de la carga de mala salud materna y neonatal y de su impacto en las sociedades y en su desarrollo socioeconómico; además, se busca el establecimiento de alianzas con el fin de utilizar del mejor modo posible los escasos recursos disponibles y reducir al mínimo la duplicación de los esfuerzos encaminados a mejorar la salud materna y neonatal.
Otra de las áreas en que insistirá la OMS es la promoción de las inversiones en materia de salud materna y neonatal destacando los beneficios sociales y económicos y subrayando que la mortalidad materna es una cuestión de derechos humanos y de equidad, como también en la coordinación de investigaciones que tengan aplicación a gran escala y se centren en la mejora de la salud materna durante el embarazo y antes y después del parto.
Según los últimos datos relevados por la OMS, son pocos los países en desarrollo que se encuentran en camino de lograr reducir la muerte de mujeres durante el embarazo o el parto. En 56 de los 68 países prioritarios en los que se registra el 98 por ciento de las muertes maternas, el nivel de fallecimientos sigue siendo elevado (300 muertes maternas por 100.000 nacidos vivos).
Lejos del objetivo
La reducción de la mortalidad materna mundial se halla hoy en 400 muertes por 100.000 nacidos vivos, en comparación con las 430 de 1990. La disminución media anual de menos del 1 por ciento es muy inferior a la reducción del 5,5 por ciento anual que sería necesaria para que se alcanzara el objetivo propuesto por la OMS. Ninguna de las regiones ha alcanzado ese 5,5 por ciento, aunque Asia Oriental se le acerca con una reducción anual del 4,2 por ciento. En el África subsahariana, donde se registra la mayor mortalidad materna, la reducción anual ha sido de aproximadamente un 0,1 por ciento. Sin embargo, “el gran margen de incertidumbre de la reducción de la mortalidad materna hace que no se pueda afirmar si en realidad ha habido alguna reducción”, indica el informe elaborado por la OMS.
No obstante, hay una sensación de que se están haciendo progresos, avalada por el aumento de la búsqueda de cuidados durante el embarazo y el parto. La proporción de partos atendidos por asistentes de partería calificados ha aumentado en el mundo en desarrollo del 43 por ciento al 57 por ciento entre 1990 y 2005. Sin embargo, la cobertura es muy inferior a la meta mundial fijada en 1999 en un período especial de sesiones de las Naciones Unidas. A raíz de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, la comunidad internacional acordó la meta de alcanzar una cobertura del 80 por ciento, 85 por ciento y 90 por ciento en 2005, 2010 y 2015, respectivamente. En 2006, las zonas con menor proporción de partos asistidos por personal calificado eran África Oriental (34 por ciento) y Occidental (41 por ciento), que también son aquellas con mayor número de muertes maternas.
Para alcanzar el objetivo de reducir las muertes de mujeres durante el embarazo o en el parto, la OMS advierte que “será necesario acelerar los trabajos, prestar más atención a la mejora de la atención sanitaria a la mujer, a la prevención de los embarazos no deseados y los abortos peligrosos, y a la prestación de una atención de calidad al embarazo y el parto”.
Repercusiones
La OMS aclara que “los progresos con respecto a las muertes en embarazos también repercutirán en la reducción de la mortalidad infantil. Dichos progresos también están estrechamente relacionados con la lucha para combatir el VIH y el paludismo, que son importantes causas indirectas de mortalidad materna. Ésta también se verá favorecida por el fortalecimiento de los derechos de la mujer, el aumento de la educación primaria de las niñas y la erradicación de la pobreza extrema. Después de todo, la mortalidad materna es un indicador sensible de las desigualdades, y las estadísticas actuales muestran que las mujeres más pobres y con menos nivel educativo son las que corren mayor riesgo de morir durante el embarazo o el parto”.