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Reforma a pedir de Pullaro: derecha partida y perdidosa, y el regreso de los tercios vivos con un peronismo renacido

El gobernador quedó a tiro de tener mayoría propia para meter reelección y temáticas clave de su gestión en la convención constituyente. Karina Milei la pifió al bloquear una alianza del mileísmo con Amalia Granata que le hubiera dado un resultado impactante al necesitado gobierno nacional. El justicialismo acertó en su alianza con Monteverde y dejó la incógnita sobre qué hubiese pasado si llegaba unido a estos comicios históricos

Daniel Schreiner

La inédita votación de este 13 de abril en territorio santafesino dejó grandes ganadores y grandes perdedores, incluso de colores políticos diferentes, tanto en los históricos comicios para la reforma constitucional como en las Paso que definen la conformación definitiva de las listas para las generales de junio. Fue una poco probable elección de tercios, como en las viejas épocas, lo que determinó que el vapuleado peronismo pudiera volver a asomar la cabeza.

Por un lado el oficialismo de Unidos logró de la mano del gobernador Maximiliano Pullaro las bancas que necesitaba para acercarse a una mayoría propia en la constituyente que le garantice su reelección, y por el otro quedó a tiro –según las proyecciones– de retener al menos cuatro de las bancas que se renuevan (trece) en el Concejo de Rosario en este turno electoral.

La alianza entre el sector oficial del peronismo con Ciudad Futura (más Movimiento Evita, más los ex rossistas de Comunidad) resultó un win-win para ambas partes: para los senadores, la liga de intendentes, La Corriente, el Frente Renovador e incluso para La Cámpora –que presentó lista propia para concejales–, y también para Juan Monteverde y sus socios, que asimismo aspiran a quedarse con cinco bancas en el Concejo.

En cambio, el primer test electoral para el mileísmo sin Javier Milei en la boleta, sólo le salió bien a la Libertad Avanza por la figura del periodista Juan Pedro Aleart en la categoría a convencional por el departamento Rosario. El propio Aleart ganó raspando la Paso si se contabilizan los votos individuales contra Monteverde en la categoría concejal, pero si se contabilizan los frentes la diferencia para la coalición entre el PJ oficial y Rosario sin Miedo es amplia en favor de esta última, mientras estaba prácticamente empatado con Unidos.

Pullaro lo hizo

Con el 88,5 por ciento de los votos escrutados Pullaro obtenía 35,29 por ciento (proyectados, unos 540 mil sufragios) en la categoría convencionales constituyentes de distrito único. Lejos del millón de votos que consiguió al llegar al sillón del Brigadier en unos comicios para el Ejecutivo que fueron un virtual mano a mano, igual el mandatario quedó a tiros de la mayoría propia en la constituyente que reformará la carta magna santafesina después de 63 años.

Los senadores de Unidos cumplieron con su objetivo de conseguir las bancas departamentales y también hicieron lo propio candidatos salvo en los casos de Ciro Seisas, que perdió contra el libertario Juan Pedro Aleart. Así, más que porcentajes, más que cantidad de votos, lo que importaba en esta elección era acercarse al número mágico de 35 bancas para no depender de nadie a la hora de la reforma.

Pullaro se puso al hombro la campaña, que no fue campaña sino una sucesión de anuncios de gestión anclados en la obra pública –en contraposición al nulo aporte nacional en la materia–, en la sobreactuación constante a la hora de hablar de seguridad –más allá de los asombrosos números favorables a su gobierno sobre la materia–, y en los últimos días a diferenciarse de Milei en algunos temas.

En su alianza con el socialismo, el PRO, el javknismo y otras fuerzas no peronistas, el radicalismo fue una topadora de 16 meses, que eligió rivales de acuerdo a su debilidad, su desprestigo, y como un pacman fue deglutiéndolos: los sindicatos docentes y públicos, y los jueces y funcionarios tribunalicios, entre otros.

Ya en la recta final para la declaración de la necesidad de reforma constitucional, acordó con su antecesor Omar Perotti para conseguir los votos que le faltaban. Ahora, aunque dependa de alguien más para tener los números que habilitan no sólo su reelección sino los ejes de su identidad política que pretende dejar asentada en la reforma, Pullaro festeja por una buena elección, aunque para el Concejo de Rosario el oficialismo deba trajinar, y mucho, para intentar retener la mitad (o sea cuatro) de las bancas que pone en juego, en un contexto muy diferente que hace cuatro años, cuando las consiguió por diferentes vías.

Peronismo para armar

Monteverde apostó a victimizarse y le salió muy bien: lo hizo desde el mismo momento en que se confirmó que el intendente Pablo Javkin había conseguido su segundo mandato. No cambió la estrategia para esta elección y siguió anclado en esa cuasivictoria –el puñado de votos que le faltó para ser alcalde– en un loop permanente: así, estos comicios apenas fueron en su narrativa –en su ropaje de precandidato a concejal– un interregno entre ambas votaciones, la del año 23 y la que sobrevendrá en el 27.

Claro que, en forma paralela, el líder de Ciudad Futura aprovechó el momento histórico del peronismo –para lo que venía trabajando desde al menos tres años atrás– y pudo convertirse en el candidato de la mayor parte del justicialismo ante la decisión de Marcelo Lewandowski de construir por su cuenta, lejos de las tribus históricas que pagan el costo de la casta.

Esta candidatura, la de convencional, le sirvió a Monteverde para hablarle a los santafesinos desde Buenos Aires –tal como en su momento hizo Amalia Granata–, especialmente a los del centro-norte provincial, donde su figura era desconocida. En esta estrategia de doble punta, en la que se proyecta todavía a un futuro más lejano el rosarino apunta a no descartar una hipotética candidatura a gobernador.

Lewandowski, en tanto, luego de declinar el ofrecimiento de la propia Cristina Kirchner de ser el candidato de unidad, construyó por su cuenta en alianza con Rubén Giustiniani, una parte minoritaria de los intendentes justicialistas disconforme con la conducción oficial del PJ y sectores empresariales para disputar por afuera el liderazgo del movimiento peronista.

Tras haber perdido la Gobernación contra Pullaro, el periodista continuó diferenciándose de las conducciones provincial y nacional, y buscó fortalecer su propio armado, incluso en charlas con el propio Monteverde antes de que éste definiera sobre el cierre de listas apostar a la estructura territorial del justicialismo. Y también con Amalia Granata, quien primero intentó un acercamiento a La Libertad Avanza vía Santiago Caputo –abortado por Karina Milei– y tras escarceos con Lewandowski terminó en soledad. El Gallego, así, sufrió un traspié en su idea de ser el gran elector peronista para 2027.

Como si fuera poco, en la crisis peronista también terció el ex funcionario de Omar Perotti –ausente con aviso en estas elecciones– Roberto Sukerman: en su intento por crear su propio espacio ya alejado definitivamente de Agustín Rossi sumó a la división de este sector de la oposición con una doble candidatura, bajo el paraguas del Partido País: a concejal y a constituyente.

La derecha partida

Si hay una madre de la derrota libertariana en las primeras elecciones en que Javier Milei impulsó su marca, La Libertad Avanza, sin su nombre impreso en la boleta es nada menos que “el jefe”, su hermana Karina Milei. Fue ella la que abortó la alianza que había impulsado Santiago Caputo con Amalia Granata, destinada a no dividir el voto de neoconservadores y celestes en estos comicios.

Granata tenía intenciones incluso de compartir espacio con su antiguo socio Nicolás Mayoraz, con quien compartió bloque en la Legislatura provincial años atrás, pero Karina –a instancias de Romina Diez– estimó que la marca que ella articuló en todo el país iba a ser suficiente como para traccionar los votos necesarios como para –si no ganar- al menos pelear cabeza a cabeza con el oficialismo provincial.

Pero nada en este terreno resultó como se preveía: Granata y Mayoraz (diputado nacional cuya figura es desconocida para la mayoría de los santafesinos) repartieron votos que en caso de haberse sumado –en una operación para nada forzada– les hubiera permitido a ambos espacios gritar más fuerte.

Sólo pudieron festejar un pleno: el que metió la ministra Patricia Bullrich al apadrinar años atrás la denuncia pública de Juan Pedro Aleart sobre sus abusos infantiles y convencer al periodista de encabezar no sólo la lista de convencionales departamentales sino la única nómina mileísta al Concejo Municipal.

Aleart, con discurso anticasta, venció a su ex compañero de trabajo en Canal 3 Ciro Seisas y a Juan Monteverde en la votación individual, aunque se la verá muy complicada para vencer en junio a ambos espacios –Unidos y el peronismo más Ciudad Futura–, ya que los dos frentes en la sumatoria lo superan en sufragios.

Por izquierda

El Frente Amplio por la Soberanía (FAS) y el Frente de Izquierda (FIT) disputaron la representación en las diferentes categorías en un escenario en que si bien no hubo polarización existió un escenario de tercios que dejó poco lugar para otros.

En la Paso para el Concejo, Carla Deiana superó el piso requerido y encabezará la lista que disputará una banca en el Concejo de la alianza que conforman el Partido Obrero (del que la docente es parte), el MST, el PTS e Izquierda Socialista.

En cambio, la nómina que encabezaba la ex diputada Mercedes Meier, del FAS, no superó el piso requerido para el Concejo que es de 1,5 por ciento del padrón para la suma de las listas (en este caso, una).

En la elección para convencionales, tanto en distrito único como en el departamento Rosario, ni el FIT ni el FAS lograron el piso mínimo requerido: Claudia Balagué y la propia Deiana (en distrito único) y Lorena Carbajal y Franco Casasola (en el departamento) se quedaron con la ñata contra el vidrio.