Jorge Obeid está de regreso. Comenzó a recorrer la provincia para tomar contacto con dirigentes del PJ, a quienes les propone un acuerdo que les permita “plantear la política electoral para el año 2015” con el objetivo de recuperar la provincia tras dos gestiones del Frente Progresista. Según el ex gobernador y ex diputado nacional, ese acuerdo debe sellarse “sin exclusiones”. “Estoy caminando la provincia, visitando amigos, conversando con dirigentes del justicialismo, intendentes y presidentes comunales”, aseguró, a la vez que dio por cerrado su enfrentamiento con el kirchnerismo.
Además, Obeid se refirió a la gestión de su sucesor Hermes Binner y a los primeros meses de Antonio Bonfatti en la Casa Gris. “El cambio fue para peor”, opinó. En ese sentido, no ahorró críticas: “Yo creo que el socialismo no tiene vocación por la obra pública”. Afirmó que en las gestiones del PJ se hicieron los hospitales más importantes de la provincia, como forma de atacar la principal línea discursiva del oficialismo –que hace hincapié en salud y educación– y cuestionó la actual política del gasto público. “La solución no es aumentar los impuestos sino controlar el gasto”, sostuvo el ex mandatario, quien definió al socialismo apelando a “la parábola de la esposa gastadora”.
La semana pasada Obeid visitó las localidades de Casilda y Alcorta, donde lo invitaron a participar de la comisión de homenaje al centenario del Grito de Alcorta. Sus próximos destinos son Esperanza y Las Parejas. En medio del periplo político, dialogó con El Ciudadano sobre sus próximos pasos: “Estoy visitando amigos y conversando con peronistas. Mi idea respecto a este tema es pública: estoy convencido de que si el peronismo quiere triunfar en las elecciones de 2013 y, fundamentalmente, en las de 2015, para recuperar el gobierno, lo primero que necesita es la unidad. Eso significa mirarnos a la cara, conversar, dejar de lado los problemas personales y dejar de lado incluso las posiciones que dividen al peronismo. Hay que unificar al peronismo”.
—¿Cuáles son esos problemas que tienen que dejar de lado?
—Cualquier problema personal que hubiera. Todo problema que atente contra la unidad es remediable. Lo primero que hay que hacer es no pelearse, que es la actitud que yo he tomado. No se trata de pasar facturas ni de agredir ni de impugnar a nadie. Creo que tiene que haber una mesa de unidad que contenga a todos los sectores del peronismo donde se conversen y se acuerden cosas. Lo dije antes de las elecciones de gobernador, hace un año, y la realidad lo demuestra: no nos sobra ni un voto. No nos podemos dar el lujo de que algún sector no participe o se vaya a otro lugar; así no vamos a poder ganar.
—¿Es posible esa unidad? En la Cámara de Diputados de la provincia en PJ se dividió en ocho bloques.
—No me preocupa que haya seis, ocho, diez minibloques, en la medida que coordinen entre ellos, como lo están haciendo, y después unifiquen su posición en las votaciones trascendentes. Eso es parte de lo que le da vida al peronismo. Unidad no significa que todos tengamos que pensar igual, sino que en los grandes temas nos pongamos de acuerdo. Y uno de esos grandes temas es cómo planteamos la política electoral para el año 2015. En esos temas tenemos que encontrar coincidencias.
—Agustín Rossi dice que en el PJ no hay liderazgos exclusivos ni excluyentes. ¿Coincide?
—Sí. Nadie es dueño del peronismo. Tenemos que sentarnos a conversar entre todos, sin excluir a nadie de entrada. El problema de las exclusiones es que yo te excluyo a vos y después vos me excluís a mí, entonces terminamos en una pelea de gatos. Debemos tener inteligencia y humildad para unificar al peronismo.
—Sin embargo, hace un año usted dijo que la Casa Rosada lo proscribió…
—Es una historia que ya pasó. No tengo rencores; es más, en este momento tengo buena relación con las autoridades nacionales y con la presidenta (Cristina Fernández). Y ellos coinciden en la necesidad de unificar al peronismo en la provincia.
—En su momento usted fue más crítico del gobierno nacional y ahora se lo nota más cercano. ¿Qué pasó entretanto?
—Se fueron modificando algunas situaciones. Nosotros hicimos críticas y esas críticas se escucharon. Planteamos que el país no podía seguir gastando 70 mil millones de pesos en subsidios y el gobierno nacional, acertadamente, está eliminando los subsidios. Planteamos la necesidad de evitar conflictos innecesarios, por ejemplo con el agro, y ese conflicto bajó sus decibeles; ahora hay diálogo. Y otro hecho fundamental: Cristina ganó con el 54 por ciento de los votos. Eso significa que más de la mitad de la sociedad la está apoyando. Un triunfo tan contundente le da el derecho no sólo de conducir los destinos del país, sino también de conducir al justicialismo. Uno no puede ser tan necio de no aceptarlo.
—Cuando entregó el mando dejó 1.600 millones en caja. Y cuatro años después Binner cerró con un déficit del mismo monto. ¿Cómo se explica?
—De una sola manera: una mala gestión. Y no lo digo con alegría. Ojalá hubieran gestionado bien; la provincia no tendría que estar ahora viendo de dónde saca plata para pagar los sueldos o para seguir con la poca obra pública que está haciendo. El problema más grave del gobierno socialista es que no tiene planes. Hay un viejo dicho del Corán: “Cuando uno navega sin saber a qué puerto va, cualquier viento es bueno y cualquier viento es malo”. Lo primero es el rumbo, saber para dónde va uno. Cuando yo fui gobernador con mi equipo estuvimos discutiendo por meses cuál iba a ser el programa de gobierno. Nosotros lo armamos sobre la base del programa de quien yo sigo considerando, y muchos coinciden conmigo, el mejor gobernador que tuvo la provincia: Carlos Sylvestre Begnis. Él tuvo un programa explicitado, de desarrollo estratégico, de uso de la hidrovía, de rutas transversales, de producción de energía. Nosotros tomamos esos programas, los modernizamos y los llevamos adelante. Sabíamos lo que hacíamos. El problema del socialismo es que llegaron al gobierno sin saber bien qué hacer; entonces se dedicaron a hacer lo que sugería el funcionario de turno y a gastar, gastar y gastar. El socialismo no puede controlar el gasto; yo lo llamo “la parábola de la esposa gastadora”: la mujer que le dice al marido que pida un aumento de sueldo porque no le alcanza y cuando le dan el aumento, en lugar de arreglar los techos que se llueven, se gasta la plata en vestidos; tres meses después de nuevo no le alcanza la plata, le dice al marido que pida un aumento de sueldo y usa la plata para comprarse un collar. Hay que ser muy cuidadoso con los recursos. Yo he sido ocho años gobernador y de eso puedo hablar. Cuando uno gobierna aparece por todos lados la tentación de malgastar la plata: todo el mundo quiere hacer festivales, nombrar gente, tener autos último modelo para viajar rápido. Si uno no es cuidadoso con el gasto público, le pasa como al socialismo. La solución no es aumentar los impuestos sino controlar el gasto.
—Los socialistas dicen que al PJ le cerraban los números porque no hacían hospitales…
—El único hospital que se hizo en la provincia en los últimos 20 o 30 años es el Hospital de Niños de Santa Fe. Lo empezó (Carlos) Reutemann y lo terminé yo. Es un hospital de lujo, uno de los de mayor complejidad de toda la provincia y lo hicimos nosotros. Cuando Binner era intendente el socialismo terminó la Maternidad Martin y el Heca, los dos con el dinero que le dio la provincia siendo yo gobernador. En temas de salud hemos hecho mucho más que el socialismo. Además, hicimos mil kilómetros de rutas pavimentadas, construimos 50 mil viviendas (entre sus dos gestiones) y generamos 36 nuevos parques industriales. Nunca se hicieron tantas obras públicas en la provincia. Yo creo que el socialismo no tiene vocación por la obra pública.
—Tanto Binner como Bonfatti hicieron campaña con la palabra “cambio”. Y Binner también habló de 24 años de inmoralidad…
—Que hay un cambio, es evidente. La provincia marchaba bien, iba para adelante y no estaba endeudada. Ahora no se hacen obras y la provincia está endeudada. Claro que hay un cambio, pero no como suponen ellos; es un cambio de velocidad, estamos peor que antes. El cambio fue para peor, no para mejor. Y respecto de lo otro: si hubo una gestión de gobierno que no tuvo ninguna acusación de corrupción ésa fue la nuestra.