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Regreso a clases presenciales: los beneficios, las necesidades y los miedos

Tres profesionales de la educación y la psicología conversaron con El Ciudadano sobre el regreso a clases presenciales, en el marco de una pandemia que todavía no terminó. Los tres coincidieron en que para el regreso presencial es importante que haya criterios protocolares claros

En las últimas semanas el retorno presencial a las aulas estuvo en boca de funcionarios, docentes, gremialistas, madres, padres y periodistas. Luego de un año de clases virtuales el gobierno nacional anunció el regreso a las clases presenciales en todo el país. En esta nota de El Ciudadano José Tranier, Celeste Cantini y Bettina Calvi -tres profesionales de la educación y la psicología- presentaron sus dudas, sus inquietudes y las ideas que fueron -y están- elaborando sobre la demanda por el incipiente regreso a las aulas.

Los tres coincidieron en un punto: para el regreso presencial es importante que haya criterios protocolares claros. Ninguno interpreta que esto esté sucediendo en la provincia. Además, les parece importante anteponer las recomendaciones epidemiológicas. Sin embargo, tras un año de mucho encierro y de grandes cambios en la vida social de niñas, niños y adolescentes, en quienes los procesos de socialización cumplen un rol fundamental, se preguntan cómo empezar este 2021 generando menos dolor y preservando la salud de ellos y de la comunidad.

Tranier es doctor en Ciencias de la Educación, docente e investigador. En principio, consideró que con la pandemia «queda en evidencia la eficacia del sistema educativo como dispositivo de la modernidad, como dispositivo imprescindible. Que las familias y su organización estén atadas a la institución es un proceso biopolítico de por lo menos 200 años».

Señaló un doble discurso en relación al lugar que ocupan las escuelas: «Al mismo tiempo que se constata el dispositivo imprescindible que es, se ataca a la escuela. Hay muchas expresiones peyorativas como si nuestras preocupaciones por volver a las aulas fueran infundadas o avivadas».

¿Qué pasa si un alumno se siente mal en la escuela? ¿Dónde se lo lleva? ¿Cómo se dan los aislamientos? ¿Cómo siguen las clases los 14 días siguientes? ¿Qué pasa con los alumnos que son pacientes de riesgo? ¿Y aquellos que conviven con pacientes de riesgo? Si tienen permitido no asistir, ¿cómo se dictan esos contenidos? Son algunas de las preguntas que surgieron en la charla.

Tranier expresó que no se trata de docentes que se oponen al regreso a las aulas porque prefieren la virtualidad, sino que quieren hacerlo en condiciones seguras. «El problema no es pedagógico ni tecnológico, es epidemiológico. No se nos convocó para saber cuáles son nuestros miedos, que no son fantasmales, son fundados en los criterios epidemiológicos, y tenemos preguntas legítimas. Tenemos miedo de contagiarnos y contagiar a nuestras familias. Además nos preocupan las condiciones edilicias en el marco de esta situación sanitaria».

Cantini es profesora de Ciencias de la Educación y docente en la Facultad de Psicología, del Instituto Provincial de Danzas y de la Escuela de Artes Visuales. Por su parte, consideró que la vuelta a la presencialidad podría de algún modo reducir o atenuar las desigualdades que se vieron en 2020 por el acceso a los contenidos digitales.

«Es una necesidad pero obviamente significa un riesgo. La pandemia puso sobre el tapete la desigualad que ya existía previamente, la necesidad de llevar algo de la experiencia escolar a la virtualidad puso sobre la mesa muchas desigualdades y eso limitó mucho la posibilidad de acceder a esas experiencias. Volver a las clases presenciales es una necesidad aunque también implica riesgos que son los que determinan los epidemiólogos, no los docentes y ahí el desafío es garantizar condiciones. Hoy existen escuelas que no tienen agua, ¿cuál es la realidad de cada una? Los docentes no se oponen a la vuelta a clases, sino a hacerlo en condiciones que no son óptimas ni laborales ni de seguridad».

Para Cantini, volver a la presencialidad tiene una arista que es fundamental: «Quedó demostrado que la escuela no es sólo contenidos sino una experiencia escolar de encuentro con el otro, una experiencia compartida que no es reemplazable por otra institución. Aprender se aprende con otros, no de forma aislada. Es con otros que aparece la diferencia, la discusión, la diversidad, al interior del hogar esto es más complejo sobre todo pensando en los niños».

Por eso para ella el gran desafío es respetar el protocolo pensándolo en términos vinculares, pensar un nuevo modo de relación. «Si ponemos primero lo protocolar aparecen inmediatamente los miedos, que los chicos no se toquen, en cambio si lo pensamos desde otro lugar podemos aprender a vincularnos sin que las restricciones y el temor estén en el centro, sino en la posibilidad de encuentro aún en la distancia y en no compartir objetos».

A su vez habló del marco de incertidumbre con respecto a los modos y condiciones de regreso a la presencialidad, lo que hace que «los docentes no puedan poner atención a pensar las propuestas pedagógicas, en generar dispositivos para pensar cómo reconstruir la experiencia escolar».

Consideró que el reclamo de los gremios es para sostener que las escuelas sean un espacio seguro: «Posiblemente haya escuelas que pueden ofrecer y garantizar esas condiciones pero tenemos que pensar en todas las escuelas porque la escuela es el espacio público. No se trata de que unas puedan salvarse y otras sean un matadero. Tenemos que pensar cómo podemos hacer que la escuela aloje a todos y todas de forma segura».

Tranier sumó algunas ideas: para él las decisiones que se tomen en este contexto tienen que tener como eje preguntas orientadas a disminuir las posibilidades de contagio. ¿Quiénes ya tuvieron la enfermedad? ¿Quiénes están vacunados? ¿Qué pasa si una persona se infecta y qué daño haría a la escuela y a la comunidad? ¿Cómo hacemos para evitar esos contagios?

Derecho a la vida y la salud

Para Calvi la discusión por el regreso a las aulas se convirtió, lamentablemente, en una batalla entre facciones políticas. Es psicoanalista, doctora en Psicología y dirige el Centro de Estudios sobre Violencia y Abusos de esta facultad. Contó que tiene muchas preguntas en relación a este tema y que las debaten a menudo con colegas. «Trato de pensarlo como una ecuación, ¿cuál es el eje? La ley de protección integral de niñas, niños y adolescentes que nos indica que lo principal es el interés superior de los niños y niñas, el derecho a la vida y la salud. Y por supuesto la educación, pero para que se puedan educar tienen que estar sanos y vivos».

«Si justamente el principio rector es el interés de los niños, la principal cuestión que debemos garantizar es el derecho a la vida y la salud y si para garantizarlos debemos postergar la vuelta a clases me parece que no hay demasiada discusión en jerarquía de cuestiones», consideró. También piensa que es muy riesgoso volver a las aulas sabiendo que falta poco tiempo para avanzar en una campaña de vacunación masiva: «Siempre se habla de la importancia de que las reuniones sean en espacios abiertos pero juntamos una gran cantidad de niñes en espacios cerrados de forma obligatoria. Sería importante que haya protocolos claros y pormenorizados. ¿Cómo va a ser en cada establecimiento?».

Calvi también habló de los miedos en niñas, niños y adolescentes: «Sobre todo les niñes, hablan mucho del coronavirus, del miedo a la muerte, han visto y escuchado que se murió mucha gente y tienen miedo de contagiarse y de contagiar a sus familiares. Algunos adolescentes niegan la situación y otros están atemorizados, se debaten entre el miedo y el deseo de estar con otres, de salir. Cuando escucho los discursos que intentan culpabilizar a ellos de la situación sanitaria trato de responder: tratá de pensarte a vos de adolescente si tenías que quedarte encerrado con tus padres o adultos a cargo. Hubiera sido terrible, hasta siniestro. Es la etapa en la que están saliendo y dejando atrás lo familiar para construir el afuera. Este año vimos muchas autolesiones y aumento de adicciones».

Sostuvo que es importante reconocer que la situación de la pandemia es traumática: «La vida no es como era, hay que continuar aferrándose a las cosas que nos hacen sentir vivos. Todo lo que nos apasiona en la medida en que se puede».

Además puntualizó que la situación traumática no es a nivel individual sino social, en todo caso «a cada sujeto lo impacta de forma distinta, a ninguno le deja de impactar».

«Me parece que hay como una especie de cruzada de que hay que volver a la escuela porque la educación es un derecho que hay que garantizar.  Lo primero que hay que pensar es que la escuela esté en condiciones de recibir de nuevo la presencialidad: los docentes aún no están vacunados y una gran cantidad de escuelas no tienen las condiciones sanitarias adecuadas. Entonces eso representa un peligro», explicó.

Las infancias sufrieron mucho el aislamiento pero que esas medidas de encierro y reclusión fueron necesarias porque justamente «la pandemia es una cuestión social y de salud comunitaria, no individual».

«Además, sabemos que les niñes no van a estar teniendo todos los cuidados, porque son niñes y juegan con el cuerpo. El cuerpo está en un lugar de prevalencia sobre todo porque estuvieron en soledad en espacios reducidos durante mucho tiempo», sumó.

Finalmente, planteó: «El hecho de que una madre diga yo quiero que vayan a escuela es entendible porque además las madres están sobrecargadas, muchas veces sosteniendo sus trabajos y también cuidando a los niños. Pero hay jerarquía de cuestiones, la vuelta a las escuelas se está intentando reducir a que una cuestión gremial y no lo es. Postergar el regreso permite garantizar el derecho a la salud de les niñes fundamentalmente y de los docentes.  No estamos hablando de no retomar las actividades, para eso hay un ministerio de Educación que puede ofrecer recursos como para retomar  las actividades sin la presencialidad hasta que esté la vacuna. Es el momento de demostrar la creatividad y la experticia en crear esos recursos».

Compromiso e historia política de la educación

Los tres profesionales insistieron en reconocer que durante 2020 hubo clases y la mayor parte del colectivo docente quedó exhausto por la cantidad de horas frente a pantalla y por la tarea de crear nuevas maneras de dictar los contenidos y estar contacto con los estudiantes.

Calvi se detuvo en uno de los aspectos más problemáticos de la pandemia: cuando el otro se vuelve peligroso. «En una época donde hay tanta soledad, competitividad, donde el neoliberalismo ha barrido con todo y los más afectados fueron los vínculos humanos, la pandemia vino a agudizarlo. Si hay una gran problemática subjetiva justamente consiste en la dificultad de establecer vínculos y sin dudas les niñes que viven la pandemia y les adolescentes tienen marcas singulares que iremos viendo a futuro como se pueden metabolizar y cómo se pueden sostener, construir, reforzar los vínculos a pesar de esto. No hay experiencia previa en torno a vivir en pandemia».

Tranier defendió la presencia y el trabajo de las y los docentes en 2020: «La cercanía estuvo incluso con aquellos que no tenían conexión a internet: llevando cuadernillos como en 2001 o con la inundación de las escuelas en Santa Fe, como en toda la historia política de la educación y eso no se está reconociendo. Nos piden que vayamos como un acto de fe, ‘demuestren que son héroes», eso es mandarnos al muere y ni hablar ponerlo como actividad esencial. Hay un desconocimiento de la lucha de los docentes. Se logró un vínculo a través de la tecnología, acompañamos, trabajamos con lo vincular y con la vida pero se nos quiere juzgar con estándares de producción».

Por último, puntualizó uno de los gestos donde cree que se cristaliza el trabajo docente del último año: cuando las niñas y niños encuentran a una maestra o maestro por la calle, lo reconocen y se alegran. «El vínculo está intacto. La impugnación no viene de adentro para afuera, no es de los docentes ni de los niños, entre ellos hay una alianza porque hubo clases. Esto que está pasando es transitorio y lo que hicimos fue cuidar al prójimo porque eso es lo que hacemos en la escuela».

 

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