Tomando como disparador el encierro ocasional de dos personas dentro de la bóveda de un banco (aunque el discurrir de la acción dramática lleve a pensar otra cosa), el dramaturgo y director rosarino Damián Ciampechini, ya un poco alejado de la megaproducciones que puso en marcha en otros tiempos, estrenará esta noche, a las 22, en la sala Mateo Booz (San Lorenzo 2243) Embovedados, una apuesta que busca, desde algunos factores de producción, encontrarse con un público que no suele ver teatro de producción rosarina.
Con las actuaciones de Christián Valci y Nicolás Valentini, producción ejecutiva de Pablo Mei, asistente general de Tatiana Ariza, y dirección, puesta en escena y dramaturgia de Damián Ciampechini, la obra plantea la posibilidad concreta y en tiempo real de que un cliente de un banco y un empleado de la sucursal queden encerraros en la bóveda sin posibilidad de salvación y con apenas 90 minutos de oxígeno.
“La idea surge a partir de plantear una puesta en escena en tiempo real y ver qué pasa, jugando con algunas características existenciales del hombre”, adelantó a El Ciudadano Ciampechini, quien completó: “De todos modos, pareciera que el teatro termina siempre hablando de los mismos temas más allá del contexto en el que se desarrolle la acción, y esos temas son la vida, la muerte, la amistad, el deseo, el amor, la traición, que además son los grandes temas por los que atraviesa la humanidad y por eso no podemos zafar de ellos”.
Respecto del trabajo con los actores, el director, que escribió la obra hace cinco años y que viene de llevar a escena una ajustada versión deLa China, dijo: “Christián Valci es un gran actor de la ciudad, con una vasta trayectoria, y Nicolás Valentini está incursionando en la actuación escénica porque es un chico que viene del cine. Pero la trayectoria de Christián hace que yo esté orgulloso de trabajar con él, y el trabajo en conjunto fue muy interesante porque, tratándose de dos actores provenientes de escuelas, técnicas y estéticas tan disímiles, cada uno aportó lo suyo y entre todos le dimos a la obra un lenguaje y registro de actuación propios”.
La obra relata, a modo de fábula, lo que provoca el encierro, cuáles pueden ser sus consecuencias, qué aspectos de la personalidad se pueden desatar o atomizar en una situación semejante. “Es la historia de dos personas encerradas en la bóveda: son las tres de la tarde y no se va a abrir hasta el otro día; tienen 90 minutos de oxígeno y esto genera una adrenalina muy particular también en los espectadores; esta sensación de ahogo que es literal por un lado pero también metafórica, hablando de estos personajes y de sus propias historias. Se trata de meter a los espectadores dentro de este encierro, y después aparece como reveladora esta cuestión de que hay dos tipos de bóvedas: la de los bancos y la de los cementerios. De todos modos ésta, donde están los personajes, obliga a pensar en la muerte, más allá de que cada persona lo va a tomar de una manera distinta. Los personajes se van a animar a abrir las cajas de seguridad, no para hacerse ricos o buscar algo en particular, sino para tratar de justificarse con lo que guardan las otras personas en esas cajas; pareciera que esas cajas y esos objetos con los que se encuentran, de algún modo, se vuelven un lugar de escape”.
Una gran producción
En los últimos días, varios afiches de calle anunciaron la presentación al público de la obra, y entre otros datos resonantes la puesta cuenta con un dispositivo escénico montado a partir de una escenografía imponente. Por el momento, Embovedados ofrecerá dos únicas funciones, aunque todo indica que seguirá en cartel a partir de la repercusión que ha generado el estreno de este fin de semana.