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Nano Stern: Relatos desde la incertidumbre

El músico chileno ofrecerá su primer concierto en la ciudad para mostrar su último disco, “Mil 500 Vueltas”, sexto material de su discografía, del que participan artistas de la talla de Pedro Aznar, Jorge Drexler y Joan Baez. Esta noche, en el Distrito 7 de Ovidio Lagos y Córdoba.

Si bien recuerda haber estado en la ciudad hace algunos años compartiendo escenario con Bruno Arias, el músico chileno Nano Stern realizará hoy su primer concierto en Rosario. Para mostrar al público local, Stern traerá los temas de su último disco, titulado Mil 500 Vueltas, el sexto en su discografía pero el segundo que llega al país. En Chile, Stern es considerado uno de los cantautores más importantes de su generación, elogiado por la potencia de su performance en vivo, sus composiciones y su compromiso social. Se trata de una propuesta que los rosarinos podrán disfrutar esta noche cuando este joven artista, de vasta formación musical (estudió violín desde los 3 años), suba al escenario del Distrito 7 (Ovidio Lagos 790), a partir de las 21.
Los Jaivas, Congreso, Inti Illimani y Quilapayún fueron algunas de las formaciones chilenas con las que Stern supo compartir escenarios. Además, el argentino Pedro Aznar versionó “Nube”, una de sus canciones. También colaboró con Jorge Drexler y Joan Baez lo invitó a ser parte de su concierto aniversario. Los tres participan en el nuevo disco de este músico cuyo sonido se debate en cuatro ejes fundamentales: el rock, el folclore, la música clásica y el jazz (ver aparte).
“Mil 500 Vueltas no es un disco conceptual”, aclaró Stern antes de comenzar a explicar el hilo conductor que recorre su nuevo trabajo. “El eje temático es primero la incertidumbre, una declaración de humildad frente al orden de las cosas y a la necesidad un poco frenética de tener certezas, respuestas y definiciones claras sobre a dónde van las cosas. Partí por aceptar que no tenemos esas respuestas, que las preguntas están bien pero que no vamos a ser mejores ni peores por ser capaces de responderlas. Luego hay una segunda dimensión que tiene que ver con la disolución de esa incertidumbre, que no es lo mismo que la respuesta a esas preguntas. De hecho, es casi lo opuesto: es dejar que la incertidumbre desaparezca a través de la experiencia directa con la naturaleza. Hay canciones que hablan de eso, de la naturaleza, del ciclo del agua, del paso del tiempo. En mi vida, lo más cerca que tengo a encontrar respuestas es dejarme llevar por la única certeza que nos da la naturaleza: que somos parte de algo mucho mayor que nuestros propios cuerpos. Eso hace que todas esas preguntas se vuelvan un poco irrelevantes, carezcan de sentido”.
Si bien los conceptos planteados parecen sumergirse en una dimensión personal y existencialista, las composiciones de Stern están cargadas de realidad social, cultural y de un recorrido por problemáticas actuales tales como la contaminación ambiental, eje del tema “Las Venas”. “Tiene que ver con que no nos estamos haciendo cargo de lo mal que estamos dejando al mundo. Esa canción la escribí con la figura de Joan Báez en mente. Tuvimos en común, ella en California y yo en Chile, las sequías provocadas por el hombre. Quisiera haber escrito de otra cosa pero, lamentablemente, ese es el mundo en el que vivimos y creo que si no cantamos a la realidad que nos rodea estamos muy perdidos”, aseguró.
Es que la música que le gusta es la “honesta”, esa que no puede desentenderse del contexto en el cual fue creada. “Puede haber artistas que escriban desde un lugar absolutamente íntimo, cuyo resultado sea un lenguaje artístico más críptico, que está muy bien. Pero creo que somos individuos sociales. En ese sentido, se pueden escribir canciones honestas y al mismo tiempo personales pero que a la vez trasciendan el interés particular. Pero, que no se malentienda, no tengo intenciones de escribir canciones que sean la voz de otros. Si la gente después se siente identificada, maravilloso, pero no es la intención”, explicó.

La búsqueda creativa

Al escuchar la producción de Stern saltan al oído buena cantidad de influencias, sonoridades diversas que confluyen en una identidad bien marcada, algo que, según él mismo confesó, es producto de un “gran viaje” del que Mil 500 Vueltas es una muestra cabal.
“Este disco alcanza el grado más realizado de lenguaje propio. Las influencias, aunque están muy presentes, son menos evidentes que en discos anteriores, donde los cambios estilísticos eran mucho más notorios. Este disco fluye de manera orgánica. Parte un poco atormentado, bien rockero, sobrecargado de arreglos; sigue al rato con (Beatriz) Pichimalén tocando con una orquesta de cuerdas, después se pone latino, pasa por muchas voces pero nunca deja de ser lo que es, ni pretende ser otra cosa”, detalló.
Ese lenguaje propio tiene estrecha relación con sus influencias: “Por un lado, está el rock y los folclores de muchos lugares distintos. Creo que una forma de batallar contra la globalización que hace que todo suene tan igual, es aprender de estas músicas que vienen de antes, de la tierra, que tienen una raíz mas profunda. Por otro lado está el jazz, que en mi caso no suena a jazz pero siempre está presente en mi manera de hacer música con la improvisación la holgura respecto de las formas musicales y las posibilidades de estar constantemente reinterpretando, escuchando a tus colegas, respondiendo e interactuando con ellos. Por último, la música clásica, que es una influencia que está en mí desde siempre: toco el violín desde que tengo 3 años, mi abuelo era pianista; esa música está en mi sangre”, concluyó.

Autogestión

Con seis discos, Stern sostiene la decisión de producir sus propios materiales, algo que complementa la búsqueda de su identidad artística. “Es una decisión muy consciente porque cada vez más ha habido presión por parte de sellos, productores y prensa especializada, para que tome la oportunidad que tengo hoy de trabajar con productores de mucho renombre, pero no me interesa porque siento que estoy renunciando a una parte del oficio que a mí me encanta. Sé que hay cosas que estoy dejando de aprender, pero al mismo tiempo estoy desarrollando mi propio lenguaje”, describe.

Grandes invitados

Mil 500 Vueltas cuenta con la participación de talentosos músicos de distintas nacionalidades como el uruguayo Jorge Drexler, los argentinos Pedro Aznar y Beatriz Pichimalén, la colombiana Marta Gómez, la peruana Susana Baca y la estadounidense Joan Baez. “Todos son amigos”, dice Stern, quien confiesa que la participación de estos grandes músicos “es el resultado de muchos años de tocar juntos, con mucho cariño de por medio”. Entre esas relaciones está la de Pedro Aznar quien, con su capacidad característica para descubrir talentos y realizar inigualables versiones, retomó “Nube”, composición de Stern, junto al brasileño Paulinho Moska.

Nano Stern llega al D7

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