Climas cambiantes si los hay. En el Parque de los Príncipes, antes de que inicie el partido entre Argentina y Escocia, diluviaba pero había sol. Después solo llovió y nuevamente apareció el sol y el cielo se despejó. Parecía un augurio de lo que iba a pasar luego en el campo de juego.
“Voy a reír, voy a gozar, vivir la vida”, sonaba en el estadio, que con el correr de los minutos se fue llenando hasta alcanzar los más de 28 mil espectadores. Mientras que en los alrededores empezaban a llegar los hinchas escoces. Las gaitas no podían faltar. Los argentinos también dijeron presente y se hicieron escuchar más que nunca. Y mientras la gente jugaba con la mascota Ettie en la pantalla gigante, se escuchaba de fondo el característico: “Argentina, Argentina, Argentina”.
Después llegó el momento de “No te creas tan importante” de Damas Gratis para dar lugar a la presentación de las jugadoras albicelestes. La particular ola en el público también dijo presente, infaltable en cada cita mundialista. Aunque esta vez no hubo muchas, tal vez, porque lo que pasaba en la cancha era más entretenido.
El momento del himno fue sin lugar a dudas el más emocionante. Las jugadoras abrazadas en el campo de juego, los ojos llorosos, o el llanto de Agustina Barroso. Emoción y piel de gallina. Eso se sintió.
En el Parque de los Príncipes hasta hubo “duelo de hinchadas”. Argentina con el “Olé, olé, olé cada día te quiero más”. Escocia respondía y la hinchada albiceleste también: “Es un sentimiento, no puedo parar”. Estaba dado para que sea una fiesta.
Las jugadoras que se bajaron del micro (esta vez escuchando folklore) se reunieron en el medio del campo de juego. En círculo, abrazo grupal y palabras de aliento. Lo que vino después fue casi épico. De un lado el rosa escocés, del otro el azul marino de Argentina. Pitido y a jugar.
El primero en avisar fue Escocia con un centro al área que recibió Erin Cuthbert y se fue por arriba del arco que defiende Vanina Correa. El planteo de Argentina era distinto al que se venía viendo en los duelos con Japón e Inglaterra.
Carlos Borrello lo había adelantado en la conferencia de prensa: “Hay que salir a buscar el partido”. Así, dejó el equipo Adriana Sachs y su lugar en el lateral derecho lo ocupó Ruth Bravo. Vanesa Santana ingresó por Miriam Mayorga y Mariana Larroquette, que había sumado minutos ante las británicas, ocupó un lugar en el once inicial.
La presión alta en el mediocampo se notó en los primeros minutos del partido. Y dio resultado al encontrar un cuadro escocés muy desordenado en el fondo. Argentina mostró otra imagen, tuvo posesión de la pelota, pudo salir jugando y no abusó del pelotazo a Sole Jaimes. Y así llegó la más clara de la primera parte para el combinado nacional: Barroso mandó un centro para Larroquette, quien cabeceó sola pero el travesaño le dijo que no. Y encima después la arquera le tapó el grito a Sole Jaimes.
Pero como había sucedido en el partido con Inglaterra, inmediatamente después de esa jugada llegó el gol del rival. Primero la rosarina Correa tapó un zapatazo de Cuthbert, que aprovechó el rebote y le sirvió en bandeja la pelota a Kim Litlle, quien sólo tuvo que empujarla.
Con el partido en desventaja, el combinado nacional intentó desde afuera del área con Lorena Benítez en dos oportunidades. Y comenzó a lucirse Florencia Bonsegundo, la figura del elenco nacional. Con lujos de todo tipo y tirándose a trabar todas las pelotas, la jugadora del Sporting Huelva se ganó los aplausos de todos y todas. 1-0 abajo y las piernas pasando factura.
El segundo tiempo comenzó como terminó la primera parte: Argentina se quedó sin piernas y el físico pasó factura. Un mal despeje le dio la chance a Jenny Beattie de mandar un cabezazo inatajable y poner el 2-0.
Y el tercero no tardó en llegar. La arquera rosarina tapó un cabezazo a quemarropa, la pelota dio en el palo y apareció la figura del encuentro y jugadora del Chelsea para poner el 3-0 y amagar con ahogar las ilusiones clasificatorias
Las jugadoras, se notaba, no daban más. La diferencia física con los rivales era notoria y mucho de eso tiene que ver con que en argentina el fútbol no sea profesional. Carlos Borrello decidió que era momento de mover el banco de suplentes. Argentina tenía que ganar para pasar a octavos y el DT no pensaba quedarse de brazos cruzadas.
Milagro Menéndez, jugadora de la UAI Urquiza, que ingresó en lugar de la capitana Estefanía Banini, marcó el descuento. E inmediatamente después apareció Bonsegundo para sacar un zapatazo de afuera del área e invitar a seguir soñando. Y después el descontrol.
Eliana Stabile, quien estaba por tirar un centro al área, arengó a la gente. Argentina no podía quedarse sin hacer nada. Y las jugadoras lo sabían. El público respondió. Y apareció el VAR en escena, por una falta en el área contra Aldana Cometti. La referí consultó al micrófono, la gente murmuraba, con los corazones latiendo fuertes de un lado y del otro. Y finalmente marca con sus brazos la señal de que va a ver la jugada.
Esa distancia desde el centro de la cancha a la revisión pareció eterna…hasta que ¡penal para Argentina! Bonsegundo toma la responsabilidad. La mira fijo a la arquera, patea y penal atajado. Partido 3-2 y por terminar…increíble.
Pero faltaba más. Tras unos minutos de suspenso, la jueza lo hace ejecutar de nuevo, señalando que la arquera escocesa se había adelantado. Ya no hay corazón que aguante.
La jugadora nacida en Morteros se toma revancha desde los doce pasos y esta vez convierte. Se escucha por los parlantes que se jugaban 4 minutos más, pero se terminó antes. Le reclaman las de Escocia y también las de Argentina. Había que ganar para clasificar y se empató. ¡Pero cómo!
Es la primera vez en la historia de los mundiales femeninos que un equipo logra remontar un resultado en desventaja de 3 goles. Ahora resta esperar a que se den los resultados indicados para que Argentina clasifique a octavos de final. Queda todo en manos del destino. Pero sin lugar a dudas, en esta Copa del Mundo de Francia, estas 23 guerreras vinieron a cambiar la historia del fútbol femenino nacional. Y pasen de ronda o no, ya lo lograron.