A las doce del mediodía del lunes 5 de febrero Jonatan “Bam Bam” Funes entró a la cárcel de Piñero con las cosas para sus hermanos. Dos horas después, se subió a su Audi A3, donde lo esperaba su amiga Brisa. Unos pocos metros más adelante, justo en el cruce de las rutas 14 y A012, una Ford EcoSport blanca hizo una maniobra como si fuera a doblar, Bam Bam la dejó pasar, pero lo encerraron y se le pusieron adelante. Cable manejaba, de acompañante iba un colombiano y atrás iba Jija. El colombiano disparó dos veces: uno en la parrilla y el otro en el capó. Bam Bam y Brisa se agacharon. “Loca, ayúdame”, le dijo el joven y se abrazaron. Bam Bam se abatató y salió corriendo. Jija se bajó y le disparó en la pierna. Bam Bam cayó y ella lo veía por el espejo que no paraba de dispararle. Jija volvió a la camioneta. “Intenté bajarme y ahí me dijo: «Puta quédate arriba que te voy a matar. Te dejo viva para que lo denuncies» y se fue”. Todo este relato es el de la principal testigo de uno de los crímenes que la Fiscalía le achacó este miércoles a Enrique Adrián Solís, alias Cable, quien a la vez quedó formalmente acusado por el homicidio del hermano de Bam Bam, Ulises, el 7 de enero pasado, y por el intento de asesinato del padre de ambas víctimas, Jorge “Gordo” Funes, en el anochecer del primer día del año.
A Enrique Adrián Solís, de 33 años y apodado Cable, la Policía Federal lo trasladó cerca de las 14.30 de este miércoles a los Tribunales provinciales. Unos minutos antes de las 15, la cuadra de Moreno entre Montevideo y avenida Pellegrini quedó bloqueada por el operativo de seguridad para que Cable llegara a salvo a la imputación.
32 balas contra el Gordo
El primer día de 2018 a las 20, Jorge “Gordo” Funes estaba en su casa de Aguaribay y Timbó de la localidad de Alvear. Como la pelea entre los clanes Funes y Caminos se había reavivado a fines de diciembre, se había refugiado en esa vivienda. Contó que ese día estaba con su hijo de cuatro años tirando cuetes en el patio. Vio que un Fiat Siena gris plomo pasó despacito por Timbó. Tenía los vidrios polarizados. No se alertó porque pensó que era algún vecino. El auto volvió por Aguaribay. Jorge corrió y se asomó por la ventana de calle Timbó. El Siena paró, una mujer rubia lo manejaba y tres hombres se bajaron. Tenían armas y abrieron fuego contra la ventana. No había mucha distancia, así que el Gordo se asomó y dijo haber manoteado a uno. En el forcejeo, al tirador se le cayó la pistola calibre 22, aseguró.
Uno de los plomos le dio en la nuca, pero no le impidió que corriera hasta donde estaba su hijo. Ahí recibió otros dos tiros: por la espalda y en la panza. Un vecino lo llevó al hospital. La Policía contabilizó 32 disparos, las vainas recolectadas fueron: 6 calibre 11.25; 19, 3.80 y 7 calibre 22 largo. Jorge quedó internado hasta el sábado 6 de enero, un día antes de que asesinaran a su hijo Ulises. En su declaración, el Gordo dijo haber reconocido a Cable porque habían compartido pabellón de la cárcel local en 2003. También nombró a Marcela Díaz, hermana de Ariel “Tubi” Segovia, como quien manejaba. La mujer, alias Tuerta, fue asesinada el 14 de enero. Esa fue la descripción que hizo Spelta de la primera de las tres acusaciones por la que sindicó a Cable.
Cuando el juez que presidió la audiencia, Carlos Leiva, le preguntó si quería hablar, Cable no dudó: dio su versión, guiado por su defensa (a cargo de Romina Bedetti y María del Carmen Varela) y contestó preguntas de la Fiscalía, representada por Adrián Spelta y Ademar Bianchini. Algunas veces se le entrecortaba la voz. Dijo que estaba nervioso, pero también parecía que tenía ganas de llorar. Su madre y su esposa fueron testigos de la declaración.
Cable insistió en que es inocente y que estaba en otro lugar cuando pasó el ataque al Gordo. Explicó que ese día se levantó a las dos de la tarde porque el día anterior había estado festejando. Fue a la casa de su tía y se quedó en una reunión familiar hasta las once de la noche.
Para la defensa de Cable, la denuncia que hizo su pareja contra Mariano V., un policía de la comisaría 15ª, fue la clave de todas estas acusaciones. La hipótesis es que como el uniformado es de barrio Tablada y respondería al clan Funes, éste lo acusa de todo tipo de delitos. Explicó que le compró a Georgina, otra hermana de Tubi, un Chevrolet Corsa champagne 2010 base por 100 mil pesos. Estaba chocado. El 20 de diciembre pasado él arreglaba el vehículo frente a su casa, en barrio Tiro Suizo. Pasó en un VW Bora celeste. Al volante estaba este policía, quien hacía poco había empezado a trabajar en la seccional mencionada. Le tocó bocina y le dijo algo al hombre que lo acompañaba. Para Cable había algo raro porque ese policía responde al clan Funes. Se metió en su casa y dejó pasar el tiempo. Cuando se sintió seguro se subió a su auto y se fue. Después de una persecución fue alcanzado por el Bora, donde también iba otro policía uniformado. Se entregó, lo esposaron y lo metieron en el auto en Entre Ríos y Deán Funes. “Tenés este auto y la casa. Ningún delincuente puede hacer esto, así que ahora nos vas a tener que pagar. Nos tenés que dar cincuenta lucas”, contó Cable para agregar que cuando les dijo que no tenía esa plata le recordaron: “A vos te banca la familia Segovia” y lo dejaron ir con la advertencia de que si no pagaba le iban a arruinar la vida.
“Por esto perdí mi trabajo. Estaba en un estudio de abogados donde les llevaba la documentación de los seguros a las personas que vivían en zonas pobres o que eran peligrosas”, dijo Cable y agregó que lo inculpan porque nunca les pagó. Y recordó que por la denuncia que presentó por este episodio su esposa el pasado 10 de enero, ante Asuntos Internos, se tuvo que mudar de su casa.
Cable describió que la relación con la familia Segovia es por amistad desde la infancia: “Cuando éramos chicos jugábamos siempre, porque vivían a la vuelta de la casa de mi abuela. Todos éramos de Tablada”.
La defensora Bedetti agregó que este policía de la seccional 15ª también fue denunciado por Marcela Díaz y enumeró que a esta mujer ya la habían atacado a tiros el 29 de diciembre. Resultó ilesa pero más tarde los atacantes, a quienes sindicó como Alan Funes y un tal Leo Loco, volvieron por su hijo Milton Romero, de 18 años, lo balearon y lo dejaron en silla de ruedas. “Milton estaba herido y lo dejaron en la comisaría por un supuesto pedido de captura que no era así. El 13 de enero presentamos un habeas corpus y denunciamos a Asuntos Internos esta situación sobre Marcela y su familia. Y al día siguiente la mataron”, concluyó la abogada.
Su madre estaba con los ojos cerrados y repetía una oración por lo bajo con las palmas de las manos mirando el cielorraso de la sala de audiencias.
Marcela y las cien lucas
Ulises Funes tenía 23 años y para algunos investigadores no estaba relacionado con los hechos de violencia que le sindicaban a su clan. El domingo 7 de enero estaba en la vereda de la casa de su novia Candela en Garay al 1400. La chica y su tía Carolina estaban sentadas en la vereda. A las ocho de la noche, pasó una moto de alta cilindrada conducida por un tal Pato Bobo y después apareció un Fiat Siena, relató Spelta. El que lo manejaba tenía un sombrero de mimbre y era Mariano Pucheta (prófugo); al lado iba una mujer rubia, Marcela Díaz, y atrás iba Cable, según lo identificaron al menos dos testigos, dice la acusación.
El fiscal agregó que Cable sacó un arma y abrió fuego. Candela corrió al igual que su tía. Ulises quiso seguirlas pero cayó muerto por las múltiples heridas de bala. En la calle, se dice que Cable recibió 100 mil pesos por Ulises, repitió el fiscal.
Cable volvió a hacer uso de la palabra y dijo que en ese momento estaba en casa de su tía, cerca de donde vive ahora. Aseguró que no conoce a los hijos del Gordo. “Ni siquiera los vi en la visita cuando estuve detenido con Funes en la Unidad 3 porque un preso no le ve las visitas a otro”, sostuvo y agregó como prueba que a las 20.30 pasó por la cámara que está frente al edificio de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), en Rouillón al 1800.
Spelta no tomó en cuenta esta prueba porque describió que tuvo media hora para cometer el crimen en villa La Lata y recorrer las 30 cuadras hacia el oeste para pasar frente a la TOE.
“Soy hincha de Central”
A raíz de los ataques sobre Jorge Funes y su hijo Ulises, y las amenazas y las denuncias que presentó la defensa de la familia, hubo un cambio en el horario de visita a sus otros hijos: Alan y Lautaro, alias Lamparita. Por ello ese lunes 5 de febrero otro hijo, Bam Bam, fue a visitarlos. Al salir es que lo emboscaron y mataron. En la escena del ataque, la PDI halló 15 vainas servidas. Y la EcoSport blanca apareció dos horas después incendiada en un camino de Alvear. Después de este crimen, Jija, quien fue identificado ayer por el fiscal como Emiliano Avejera –a la vez líder del paravalanchas de Newell’s– quedó con pedido de captura como el autor material, mientras que Cable fue apuntado como chofer y un tal Colombiano como quien efectuó los primeros disparos. La Fiscalía también dio cuenta como prueba de las armas, la cocaína y la plata encontrada en los 14 allanamientos que el viernes pasado desarrolló la Policía Federal en busca de los acusados, aunque Cable recién fue apresado en las primeras horas de este martes.
Cable volvió a declararse inocente: “Lamento mucho el deceso de esta familia. Me da temor por la mía. No sé si usted señor juez o quién me puede garantizar que no nos hagan nada”, dijo Cable y ahí la voz se le quebró, porque intentaba contener el llanto.
Las palabras de Cable hicieron que su mamá no aguantara más. La mujer pidió al juez poder retirarse de la audiencia porque no se sentía bien. “Este fiscal no da confianza. No quiero morirme como Marcela, señor juez. No quiero terminar como Marcela Díaz”, dijo la mujer en tono bien alto mientras caminaba con dificultad hasta la salida.
Cable negó tener relación con alguien que tenga que ver con la barra de Newell´s. “Soy hincha de Rosario Central y ahora con todo lo que dijeron no voy a poder entrar más a la hinchada”.
A la vez dio detalles de otro motivo que puede sumarse a la cadena de venganzas: Cable contó que su rivalidad no es con los Funes sino que es con René Ungaro, condenado por el crimen del ex jefe de la barra leprosa Roberto “Pimpi” Caminos y quien según la Fiscalía comanda desde la cárcel la banda que integran algunos de los Funes. Sostuvo que nació en la adolescencia y que fue por amor. Relató que, cuando tenía 15 años, René estaba enamorado de una chica, pero no era correspondido. “La chica se puso de novia conmigo y tengo un tatuaje en la pierna para probarlo. Desde ese día, todos me dicen que René me odia”, dijo Cable.
El fiscal aclaró que no le habían llegado las denuncias de Asuntos Internos y se comprometió a investigar esos casos como también brindarle custodia a la familia de Cable si se presentaba ante el Ministerio Público de la Acusación (MPA) para hacer las denuncias.
Al final de la audiencia el juez Leiva resolvió imputar a Cable como autor de la tentativa de homicidio calificado sobre Jorge; como autor del homicidio de Ulises, calificado por la participación de dos o más personas, y como autor del homicidio de Bam Bam, calificado por la participación de dos o más personas y encubrimiento por trasladarse en un vehículo robado. La premeditación en este último crimen llevó al fiscal a pedir la calificación de autor y no la de partícipe. A su vez, el magistrado resolvió dictarle la prisión preventiva por el plazo de ley (60 días) y aceptar el pedido de la defensa para que Cable quede alojado en la Unidad 3, de Zeballos y Riccheri.