El Ejecutivo nacional aguardó hasta la fecha límite para reglamentar modificaciones en ganancias. En el estribo de 2018 Mauricio Macri firmó el decreto sobre la reforma que afecta a la renta financiera. La misma suturó la grieta que divide a ortodoxos y heterodoxos, ya que ambos comparten el rechazo al cobro de impuestos a pequeños ahorristas que apuestan a la moneda local.
El nuevo régimen de gravamen a la renta financiera implica abonar ganancias por la renta generada a través de inversiones en pesos y en dólares. En el primer caso tributará una alícuota del 5%, en el segundo del 15%. La medida afecta a títulos públicos, fondos comunes de inversión y plazos fijos. Este último quizás sea el caso más sensible y el que genera mayor resistencia ya que atañe a un sector de la clase media que deberá pagar por dividendos mínimos.
La disposición tiene efecto retroactivo al 2018, y el mínimo no imponible es de 66.917 pesos anuales. Es decir que ese 5% y 15% respectivamente lo pagarán inversiones que hayan superado los 66.918 pesos de renta el año pasado. Por ejemplo, un depósito de 160.000 pesos, que rindió a una tasa anual del 43% (interés actual) en un plazo fijo, arrojó una ganancia de 68.800 pesos, a esa renta se le aplica el 5%.
Por un lado significa el impuesto a una ganancia ínfima para aquellos que pensaron en pesos y no en dólares. Por otro lado, implica el dolor de cabeza administrativo, para aquellos que tengan que presentar por primera vez la declaración jurada que demanda la reforma. Entre los motivos de la medida, se descarta una finalidad recaudatoria, ya que se trata de sumas que no gravitan en el equilibrio fiscal. Y difícilmente se le pueda atribuir un desincentivo a la especulación con la idea de que ese dinero se vuelque en inversiones productivas con una economía en recesión.
Se agotan las alternativas
Desde la Fundación Pueblos del Sur, analizaron la nueva disposición en relación al gravamen de las pequeñas inversiones en pesos. Esteban Guida evaluó los riesgos que implica para la economía: “Si le sacás rendimientos a las colocaciones accesibles, van quedando pocas alternativas de inversión, entonces el dólar se transforma en una de las pocas herramientas a las cuales acceder”. A la vez, sostuvo que las medidas tomadas en materia económica hicieron “que se agoten las alternativas de ahorro en pesos para el ciudadano común”.
Ante este escenario la alternativa dólar parece mostrarse como una opción más seductora aún, de manera que el peso continúa perdiendo valor. “Si ahora empiezan a computar los intereses que genera el plazo fijo, conviene ir al dólar, y cuando aumenta la demanda del dólar en detrimento a la de pesos, hay una devaluación y depreciación de la moneda”. Aunque consideró que el impuesto a la renta no está mal, reconoció que tampoco llegó en un buen momento, con una eventual presión masiva sobre el dólar y en medio de una economía en recesión.
Exigencias del FMI
Por su parte, Daniel Guida consideró la medida como negativa para aquellos que apelan al plazo fijo por ser el instrumento de ahorro de más fácil manejo. “Son exigencias del FMI y normas de un paquete de ajuste, como ya no queda más por ajustar van por el lado de los ingresos”. Por último, estimó que este paso responde al avance de una política económica “ahora en perjuicio de la clase media” y que “comenzó cuando le quitaron la comida a la gente”.
Ganancias ficticias
En función de aquellos que ya han tenido malas noticias sobre sus inversiones en pesos durante 2018, el economista Federico Fiscella mencionó dos casos. Por un lado suscribió a las críticas sobre el impuesto al plazo fijo, ya que consideró que cobrar el 5%, sobre una inversión que rindió al 43% anual, en una economía con una inflación del 48%, es “cobrar un impuesto sobre una ganancia ficticia”. Por otra parte explicó que aquellos que compraron un bono a un valor estimativo de 100 pesos, y que hoy vale 90, también fueron víctimas de la inestabilidad del mercado, aunque estarían exentos del impuesto por lo que se denomina compensación del capital. “Entre los que quieran compensar esa pérdida, y los que van a evadir, no va a entrar un peso, y va a dejar en la órbita de la Afip a gente que no debería estar”, señaló.
Más allá de lo resonante que resulta en términos políticos una iniciativa que imponga ganancias a inversiones financieras, la realidad es que el alcance no tiene precisamente un fin re distributivo. “Es difícil entender como creen que alguien que nunca llegó a los mínimos de ganancias se va a presentar a declarar un impuesto para el que va a tener que contratar a un profesional”. Por último, Fiscella insistió en que explicar la resolución como un aporte al equilibrio fiscal no sería lógico. “No es la solución al déficit que se solucionaría si no fuéramos el quinto país a nivel mundial en evasión fiscal”, concluyó.