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Repleto y con nostalgia, se despidió el bar La Luna

Más de 1.300 personas pasaron el sábado a la noche por el mítico boliche de Tucumán y Belgrano.

Quizás para algunos el cierre de un boliche puede ser un asunto trivial, pero no lo fue para las más de 1.300 personas que el domingo a la madrugada desfilaron por La Luna, la legendaria disco bar de Tucumán y avenida Belgrano que abrió sus puertas en 1982 y desde entonces mantuvo intacta su impronta de reducto para los amantes del rock and roll. Y cuando todavía faltaban diez minutos para las dos de la mañana, la fila de gente dispuesta a darle el último adiós a ese lugar que tal vez de alguna u otra manera los marcó en su vida, doblaba la esquina y llegaba hasta la mitad de cuadra por calle Sarmiento.

“Lleno como jamás estuvo ni en sus mejores épocas”, diría más tarde el dueño del local, Pablo Bonilla. El espacio le dijo adiós también a su clientela que conservó su perfil a lo largo de los años y de los cambios culturales y hasta en las formas de socialización que impusieron las décadas que vinieron después de los años 80.

Que la última noche en La Luna no cabía un alfiler sería caer en un lugar común, pero sí es cierto que para llegar a las barras había que pedir permiso para poder pasar, y el hielo se terminó antes de lo previsto.

“Es que este lugar es o era eso del respeto: nadie te molesta, escuchás la música que no pasan en otros boliches y conviven personas de distintas edades que quieren divertirse, nadie te discrimina y parece que se siguen teniendo los mismos códigos de la noche de antes”, dijo Marcela, de 39 años, quien confesó que hacía tiempo que no salía pero que quiso “despedirse”.

Hubo quienes tomaron el cierre del espacio con más vehemencia que otros y así lo dejó en claro Eugenia, de 29 años, cuando contó: “Yo conocí al amor de mi vida acá y no estoy más con él, por eso me pregunto ahora que Luna no va a estar más: ¿qué va a pasar?, ¿a dónde voy a ir?”.

En cambio, Bonilla se mostró tranquilo y a diferencia de muchos de los clientes de su negocio explicó que “es una etapa que se termina después de 30 años, tiempo en que uno le puso todo el empeño encima y termina con el reconocimiento de la gente, un reconocimiento que fue mucho más allá de lo que yo esperaba”.

De 70 años

“Toda esta noche fue recorrer treinta años de mi vida y con el club completo. Más no se puede pedir”, insistió Bonilla, aunque muchos trataron de convencerlo de que desistiera de su decisión de cerrar el lugar. “Eso no va a pasar porque me pidió que en la semana pasara a buscar unas cosas que yo le di, que eran mías”, aseguró un viejo habitué del bar, conocido cineasta que después de pedirle al barman “lo de siempre” contó que entre “esas cosas” había una vieja vitrola.

Nadie pareció faltar a la cita. “Hasta vino gente de 70 años –dijo Bonilla–, pero no uno solo sino varios que me saludaron, nos quedamos charlando de viejas anécdotas, nos reímos, se fueron, otros se quedaron y andan por ahí”.

Así, pasaron las horas y la gente continuaba entrando y saliendo del bar. Algunos recorrían el lugar de punta a punta para inmortalizar en la memoria cada recoveco. Viejas caras que se conocían desde muchos años por haber compartido ese lugar, pero que tal vez ni siquiera sabían el nombre del otro, volvieron a encontrarse. En la penumbra del patio los más jóvenes se sacaban selfies, mientras una pareja joven le pedía a una chica que les tomara una foto dándose un beso en la última noche La Luna.

Remeras y CD que quedarán como recuerdos

Todo pareció estar preparado para la despedida de la disco bar de Tucumán 971 porque en el guadarropas, las barras, boletería y otros sectores del lugar había más de 300 remeras negras con la figura de una luna redonda y blanca estampada que se vendían a 150 pesos cada una. A poco más de las tres de la madrugada, un empleado del lugar contó que “se las llevaron a casi todas” y que eran como una especie de recuerdo para los clientes que quisieran comprarlas. También ofrecían CD grabados especialmente por el DJ del boliche que tenían en su portada el mismo dibujo que las remeras. Aunque en el dorso del disco no se detallaba la lista de temas que contenía, aseguraron que “está resumida toda la música que siempre se pasó acá”, por lo que no faltarían ni Fito, Los Redondos, los Beatles o los Stone.

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